Las caricaturas: el islam europeo, secuestrado
El conflicto de las caricaturas danesas es presentado con frecuencia como la expresi¨®n de un choque de civilizaciones entre un Occidente liberal y un Islam que rechaza la libertad de expresi¨®n. Hace falta mucha ignorancia y todav¨ªa m¨¢s hipocres¨ªa para sostener esta tesis. La libertad de expresi¨®n ya tiene l¨ªmites en todos los pa¨ªses occidentales, y por dos cosas: la ley y un cierto consenso social. La ley reprime el antisemitismo. Pero tambi¨¦n el perjuicio a otras comunidades: la Iglesia cat¨®lica de Francia consigui¨® en el 2005 que se retirara un anuncio que utilizaba la Santa Cena, en la que, en lugar de ap¨®stoles, hab¨ªa unas mujeres con ropa ligera. ?ste es exactamente el mismo procedimiento que hoy han emprendido las asociaciones musulmanas. ?Qu¨¦ peri¨®dicos publicaron entonces el anuncio inculpado en defensa de la libertad de expresi¨®n?
En la opini¨®n p¨²blica tambi¨¦n hay un umbral de tolerancia muy variable: ning¨²n peri¨®dico respetable publicar¨ªa hoy una entrevista a Dieudonn¨¦, aunque la justicia no le haya condenado (todav¨ªa) por antisemitismo. Ning¨²n gran peri¨®dico publicar¨ªa unas caricaturas que se burlaran de los ciegos, de los enanos, de los homosexuales o de los gitanos, m¨¢s por miedo al mal gusto que por la persecuci¨®n judicial. Pero con el Islam el mal gusto se acepta porque la opini¨®n p¨²blica es m¨¢s permeable a la islamofobia (que, de hecho, muchas veces esconde un rechazo a la inmigraci¨®n). Lo que ofende al musulm¨¢n medio no es la representaci¨®n del profeta, sino que haya dos varas de medir.
Las protestas de los musulmanes en Europa, excepto las de algunos descontrolados que las capitalizan, son en realidad m¨¢s bien moderadas y tambi¨¦n se basan en la libertad de expresi¨®n. Pero de manera m¨¢s general tambi¨¦n se inscriben en lo que sin duda es hoy el gran debate en Occidente: ?en qu¨¦ medida la ley tiene que defender un espacio de lo sagrado, ya se trate de blasfemias, de negacionismo, de la memoria o del respeto al otro? Esto se enmarca en un debate m¨¢s general: ?qu¨¦ corresponde a la libertad humana de un lado y al orden natural o divino del otro? No es extra?o que los creyentes conservadores, cristianos, jud¨ªos o musulmanes cada vez est¨¦n m¨¢s unidos para reclamar l¨ªmites a la libertad del hombre, ya sea sobre el tema del aborto, del matrimonio homosexual, de bio¨¦tica o de blasfemias. No es extra?o que la conferencia episcopal (de Francia), el gran rabinato y el consistorio protestante hayan manifestado su comprensi¨®n por la indignaci¨®n de los musulmanes. Este debate sobre los valores no enfrenta a Occidente con el Islam, est¨¢ dentro mismo de Occidente.
?De d¨®nde viene entonces la violencia en el caso de las caricaturas? Aqu¨ª no hay que mirar hacia otro lado. El mapa de los disturbios muestra que los pa¨ªses afectados por la violencia son aquellos en los que el r¨¦gimen y ciertas fuerzas pol¨ªticas tienen cuentas pendientes con los europeos. La violencia ha sido instrumentalizada por Estados y movimientos pol¨ªticos que rechazan la presencia europea en un determinado n¨²mero de crisis del Oriente Medio. Estamos pagando una actividad diplom¨¢tica creciente pero que no es objeto de un debate p¨²blico. ?Que el r¨¦gimen sirio se presente como defensor del Islam har¨ªa re¨ªr si no fuera porque las consecuencias han sido tr¨¢gicas! ?Un r¨¦gimen que ha exterminado a decenas de miles de Hermanos Musulmanes est¨¢ ahora en la vanguardia de los defensores de Mahoma! Aqu¨ª se trata de una maniobra estrictamente pol¨ªtica para recuperar la influencia en el L¨ªbano y aliarse con todos aquellos que se sienten amenazados o ignorados por la pol¨ªtica europea. La crisis tambi¨¦n revela que la pol¨ªtica europea ha evolucionado considerablemente. En el momento de la intervenci¨®n americana en Irak, era de buen tono oponer a la coalici¨®n anglosajona una "vieja Europa" continental, hostil a la intervenci¨®n americana, m¨¢s bien propalestina y que insist¨ªa en la soberan¨ªa de los Estados en detrimento a veces de la democratizaci¨®n. Francia estaba acreditada por la tradici¨®n gaullista de independencia respecto a los Estados Unidos.
Ahora bien, en tres a?os las cosas han cambiado mucho. Los europeos est¨¢n echando solos un pulso a Ir¨¢n a prop¨®sito del tema nuclear y se encuentran en primera l¨ªnea para acusar a Teher¨¢n ante el Consejo de Seguridad, mientras que Estados Unidos se mantiene en una ret¨®rica prudente. ?Hay que extra?arse de que Hezbol¨¢ y Teher¨¢n aviven el fuego de las caricaturas? En Afganist¨¢n, las fuerzas de la OTAN, es decir, las tropas europeas, est¨¢n sustituyendo a los soldados americanos y se encontrar¨¢n en primera l¨ªnea contra los talibanes y Al Qaeda. La coalici¨®n de los partidos paquistan¨ªes que se manifiesta hoy para protestar contra las caricaturas danesas es precisamente la que apoya a los talibanes y a Al Qaeda. En el L¨ªbano, Francia (y por tanto tambi¨¦n Europa) ha adoptado de repente una posici¨®n muy dura contra la presencia siria, lo que ha exasperado el r¨¦gimen de Damasco: ahora ¨¦ste se est¨¢ vengando organizando bajo mano ataques contra las embajadas (?qui¨¦n puede imaginarse hoy una manifestaci¨®n espont¨¢nea y descontrolada en Damasco?). Pero es tal vez en Palestina donde el cambio, si no de fondo al menos de forma, es m¨¢s patente: Europa, esta vez cerrando filas, ha impuesto unas condiciones draconianas para mantener las ayudas despu¨¦s de la victoria de Ham¨¢s, lo que muchos palestinos no han entendido, puesto que esperaban una mayor neutralidad; de ah¨ª el arrebato en Gaza contra las representaciones de la Uni¨®n Europea.
Lejos de ser neutral o de estar ausente, Europa ha tomado desde hace tres a?os una postura mucho m¨¢s visible e intervencionista en Oriente Medio, a la vez que se ha acercado a Estados Unidos. Contrariamente a lo que ocurr¨ªa hace tres a?os, Washington desea ahora una mayor presencia europea, sobre todo con la perspectiva de una retirada progresiva de Irak. Esta mayor exposici¨®n de Europa lleva a tensiones con una coalici¨®n extra?a de reg¨ªmenes y movimientos que han secuestrado a los musulmanes europeos.
De hecho, esta estrategia ofensiva ya estaba anunciada desde la iniciativa de los embajadores ¨¢rabes ante las autoridades danesas. Los reg¨ªmenes ¨¢rabes, en efecto, siempre se han esforzado en mantener la inmigraci¨®n en Europa como unadi¨¢spora, que pod¨ªan movilizar por causas nacionales. Los pa¨ªses del Magreb consideran que la segunda generaci¨®n nacida en Francia conserva autom¨¢ticamente la nacionalidad de sus padres. Los consulados se presentan siempre como intermediarios para gestionar las tensiones alrededor de las cuestiones del Islam y se han lanzado a una intensa campa?a para controlar las elecciones en el CFCM (Consejo Franc¨¦s del Culto Musulm¨¢n). La Universidad de Al Azhar en El Cairo se presenta como un recurso para formar imanes y dictar fatwas, y rechaza por ejemplo el Consejo Europeo de la Fatwa, con sede en Londres, que defiende la idea de un derecho espec¨ªfico para el Islam minoritario. En resumen, tanto los Estados como las organizaciones hacen todo lo posible para que los musulmanes de Europa se sientan vinculados a Oriente Medio, y no deja de ser l¨®gico.
Pero la mayor¨ªa de musulmanes de Europa viven este molesto apadrinamiento cada vez peor: es interesante ver que en realidad las grandes organizaciones se distancian de la pol¨¦mica de las caricaturas (basta con mirar la web de la UOIF
[Uni¨®n de las Organizaciones Isl¨¢micas de Francia] o bien la de oumma.com). Es en el sentido de esta desconexi¨®n entre el Islam de Europa y las crisis de Oriente Medio donde hay que buscar la clave de la gesti¨®n de estas tensiones inevitables y tratar a los musulmanes de Europa como ciudadanos, como se hace con los cristianos y jud¨ªos, aunque con frecuencia se les tenga que recordar el principio de la libertad de expresi¨®n y de la laicidad.
Pero tambi¨¦n hace falta que la opini¨®n p¨²blica europea tome conciencia de esta mayor implicaci¨®n de Europa en los asuntos de Oriente Medio, de Palestina a Afganist¨¢n, porque supondr¨¢ un mayor riesgo tanto para sus representaciones diplom¨¢ticas como para sus ONG y sus ciudadanos. Podemos estar de acuerdo con un mayor papel de Europa en Afganist¨¢n o en el L¨ªbano, pero hay que asumir las consecuencias. Una vez m¨¢s, a Europa le falta un espacio de verdadero debate pol¨ªtico.
Traducci¨®n de M. Sampons.
Olivier Roy es polit¨®logo franc¨¦s, director de investigaci¨®n del Centro Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica de Par¨ªs; autor, entre otros libros, de El islam mundializado (Bellaterra).
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