Asombro
Muchos socios del Club de Debates Urbanos, a los que representamos, nos han comunicado su asombro ante la carta sobre la M-30 que, con fecha del 29 de diciembre, han recibido de usted [del alcalde de Madrid]. En atenci¨®n a ellos, y -presumimos- a muchos otros vecinos de Madrid, destinatarios de esa carta y disconformes con ella, le dirigimos esta p¨²blica contestaci¨®n.
Algo se podr¨ªa decir acerca de las publicistas afirmaciones del texto (entre otras: "Se reducir¨¢ la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica"; "comportar¨¢ importantes beneficios medioambientales para toda la ciudad"; "la ciudad ganar¨¢ en zonas verdes"
[?se pueden hacer zonas verdes -preguntamos- talando a discreci¨®n?]; "mejorar¨¢ tambi¨¦n la calidad del agua del Manzanares"; "se recuperar¨¢n [?ya estamos viendo c¨®mo!] los puentes hist¨®ricos..."). Pero no entraremos aqu¨ª en su discusi¨®n.
Nos interesa m¨¢s su ¨²ltimo p¨¢rrafo: en ¨¦l se advierte la preocupaci¨®n del Ayuntamiento, y de su alcalde, por que la operaci¨®n no sea bien comprendida por los madrile?os; y pide disculpas... Y pide fe.
En operaciones de esta envergadura -y de este descomunal coste (del que, por cierto, nada se dice en la carta)-, las explicaciones han de darse siempre a priori, no cuando todo est¨¢ irreversiblemente desventrado. Las cosas hubieran sonado m¨¢s inocentes si, por ejemplo, se hubiera detallado qu¨¦ flujo de veh¨ªculos se estaba contemplando; si, por ejemplo, se hubiera querido tener tiempo para hacer el obligatorio estudio de impacto ambiental que no se ha hecho (?ya sabemos, se?or alcalde, que los tiempos electorales son los que mandan...!); si, por ejemplo, se hubiera establecido un periodo de informaci¨®n p¨²blica que hubiera permitido, al menos, tomar un respiro ante la impresi¨®n inicial de encontrarse con una sala repleta de cajas y no saber por d¨®nde empezar... Entonces, quiz¨¢, se?or alcalde, tendr¨ªa sentido su carta exculpatoria; no, desde luego, ahora: cuando s¨®lo puede leerse como propagandista y -casi- desesperado intento de hacer comulgar con ruedas de molino al ciudadano (quien sufre, en efecto, y paga la ocurrencia; a quien, por ello, no se le debe, al menos, hacer leer ciertas cosas).
En cualquier caso, los que hemos recibido dicha carta le rogamos se ahorre en lo sucesivo el coste que comporta el enviarla. Coste que puede ser destinado a fines -eso s¨ª- de inter¨¦s general.
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