"Es la econom¨ªa (global), est¨²pido"
El autor defiende la operaci¨®n lanzada por Gas Natural sobre Endesa porque se ajusta a la realidad del mercado global.
En la resoluci¨®n sobre la OPA Gas-Endesa nos jugamos que una Espa?a competitiva sea protagonista en el mercado global de la energ¨ªa o que, por el contrario, nos autoexcluyamos prolongando nuestra tradicional guerra civil, ahora econ¨®mica.
Seguimos sin tener en cuenta que, nos guste o no, la globalizaci¨®n es la americanizaci¨®n. As¨ª, la ¨²nica manera de salir airosos de esta situaci¨®n es conocer cu¨¢les son las reglas de juego que practica el "amigo americano" para reproducirlas aqu¨ª y que nuestras empresas puedan competir en una m¨ªnima igualdad de condiciones con sus multinacionales. Y es que las limitaciones en la competencia nos las imponemos nosotros mismos. Con el s¨ªndrome del converso, ahora, nuestros tribunales y expertos de la competencia han construido una dogm¨¢tica jur¨ªdica y econ¨®mica barroca que no cuadra con los est¨¢ndares que rigen en el genuino derecho norteamericano que seguimos copiando tarde y mal. Alegan que con la fusi¨®n Gas-Endesa se crear¨ªa un duopolio. Sin embargo, desconocen que, desde hace 50 a?os, la doctrina norteamericana permite las fusiones siempre que los dos gigantes resultantes constituyan un "duopolio competitivo". Ello explica que las multinacionales norteamericanas conquisten los mercados del mundo. Negar esta doctrina en Espa?a desarma a nuestras empresas para competir globalmente.
Que los de fuera se opongan a la fusi¨®n (como acaba de hacer con toda desfachatez en Madrid el presidente de la Comisi¨®n Antimonopolio de Alemania) lo explican los expertos: los organismos de competencia de cada Estado pretenden discriminar a las empresas extranjeras para impedir que compitan en igualdad de condiciones con las suyas. Alemania es un ejemplo ilustrativo: dispone de un gigantesco duopolio entre E.ON (gas y electricidad) y RWE (gas, electricidad y agua). Asimismo, Francia integra en un colosal monopolio p¨²blico Electricit¨¦-Gaz de France, como se ha dicho "un Estado dentro del Estado". Se trata de la primera empresa europea de electricidad que con esta concentraci¨®n est¨¢ conquistando el mercado global (baste citar la construcci¨®n de decenas de centrales nucleares en China).
Cuando Endesa se opone a la fusi¨®n alegando que ya es una national champion, se est¨¢ enga?ando, puesto que los primeros puestos (tanto en electricidad como en gas) los ocupan los gigantes citados, frente a una renqueante Endesa que es la s¨¦ptima (con volumen de negocio tres veces menor y sin gas, naturalmente).
Que un alem¨¢n nos intente "convencer" de que la fusi¨®n acarrear¨¢ una subida de precios es comprensible: defiende su gigantesco duopolio para que ellos (aunque con precios m¨¢s altos) sigan conquistando el mercado del este y el global. Mientras, a nosotros se nos recomienda la fragmentaci¨®n empresarial para impedir que Espa?a pueda estar en la parrilla de salida con un aut¨¦ntico campe¨®n nacional para competir en el mundo.
Porque, aunque la Organizaci¨®n Mundial del Comercio ha establecido unas reglas iguales para todos, no ha impuesto las de competencia, que es la otra cara de la moneda -o mejor la cruz- de ese comercio global debido a que los Estados con grandes conglomerados siguen imponiendo la ley del oeste para seguir disfrutando de esa ventaja competitiva.
El principio fundamental de la armonizaci¨®n europea y global es el "reconocimiento mutuo" de legislaciones, pero ello debe servir para adoptar sus est¨¢ndares privilegiados de competencia, no para que hagamos la estupidez de mantener nuestros estrechos est¨¢ndares que se traducen en un harakiri para nuestras empresas. El derecho americano o alem¨¢n establece est¨¢ndares favorables a: los "duopolios competitivos"; a que "el ministro tiene el poder para permitir fusiones que han sido prohibidas por la autoridad de competencia" por otras razones de inter¨¦s p¨²blico, y a admitir que una empresa s¨®lo incurre en abuso de posici¨®n dominante cuando supera el 70% del mercado (cuando aqu¨ª seguimos limit¨¢ndolo al 50%). Por tanto, hacemos un flaco servicio a la econom¨ªa nacional si no reproducimos de inmediato dichos est¨¢ndares en Espa?a.
Pero en la fusi¨®n Gas-Endesa se olvida que el est¨¢ndar m¨¢s relevante es la seguridad nuclear. De lo contrario, podr¨ªamos tener un "11-M energ¨¦tico", ya que como se?alan los reguladores, en Occidente la amenaza m¨¢s plausible no son las "armas de destrucci¨®n masiva" (WMD), sino las de dispersi¨®n radiactiva masiva, lo que se denomina Radiological Dispersal Devices (RDD), que se pueden activar por accidentes t¨¦cnicos o por terrorismo nuclear.
EE UU desde el 11-S declar¨® que el sector de la energ¨ªa como "infraestructura cr¨ªtica" y los organismos reguladores espec¨ªficos tienen la obligaci¨®n de primar los aspectos de seguridad sobre los de competencia. La energ¨ªa el¨¦ctrica en Espa?a es la nuclear, y los est¨¢ndares de seguridad est¨¢n bajo m¨ªnimos, como demuestran los "incidentes" de Vandell¨®s con cierre temporal, los apagones de Andaluc¨ªa y Canarias y, sobre todo, el f¨¢cil acceso de un grupo ecologista (pod¨ªa haber sido terrorista), a la c¨²pula de una central nuclear espa?ola.
El est¨¢ndar indiscutible que prevalece despu¨¦s de analizar los accidentes nucleares de Rusia y EE UU en los ochenta es que en este sector de la energ¨ªa "nunca debe primar la productividad por encima de la seguridad". Por tanto, sorprende que cuestionemos esta fusi¨®n por motivos de productividad (competencia y precios), y no por el ¨²nico est¨¢ndar admisible: el de seguridad.
Las fusiones est¨¢n justificadas en EE UU y ahora tambi¨¦n en Europa, por innovaci¨®n y eficiencia. Es evidente que se requiere una ingente inversi¨®n en innovaci¨®n tecnol¨®gica para la gesti¨®n de nuestras centrales nucleares y para el control y trazabilidad de los materiales radiactivos. Estas nuevas tecnolog¨ªas, a trav¨¦s de sistemas de informaci¨®n que funcionan perfectamente para la programaci¨®n y navegaci¨®n de sat¨¦lites y del nuevo Airbus, deben ser introducidas imperiosamente en nuestras anticuadas centrales nucleares, y s¨®lo a trav¨¦s de esta fusi¨®n puede aportarse la importante financiaci¨®n requerida para dicha innovaci¨®n.
La competitividad de un pa¨ªs no depende s¨®lo de la productividad o de los precios del mercado, sino de la consistencia y dinamicidad de sus empresas y de sus instituciones reguladoras. Como se ha dicho, debemos quitarnos "las orejeras" que nos impiden visualizar que la competencia es global y que, en este sector, la seguridad es el factor imprescindible de calidad y competencia.
La famosa m¨¢xima "It's the economy, stupid", acu?ada por los economistas para responder a los pol¨ªticos republicanos que no percib¨ªan las claves de la crisis de los noventa, habr¨ªa que corregirla en Espa?a para contestar a pol¨ªticos y administradores que se oponen a esta fusi¨®n, por la de "?es la econom¨ªa global!", "?es la seguridad nuclear!" si no queremos ser est¨²pidos.
Manuel Ballb¨¦ es catedr¨¢tico de Derecho Administrativo y autor de Estado Competitivo y Armonizaci¨®n Europea, Ariel Econ¨®mica.
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