El psicoan¨¢lisis y sus trampas

Director-guionista que viene del terreno del cine independiente (por aqu¨ª le recordamos un filme inicial no despreciable, El informador, sobre el mundo de la bolsa en los noventa), Ben Younger cambia por completo de registro para proponer, en una comedia con momentos particularmente brillantes, una hip¨®tesis considerablemente embarazosa para cualquier psicoanalista, amante del m¨¦todo freudiano y aleda?os: qu¨¦ pasa cuando una analista, jud¨ªa, un poco mandona pero decididamente inteligente (Meryl Streep, bien, como es norma), descubre que una experiencia que alent¨® en una paciente (Uma Thurman, muy a gusto con un personaje construido a su medida) la toca no ya de cerca, sino en carne viva.

Este punto de partida, en una pel¨ªcula hecha para p¨²blicos casi en la cuarentena, llena de golpes de efecto y con detalles particularmente logrados (ese portero negro, esa familia jud¨ªa en plena acci¨®n) da muy buen juego durante buena parte del metraje de un filme. Pero no es lo que m¨¢s importa, por lo dem¨¢s, en una pel¨ªcula que se ordena seg¨²n el m¨¢s bien rancio esquema de chica encuentra chico / lo seduce / se van a vivir juntos / la cosa no funciona / nuevo encuentro; o sea, lo de siempre. Pero como es bien sabido, la chicha de pel¨ªculas como ¨¦stas radica justamente no en su esquema base, sino en las modificaciones que ¨¦ste propone.

Aqu¨ª hay varias: una, la relaci¨®n Thurman / Streep, uno de los puntos fuertes de la funci¨®n, que dos gatas viejas como ellas aprovechan al m¨¢ximo. Otra es el cambio del, digamos, agente activo, aqu¨ª una mujer en la treintena larga, pija y con gustos muy poco de clase media, que se enamora de un chico con talento, pero con todos los problemas de un veintea?ero que ni siquiera tiene casa propia: ¨¦l es m¨¢s bien el objeto que el sujeto del amor, con lo que supone de cambio con respecto al canon hist¨®rico del g¨¦nero. Y otra, en fin, la exploraci¨®n en busca de la cotidianidad del amor, cualquier cosa menos confortable.

Con todo eso, Younger construye una comedia inteligente, m¨¢s que llevadera, con personajes muy bien construidos y especialmente cre¨ªbles (?qui¨¦n renunciar¨ªa al amor de una mujer tan bella y contundente como Thurman, aunque las diferencias con el amante sean culturalmente abismales y vitalmente muy importantes?), aunque con un tal¨®n de Aquiles m¨¢s que notable: agradecer¨¢ el lector que este cr¨ªtico no le destripe la resoluci¨®n de una historia en la que, por supuesto, tambi¨¦n tiene mucho que ver la edad biol¨®gica de la protagonista, sus deseos de maternidad y todo lo que se puede colegir de ello.

Pero justamente en un final en el que el filme se juega toda su credibilidad, uno de sus personajes es castigado con la renuncia, una vuelta al esquema patriarcal que parec¨ªa, a lo largo del filme, un escollo f¨¢cilmente salvable por un gui¨®n que, por una vez, brillaba con sus toques de humor, sus retru¨¦canos inteligentes y las m¨¢s que ajustadas reacciones de sus personajes. Y es que, frente al deseo de los personajes, vuelve a erigirse el lugar com¨²n de la censura social... una l¨¢stima para una pel¨ªcula hasta entonces llevada con mano segura y con unos actores sencillamente inmejorables.