El s¨ªndrome del taxista
Hay dos maneras de arruinar el cincuenta aniversario, y las dos, vaya punter¨ªa suicida, son practicadas por el viejo Ente: trabajar la nostalgia como si nuestro pasado audiovisual fuera pop y estuviera libre del pecado original que la pari¨®, y la masturbaci¨®n posmoderna con el propio medio. Dedicar todo un canal del futuro, de la TDT, a desenterrar insensatamente lo que estaba oculto a cincuenta metros bajo tierra y ya borrado de nuestro disco duro, y perpetrar una serie metatelevisiva o pericat¨®dica como Fuera de control. Entiendo lo primero, y me consta que a P¨¦rez Estremera no le quedaba m¨¢s remedio que exiliar a un canalillo del TDT todos los esqueletos nost¨¢lgicos del aniversario. Pero sigo sin entender a qu¨¦ viene Fuera de control los jueves por la noche. Es una serie que intenta celebrar el mundillo interno de televisi¨®n, halagando los m¨¢s viejos instintos del aud¨ªmetro, y ya est¨¢ logrando enfadar a todos.
Medio siglo de TV, sobre todo aqu¨ª, es muy poco para practicar con naturalidad e impunidad lo que ya es tan corriente en otros medios y formatos No protestamos cuando el taxista enganchado a la Cope nos da la tabarra con los propios problemas de la circulaci¨®n del taxi. Compramos novelas espa?olas en las que el autor (87%) parte del principio de que "escribir" es un verbo intransitivo y s¨®lo nos cuenta los problemas de construir una novela, el famoso bloqueo del artista y otras intimidades narrativas. Aceptamos sin rechistar pelis, algunas excelentes, que hablan del propio cine y sus metapasiones. Nos seduce la pintura autorreferencial, la arquitectura intertextual, la vanguardia que hace turmix con las viejas vanguardias, los remix musicales y la filosof¨ªa que s¨®lo es perifilosof¨ªa. Vale. Pero todav¨ªa no estamos preparados para la tele intransitiva, la que s¨®lo trata de s¨ª mima y encima intenta recuperar la zarzuela y el sainete en plan "contaminaci¨®n g¨¦neros". Llegar¨¢ un d¨ªa en que esto ser¨¢ posible, s¨ªntoma de la madurez o decadencia del medio. Ahora mismo, en nuestro aniversario, es una provocaci¨®n tan intolerable como el s¨ªndrome del taxista sainetero y zarzuelero.
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