Posturas opuestas
Qui¨¦nes son ahora los "monos cobardes y amantes del queso"? El presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, dice que los Estados descontrolados cumplen los requisitos para poner en pr¨¢ctica la doctrina francesa sobre la posibilidad de respuesta mediante el uso de su arsenal nuclear. Al mismo tiempo, el Gobierno de Bush trata con delicadeza a un r¨¦gimen revolucionario iran¨ª que se dispone a nuclearizarse. Es decir, da la impresi¨®n de que ahora son los franceses quienes proceden de Marte y los estadounidenses de Venus. C¨®mo cambian las cosas en cuatro a?os. Cuatro a?os y unas cuantas heridas obtenidas en Irak.
Es verdad que el presidente Bush tuvo palabras duras para Ir¨¢n en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n pronunciado esta semana. Pero su tono fue muy distinto al del discurso de 2002, poco despu¨¦s de los atentados terroristas del 11 de septiembre, cuando decidi¨® arbitrariamente unir a Irak, Ir¨¢n y Corea del Norte en un "eje del mal". Ahora dice que "el mundo no debe permitir que el r¨¦gimen iran¨ª obtenga armas nucleares". El mundo, f¨ªjense, no Estados Unidos. ?Pero c¨®mo va a hacer el mundo para evitarlo? Por ahora, la ¨²nica respuesta seria de Washington es: mediante la diplomacia multilateral, preferiblemente a trav¨¦s de la ONU. ?Bienvenido al club de los euroenclenques, se?or presidente!
La Casa Blanca insiste en que Bush no puede descartar la v¨ªa militar, pero responsables de la Administraci¨®n han dejado claro que Ir¨¢n no es Irak
El mundo se enfrenta a un grave problema de proliferaci¨®n nuclear, e Ir¨¢n se ha convertido en un caso fundamental para ponernos a prueba
Hagamos lo que hagamos respecto a Ir¨¢n, lo que se necesita es un nuevo sistema internacional para la supervisi¨®n e inspecci¨®n de instalaciones at¨®micas
Por supuesto, la Casa Blanca insiste en que el presidente nunca puede descartar la v¨ªa militar. Pero varios responsables de la Administraci¨®n han dejado claro que Ir¨¢n no es otro Irak, y los analistas militares coinciden en que entre las opciones para atacar las instalaciones nucleares iran¨ªes no existe ninguna buena, s¨®lo las hay malas o peores. El fin de semana pasado, en el Foro Econ¨®mico Mundial de Davos, tuve la oportunidad de hablar de dichas opciones con uno de los principales expertos estadounidenses en el aspecto militar de las relaciones con Ir¨¢n, Kenneth Pollack. Muchos comentaristas sugieren que es posible que EE UU deje en manos de Israel el trabajo sucio de retrasar el programa nuclear iran¨ª mediante unos cuantos bombardeos a¨¦reos. Pollack asegura, con argumentos convincentes, que a Israel le resultar¨ªa extraordinariamente dif¨ªcil hacerlo, incluso aunque quisiera.
Israel posee pocos aviones capaces de operar eficazmente a esa distancia. Hay muchos sitios posibles en los que los mul¨¢s pueden estar ocultando su material nuclear. Despu¨¦s de los primeros ataques, el factor sorpresa dejar¨ªa de existir. A partir de ese momento, los aviones tendr¨ªan que enfrentarse a las defensas antia¨¦reas iran¨ªes para poder bombardear, un esfuerzo considerable. Y existe la posibilidad de que Ir¨¢n ejerciera represalias, por ejemplo, animando a Hezbol¨¢ a cometer atentados terroristas en Israel. Dado que los jefes militares israel¨ªes dicen que lo que m¨¢s temen de Ir¨¢n no es que el Gobierno de Teher¨¢n tenga la bomba nuclear (ellos tambi¨¦n tienen una con la que ejercer presiones disuasorias), sino que d¨¦ carta verde a Hezbol¨¢, los ataques a¨¦reos podr¨ªan tener las consecuencias que pretend¨ªan evitar.
Todo esto no quiere decir que, al final, Israel no hiciera el trabajo si pensara que estaba en peligro su seguridad y su propia existencia. Pero, desde el punto de vista militar, EE UU es el ¨²nico pa¨ªs con alguna probabilidad de lograr los resultados t¨¦cnicos deseados (es decir, retrasar el programa de fabricaci¨®n de armas nucleares para varios a?os). Y ser¨ªa un ¨¦xito t¨¦cnico con un coste inmenso. Las instalaciones nucleares est¨¢n muy extendidas, mucho m¨¢s all¨¢ de los centros conocidos en Ispah¨¢n y Natanz, por lo que es pr¨¢cticamente inevitable que hubiera "da?os colaterales"; en otras palabras, la muerte de ciudadanos inocentes. Ello engendrar¨ªa una oleada de solidaridad patri¨®tica con el r¨¦gimen teocr¨¢tico en Ir¨¢n, incluso entre los j¨®venes que se oponen ferozmente a los mul¨¢s, y otra oleada de reacciones en todo el mundo, sobre todo entre los musulmanes. No es extra?o que a Washington no le guste mucho la idea.
Una partida de ajedrez
Hace cuatro a?os, en v¨ªsperas de la guerra de Irak, pareci¨® que presenci¨¢bamos un partido de f¨²tbol americano, r¨¢pido y explosivo. Con Ir¨¢n vamos a ver una larga partida de ajedrez. La reuni¨®n de la junta de gobierno del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (el casi impronunciable OIEA), iniciada esta semana, tendr¨¢ su continuaci¨®n a principios de marzo y, casi con toda certeza, estar¨¢ de acuerdo en remitir el caso de Ir¨¢n al Consejo de Seguridad de la ONU. As¨ª lo aprobaron el Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos, Rusia y China en una fruct¨ªfera reuni¨®n celebrada a principios de semana en Londres. Los representantes rusos y chinos han ido a Teher¨¢n para transmitir el mensaje al Gobierno iran¨ª. Lo mismo hizo Jack Straw en una entrevista con el ministro iran¨ª de Exteriores.
Aunque el caso se remita a la ONU, seguramente habr¨¢ medidas nuevas y complejas antes de imponer sanciones. No est¨¢ nada claro qu¨¦ sanciones aprobar¨ªan China y Rusia. Esta partida de ajedrez persa tiene muchas dimensiones y ejemplifica la realidad de un mundo multipolar. El presidente iran¨ª, Mohammed Ahmadineyad, denuncia los ataques de "las falsas superpotencias", pero la verdad es que son grandes potencias distintas y con intereses variados. E incluso aunque aprueben las sanciones, es posible que ¨¦stas no impidan al r¨¦gimen iran¨ª seguir adelante con su programa nuclear, de forma abierta o encubierta. Por suerte, los expertos nucleares calculan que Ir¨¢n tardar¨¢ de tres a ocho a?os en llegar al momento en que pueda decidir si se lanza a por todas en la construcci¨®n de su capacidad armament¨ªstica nuclear.
Ese calendario tiene una importancia especial para la pol¨ªtica estadounidense. Si se preguntan por qu¨¦ el Gobierno de Bush est¨¢ siendo tan moderado en este asunto, "m¨¢s europeo que los franceses", una respuesta c¨ªnica podr¨ªa ser que sabe que el momento de la verdad no le va a tocar a ¨¦l. Si se preguntan por qu¨¦ tanto John McCain como Hillary Clinton, dos favoritos para las pr¨®ximas elecciones a la presidencia de EE UU, mantienen una postura tan dura, ese mismo c¨ªnico podr¨ªa contestar que son conscientes de que el momento de la verdad llegar¨¢ seguramente a partir de 2009, cuando ya se haya producido el relevo.
Mientras tanto, conviene dejar de pensar en Ir¨¢n s¨®lo a trav¨¦s del prisma de nuestra actitud respecto a Estados Unidos, como hicieron tantos europeos en el caso de Irak. Lo cierto es que, independientemente de lo que haga o deje de hacer Washington, el mundo se enfrenta a un grave problema de proliferaci¨®n nuclear, e Ir¨¢n se ha convertido en un caso fundamental para ponernos a prueba. El responsable del OIEA y premio Nobel de la Paz, Mohammed el Baradei, dijo en Davos: "El sistema actual para evitar la proliferaci¨®n de armas nucleares est¨¢ agotado, fracasado". El Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear no est¨¢ a la altura de la tarea, y, a menudo, s¨®lo se tiene en cuenta para infringirlo. La acusaci¨®n m¨¢s significativa que se hace a potencias nucleares establecidas como EE UU y Reino Unido es la de la doble moral: ?por qu¨¦ existe una norma para ellos y otra para el resto? O, para precisar a¨²n m¨¢s: ?por qu¨¦ existe una norma para Ir¨¢n y otra muy distinta para Israel e India? Decir que "es porque son unas democracias responsables" suscita otra pregunta: "?Qui¨¦n decide qu¨¦ Estados son democracias responsables?". Y, en cualquier caso, Pakist¨¢n no lo es.
De modo que, hagamos lo que hagamos respecto a Ir¨¢n, lo que necesitamos es un nuevo sistema internacional para la supervisi¨®n e inspecci¨®n de instalaciones nucleares en todos los pa¨ªses del mundo. Debe ser un sistema expl¨ªcito, coherente y administrado por lo m¨¢s parecido que tenemos a un ¨¢rbitro mundial, Naciones Unidas. Para que tenga credibilidad, las potencias nucleares tradicionales como el Reino Unido y EE UU tendr¨¢n que someterse al mismo r¨¦gimen de supervisi¨®n e inspecciones que todos los dem¨¢s pa¨ªses. "?Estados Unidos nunca estar¨¢ de acuerdo en eso!", dir¨¢n ustedes. Con el Gobierno actual y el estado de ¨¢nimo actual, no. Pero la postura estadounidense respecto a Ir¨¢n y el tono del discurso sobre el estado de la Uni¨®n de esta semana demuestran que Bush ha cambiado mucho. En 2009, Washington podr¨ªa haber cambiado todav¨ªa m¨¢s. Si queremos quedarnos con un mensaje de esperanza en este sombr¨ªo escenario, recordemos el comentario de Churchill de que, normalmente, uno puede contar con que EE UU, al final, actuar¨¢ como es debido... una vez que haya agotado todas las alternativas.
www.timothygartonash.com. Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
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