Duelo de titanes
Por la ma?ana, Nikolaus Harnoncourt en el Mozarteum en el acto de inauguraci¨®n del a?o Mozart; por la tarde, Riccardo Muti en la Casa de Festivales, en el concierto conmemorativo del 250? cumplea?os del genio salzburgu¨¦s. Los dos, con la Filarm¨®nica de Viena. Del duelo de estilos interpretativos sali¨® victorioso Mozart. Fue un triunfo de la heterodoxia. De la libertad creativa. De la complementariedad en el acercamiento al autor. En el tono festivo, Muti gan¨® por goleada. Como maestro de ceremonias, la faceta de seductor elegante del napolitano se impuso al aire de predicador para almas descarriadas del berlin¨¦s. Cuesti¨®n de temperamentos.
A Harnoncourt hay que reconocerlo urgentemente, le toc¨® lidiar como "artista residente" este a?o del Mozarteum, la faena menos agradecida. En la sala m¨¢s bella de Salzburgo hubo abundancia de discursos: desde el presidente de la Rep¨²blica austriaca hasta lo m¨¢s representativo de las fuerzas locales. Los que no acced¨ªan al p¨²lpito, los que escuchaban desde el patio de butacas, arzobispo incluido. Tambi¨¦n Harnoncourt hizo su discurso, entre los movimientos segundo y tercero de la Sinfon¨ªa n¨²mero 40. Fue una disertaci¨®n inteligente, con citas a la verg¨¹enza de la utilizaci¨®n publicitaria de Mozart o a la explotaci¨®n comercial de un a?o que, en cualquier caso, puede servir a m¨¢s de uno para descubrir a un genio y sobre todo para profundizar en su escucha. Su fondo espl¨¦ndido no se correspond¨ªa con su aire de serm¨®n iluminado. Con tanta atenci¨®n a las palabras no hab¨ªa forma de concentrarse en la m¨²sica y el acto en su conjunto iba camino de lo sopor¨ªfero. Harnoncourt hizo uno de los andantes m¨¢s lentos de la Sinfon¨ªa n¨²mero 40, que los tiempos recuerdan, y ¨²nicamente en el allegro final mostr¨® rasgos de genialidad. La Filarm¨®nica de Viena, con tanto exceso vertical en los contrastes y horizontal en el desarrollo, no ten¨ªa su d¨ªa m¨¢s fino, y as¨ª Mozart son¨® a... Harnoncourt, lo cual est¨¢ muy bien, pero quiz¨¢ en un d¨ªa como ¨¦ste se esperaba m¨¢s la sonrisa que la reprimenda, el humor que la trascendencia.
Orquesta Filarm¨®nica de Viena
Directores: Nikolaus Harnoncourt y Riccardo Muti. Solistas: Cecilia Bartoli, Thomas Hampson, Mitsuko Uchida, Gidon Kremer, Yuri Bashmet. Coro Wiener Singverein. Mozartwoche (Semana Mozart). Salzburgo, 27 de enero.
La sonrisa lleg¨® con Riccardo Muti. La Filarm¨®nica de Viena parec¨ªa otra, m¨¢s entroncada con los sonidos de la tradici¨®n. Muti sonre¨ªa; la sensible pianista Mitsuko Uchida sonre¨ªa a la vez que desplegaba todo su talento y encanto en el Concierto para piano KV503, envuelta en una gama de amarillos como para espantar cualquier tipo de superstici¨®n esc¨¦nica; la mezzosoprano romana Cecilia Bartoli sonre¨ªa tambi¨¦n y transmit¨ªa una alegr¨ªa incontenible y sensual en el Exultate Jubilate o en el rond¨® Non temer, amato bene. ?Qu¨¦ pensar¨ªa el arzobispo, sentado en la segunda fila? El bar¨ªtono Thomas Hampson se quedaba un poco atr¨¢s ante tanta mujer arrolladora, pero la fascinaci¨®n volvi¨® con la pareja formada por Gidon Kremer y Yuri Bashmet, solistas de una Sinfon¨ªa concertante para viol¨ªn y viola realmente excepcional. Como excepcional fue la Sinfon¨ªa Haffner, con un primer movimiento fogoso, un segundo primoroso y, en fin, un criterio de fluidez impecable, que desat¨® la apoteosis Muti hasta el delirio en la sala.
En esta demostraci¨®n de variedad de formas musicales de Mozart le lleg¨® el turno a la ¨®pera. De Las bodas de F¨ªgaro se encarg¨® Hampson, que cant¨® inmediatamente despu¨¦s, junto a una p¨ªcara Cecilia Bartoli, el d¨²o L¨¤ ci darem la mano, de Don Giovanni, y para que nada faltase, el coro Singverein de Viena se incorpor¨® a la fiesta para, con la Filarm¨®nica de Viena (qu¨¦ gran actuaci¨®n), cerrar el concierto con un fragmento de La flauta m¨¢gica. Hasta Jos¨¦ Borrell, o Javier Solana, o el ministro de Cultura franc¨¦s y tantos otros vips que se hab¨ªan incorporado al concierto haciendo una pausa en sus deliberaciones sobre la identidad de Europa sent¨ªan que al menos hab¨ªa un punto de acuerdo: El sonido de Europa (tal era el t¨ªtulo del encuentro internacional de m¨¢s de 300 pol¨ªticos, intelectuales y artistas que se estaba desarrollando en Salzburgo) no era el de la familia Trapp, sino el de Mozart. Y la ciudad lo viv¨ªa con un despliegue espectacular de fuerzas de seguridad, que as¨ª son los paisajes de nuestro tiempo, pero uno pod¨ªa volver a visitar con asombro la casa natal de Mozart, redise?ada con imaginaci¨®n y un punto de provocaci¨®n por Robert Wilson, o asistir a un megaconcierto gratuito al aire libre de varios grupos de pop y rock, en el que se pod¨ªa degustar un poquito de chocolate de una tarta de m¨¢s de 200 kilos elaborada por los reposteros de la ciudad. Todo era posible en Salzburgo el 27 de enero. Feliz cumplea?os, Mozart.
Babelia
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