El Madrid sobrevive en el alambre
La efectividad del equipo de L¨®pez Caro tumba a un Celta voluntarioso pero blando en el ataque
Son pruebas que hay que pasar. El mandato de L¨®pez Caro va sumando partidos, y necesitaba uno como el de ayer para saber que tambi¨¦n sabe sobrevivir en el alambre. En un partido tan trepidante como poco acad¨¦mico, el Real Madrid confi¨® en su pegada, que fue descomunal, y sum¨® la sexta victoria consecutiva. No jug¨® su partido, sino el que le propuso el Celta, que tanto se benefici¨® de su car¨¢cter como fue v¨ªctima de la aceleraci¨®n. Tuvo paciencia el Madrid. Demasiada: sali¨® vivo de Bala¨ªdos porque el Celta es algo inexperto y carece de pegada. Pero cuando Guti estir¨® el cuello y Robinho toc¨® el bal¨®n, se meti¨® el partido en el macuto. Como en el partido del Bernab¨¦u, un gol fantasma decidi¨® el choque; esta vez, a favor de los intereses del Real. Tambi¨¦n sobrevivi¨® a la pol¨¦mica en su ¨¢rea, y a mil remates desviados de un equipo que a?ora a Baiano. Pero nunca se dej¨® llevar el equipo blanco por la electricidad de la noche, aunque toda aquella parsimonia s¨®lo dio resultado por la exagerada candidez de los de Bala¨ªdos. Sin Robinho, nada de ello hubiese sido posible: busc¨® su oportunidad en un mal rechace de Jos¨¦ Enrique, y condujo un contraataque endiablado para que Cicinho enterrara el encomiable esfuerzo de su rival.
CELTA 1 REAL MADRID 2
Celta: Pinto; ?ngel, Sergio, Lequi, Jos¨¦ Enrique; Oubi?a; N¨²?ez (Gustavo L¨®pez, m. 75), Jorge (Perera, m. 61), Silva; Javi Guerrero y Cannobio.
Real Madrid: Casillas; Cicinho (Diogo, m.80), Sergio Ramos, Helguera, Roberto Carlos; Gravesen (Woodgate, m. 46); Beckham, Guti, Zidane, Robinho; y Baptista (Cassano, m. 70).
Goles: 1-0. M. 17. Robinho marca con la derecha en el interior del ¨¢rea tras un pase de Baptista.
1-1. M. 40. Lequi remata de cabeza en el ¨¢rea peque?a un centro de ?ngel.
1-2. M. 56. R¨¢pido contragolpe del Madrid. Robinho se escapa por la izquierda encara a Pinto y lanza un disparo que despeja ¨¦ste. El rechace lo recoge Cicinho, que empuja.
?rbitro: Teixeira Vitienes. Amonest¨® a Lequi, Robinho, Zidane, ?ngel, Roberto Carlos y Sergio.
Unos 25.000 espectadores en el estadio de Bala¨ªdos.
La primera vez que lleg¨® el Madrid marc¨®. Es lo esperado, no que juegue a la ruleta rusa
El partido vivi¨® un primer cuarto de hora tan inesperado, que todo lo que sucedi¨® a continuaci¨®n estuvo condicionado por ese carrusel de oportunidades del Celta. Lo que ocurri¨® fue una emboscada a Gravesen en toda regla, que dej¨® cuatro defensas del Madrid para cuatro delanteros celestes. El Celta empotr¨® al Madrid, y se sucedieron las oportunidades. El Madrid estaba roto por la mitad, con medio equipo que asist¨ªa desde lejos al partido que se jugaba en el ¨¢rea de Casillas. Pero la primera vez que lleg¨® al ¨¢rea, Robinho, in¨¦dito, aloj¨® el bal¨®n en la red. Es lo que se espera del Madrid, pero no que juegue a la ruleta rusa como lo hizo en Bala¨ªdos. Asombrado por la rabiosa salida del equipo de Fernando V¨¢zquez, el Madrid, que renunci¨® al protagonismo del choque, mantuvo la tensi¨®n del partido gracias a que el Celta no tiene delanteros.
No es habitual en los tiempos que corren arriesgar con un ¨²nico medio defensivo o reunir a cuatro centrocampistas en l¨ªnea. Lo hicieron el Madrid y el Celta, pero con un resultado bien distinto. Porque los de Vigo se fueron a por el bal¨®n al ¨¢rea del Madrid, y cuando el equipo blanco intent¨® adelantar su defensa, los huecos se le multiplicaron. El Madrid, aturdido por la inesperada estampida celeste, tard¨® exactamente 18 minutos en coser una jugada, pero hizo pleno. Sali¨®, c¨®mo no, de las botas de Guti, que meti¨® un bal¨®n a Baptista que el brasile?o supo gestionar. Amedrentado por la planta del delantero, el joven Jos¨¦ Enrique atac¨® al bal¨®n con las entra?as, y el rechace fue a parar a la bota de Robinho. Fue gol, por supuesto, y al Madrid le invadi¨® cierto aire de divinidad. Si hab¨ªa extra¨ªdo un gol de un calvario, la noche s¨®lo le pod¨ªa deparar noticias agradables. Y lo cierto es que a partir de entonces Guti comenz¨® a gobernar el encuentro. Con Zidane algo distra¨ªdo, el capit¨¢n se asoci¨® con Robinho, que mantuvo un precioso duelo con ?ngel, pero el Celta porfi¨® y, de un goteo de oportunidades menos generoso que el inicial, fue capaz de descansar en el intermedio con el choque igualado.
Solidario con la tortura de Gravesen, L¨®pez Caro le ahorr¨® sufrimientos en la segunda parte. Lo sustituy¨® por Woodgate, se adelant¨® Helguera y Guti baj¨® para ayudarle. Al fin y al cabo, el Madrid viv¨ªa a la expectativa, y de lo que se trataba era de acabar con la insultante superioridad num¨¦rica del Celta en el coraz¨®n de su campo; y al fin y al cabo, la efectividad en el ¨¢rea rival se da por descontada. En realidad, lo que desequilibr¨® no fue tanto que se jugara un nuevo partido, como el tono ¨¦pico y algo alocado que el Celta le dio al partido. Contagiado por la efervescencia que siempre provoca el Madrid, el equipo de V¨¢zquez jug¨® la segunda mitad como si se tratara de un eterno ¨²ltimo minuto. Y de un saque de esquina en su contra, el Madrid extrajo el gol que necesitaba para afianzar su estatus. Con el Celta volcado, lanz¨® un contragolpe, y un instante de incertidumbre de Oubi?a le abri¨® a Robinho una autopista hacia la porter¨ªa. Despej¨® Pinto y Cicinho remat¨® la jugada.
No hubo ni un rastro m¨¢s del Madrid en lo que quedaba de partido. Si acaso, minutos para Cassano, que desaprovech¨® un mano a mano con Pinto al rato de sustituir a Baptista. Lo que quedaba de partido estaba para la heroica c¨¦ltica, que no lleg¨® porque si en Madrid se dio un gol que no era, en Vigo se anul¨® el que s¨ª entr¨®: un delicado centro de Silva que se envenen¨® hasta colarse en la porter¨ªa de Casillas. Tuvo el Celta tiempo de solicitar un penalti de Woodgate y de agasajar a su hinchada con una derrota honrosa, pero suyo fue el desgaste y del Madrid, los tres puntos.
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