Esperar y ver
El mantenimiento o la retirada de la ayuda econ¨®mica occidental se ha convertido en el primer caballo de batalla del interregno que se vive en Palestina tras la arrolladora victoria electoral de Ham¨¢s. El movimiento integrista pidi¨® ayer la continuidad de este flujo vital (500 millones de euros de la UE el a?o pasado, 234 millones de d¨®lares previstos por EE UU para 2006), y lo propio ha hecho el devaluado presidente Mahmud Abbas ante la canciller alemana, de visita en la zona.
El elemento crucial es si los islamistas est¨¢n dispuestos a reconocer a Israel y abdicar de la violencia. La Uni¨®n Europea condicion¨® ayer formalmente a estas dos premisas, anunciadas previamente por Angela Merkel, la continuaci¨®n de su cuantiosa ayuda a los palestinos. Pero en el vac¨ªo de poder efectivo que se registra en Cisjordania y Gaza -Abbas es un figur¨®n y los integristas intentan digerir contrarreloj unos resultados electorales nunca so?ados- aparecen ya las primeras discrepancias serias. El presidente garantiza a sus interlocutores occidentales que la AP cumplir¨¢ sus compromisos pol¨ªticos previos a los comicios, pero l¨ªderes de Ham¨¢s consideran impensable la renuncia de los suyos a la lucha armada.
El marasmo que registra el campo palestino se prolonga en un Occidente confuso. Mientras Bush insiste en descartar el di¨¢logo con un Gobierno que niegue a Israel y mantenga un brazo terrorista, sus diplom¨¢ticos debat¨ªan anoche en la reuni¨®n del Cuarteto, en Londres, si aislar a Ham¨¢s es la mejor opci¨®n posible. El dinero de los pa¨ªses democr¨¢ticos es ahora mismo decisivo para la supervivencia palestina, pero si su flujo se interrumpe ser¨¢ presumiblemente sustituido por otro de procedencia ¨¢rabe. Parece claro que los Gobiernos de la regi¨®n est¨¢n dispuestos a mantener sus relaciones con los nuevos due?os de Palestina al margen de la opini¨®n de Bruselas o Washington.
Pronto habr¨¢ indicios fiables del rumbo de Ham¨¢s. Los meses venideros, con las elecciones israel¨ªes a la vuelta de la esquina, ser¨¢n especialmente significativos. El reto para las potencias occidentales, de nuevo cogidas a contrapi¨¦ por un fen¨®meno que han contribuido a alumbrar, consiste en no adoptar decisiones precipitadas. Hay que seguir impulsando por todos los medios y con la firmeza necesaria un entorno democr¨¢tico y pac¨ªfico en la regi¨®n, sin romper los puentes con los extremistas que han conseguido en Palestina el pr¨¢ctico monopolio del poder. Los hechos, no las palabras, deben ser la gu¨ªa de las decisiones pol¨ªticas inminentes en el nuevo escenario de Oriente Pr¨®ximo.
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