MoonWinds

MoonWinds, Vientos de Luna: bonito nombre que hace referencia al apellido de su director y, simult¨¢neamente, al tipo de instrumentos que maneja el grupo, (aunque lleva -como ellos mismos dicen- un infiltrado de cuerda: el contrabajo). El nombre tiene tambi¨¦n resonancias po¨¦ticas que, en su caso, est¨¢n justificadas: se trata de un conjunto que se plantea la interpretaci¨®n a un nivel muy alto y, por eso mismo, po¨¦tico. Aunque valencianos la mayor¨ªa, son miembros de importantes agrupaciones europeas. Algunos de ellos quiz¨¢ pasen a formar parte de la nueva orquesta del Palau de les Arts.

En el concierto del s¨¢bado se program¨® una obra del gran repertorio, una composici¨®n del siglo XX (aunque ya cl¨¢sica) y una partitura algo m¨¢s ligera, pero igualmente encantadora: El Notturno, op. 24 de Mendelssohn, para once m¨²sicos, que abri¨® la sesi¨®n y permiti¨® observar ya la versatilidad sonora del grupo. Del aterciopelado sonido con que son¨® el Andante, se pas¨®, sin problema y con naturalidad a la brillantez t¨ªmbrica que ilumin¨® el Allegro subsiguiente. Todas las frases, con su respectiva articulaci¨®n, estaban estudiadas al mil¨ªmetro, quiz¨¢ con m¨¢s profundidad en el primer movimiento que en el segundo. Por el contrario, en el Andante result¨® ligeramente sobrevalorada la ac¨²stica de toda la parte izquierda (flauta, clarinetes, etc.) con respecto a la derecha (fagot, oboes, etc.). Este peque?o desequilibrio no se observ¨® en el Allegro.

El Octeto de Stravinski se interpret¨® con director, el propio Joan Enric Lluna, quien explic¨® personalmente al p¨²blico esta necesidad (los grupos de c¨¢mara, incluso m¨¢s numerosos, no suelen trabajar con director, pero la endiablada m¨¦trica que el ruso presenta en esta obra lo hace bastante deseable). Tuvo el sello "seco" que el propio Stravinski quer¨ªa para ¨¦sta -y para algunas otras- obras suyas, e intervenciones solistas (o por parejas) muy buenas. Excepto alguna variaci¨®n de car¨¢cter sombr¨ªo, el resto fue un genial juego con elementos exclusivamente sonoros, tal como Stravinski, anti-expresionista por definici¨®n, quer¨ªa mostrarse.

?Qu¨¦ decir de la Gran Partita de Mozart para instrumentos de viento? Bell¨ªsimos contrastes din¨¢micos, preciosos di¨¢logos -casi conversaciones- entre los instrumentistas, un encantador solo de oboe que brot¨® como una fuente de la alfombra sonora que le proporcionaron los dem¨¢s, un inicio de la Romanza que nos evoca la m¨²sica mas¨®nica del mismo autor... en fin: vientos de la luna.