Ataques y venganzas
La segunda edici¨®n de La pelota vasca quiz¨¢s no se olvide de contar lo sucedido a un vecino de Azkoitia que un d¨ªa salv¨® a un beb¨¦ de ser arrollado por un cami¨®n. El ni?o creci¨®, se hizo etarra y mat¨® a tiros a su salvador. A?os despu¨¦s, cumplida la pena de c¨¢rcel, puso un negocio de cristaler¨ªa en Azkoitia debajo del domicilio de la viuda. El vecindario, conocedor del tremendo dolor moral de la viuda, decidi¨® que, en realidad, no pasaba nada. Frente a la c¨¢mara, el alcalde podr¨ªa cerrar el gui¨®n con voz lela: "Kandidito tiene esa cristaler¨ªa desde hace dos a?os y hasta ahora se ha dado una situaci¨®n de convivencia".
?Cabr¨ªa imaginar un relato corto m¨¢s desolador? S¨ª. Simplemente, contando lo que sigui¨®.
La Audiencia Nacional se dirigi¨® contra el convicto cristalero y su compa?ero de atentado reclam¨¢ndoles las indemnizaciones debidas a la viuda e hijos del asesinado. Algunos convecinos ven esta exigencia como una venganza que atenta contra los derechos humanos de los excarcelados, por lo que reclaman del Ayuntamiento el apoyo hacia las inocentes v¨ªctimas de esta tropel¨ªa judicial.
Los dos partidos que gobiernan en el municipio (y en Euskadi) propusieron una moci¨®n en defensa del derecho de los excarcelados a su reinserci¨®n social. La tentaci¨®n del guionista ser¨¢ rechazar lo anterior por inveros¨ªmil y concluir con la bonita secuencia de la mediaci¨®n de un parlamentario del PNV desplazado a Azkoitia. Primer plano con gesto de satisfacci¨®n al conseguir que, a lo dicho por los vecinos y por los concejales, se a?ada la conveniencia de pedir perd¨®n a las v¨ªctimas.
Pero, entonces, se habr¨¢ escamoteado la escena de la sesi¨®n plenaria municipal, en la que no s¨®lo las mociones, sino tambi¨¦n las emociones, se desbordan. Enfoquemos, por tanto, la retina del alcalde perplejo, mientras percibe a los respectivos amigos del d¨²o inocente y de la viuda enzarzados en insultos y desalojados de la sala, porra de la Ertzaintza en mano. El alcalde, don Poncio Pilatos, cierra quej¨¢ndose de la mala imagen dada por los extremistas, es decir, quienes apoyan a los ex etarras inocentes y a la viuda vengativa.
?Cabr¨ªa imaginar un relato corto m¨¢s desolador? S¨ª. Simplemente, contando lo que sigui¨®.
Una voz en off, lee en la prensa del d¨ªa siguiente: "Un millar de personas se manifiestan para protestar contra la investigaci¨®n sobre sus bienes abierta a dos ex etarras que participaron en el asesinato del concejal don Ram¨®n Baglietto. El propio Kandido Aspiazu tom¨® la palabra para agradecer el apoyo que, seg¨²n dijo, est¨¢ recibiendo de todo el pueblo".
Cierra el corto la viuda, que expresa en su mirada el estupor que le produce haber sido, de nuevo, marginada por un vecindario que sigue neg¨¢ndose a reprochar a Kandidito sus acciones, porque, al fin y a la postre, aqu¨ª no pasa nada.
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