El espectro de los Balcanes
Dos acontecimientos marcar¨¢n la vida de los Balcanes en lo que queda de a?o. Primero, un refer¨¦ndum previsto hacia los meses de mayo o junio en Montenegro, el territorio de Serbia y Montenegro que da al mar Adri¨¢tico, sobre una posible independencia, y la continuaci¨®n de las negociaciones sobre el estatuto final de Kosovo. Las partes implicadas (las autoridades de Belgrado, Podgorica y Pristina) deber¨ªan ejercer la m¨¢xima contenci¨®n para evitar que esos procesos degeneren en violencia.
A comienzos de la d¨¦cada de 1990, la historia descarril¨® en los Balcanes, en parte debido a la ligereza con que muchos pa¨ªses occidentales aceptaron la creaci¨®n de nuevos Estados. El encaje de entidades soberanas sobre un puzzle ¨¦tnico y religioso semejante result¨® una tarea imposible. Los pueblos balc¨¢nicos demostraron una gran inclinaci¨®n a resolver sus diferencias pol¨ªticas por medio de morteros, Kal¨¢shnikov y la quema de la casa del vecino, pero esto era intolerable para el resto de los europeos. Seguramente, los protagonistas de los diversos conflictos, obcecados en ciclos de venganza interminables, estar¨ªan hoy todav¨ªa mat¨¢ndose entre ellos si no hubiera sido porque una intervenci¨®n externa, por medio de Naciones Unidas, la OTAN, la Uni¨®n Europea, la OSCE y diversas potencias occidentales, impuso un fr¨¢gil statu quo. Del mismo modo que para los balc¨¢nicos la definici¨®n de las entidades territoriales segu¨ªa justificando la guerra, para nosotros, la paz pasaba antes de las fronteras.
La situaci¨®n es hoy diferente, porque la presencia internacional impide el estallido de conflictos, y porque las diversas comunidades han comprendido que pueden ganar m¨¢s a trav¨¦s de la pol¨ªtica que por la fuerza de las armas. La perspectiva de acuerdos de asociaci¨®n y estabilizaci¨®n con la Uni¨®n Europea, que allanan el camino hacia una futura adhesi¨®n, representa una fuerza movilizadora de primer orden en esas sociedades. Aunque el avance es lento y dif¨ªcil, y ciertos riesgos persisten, con perspectiva hist¨®rica puede decirse que la situaci¨®n es hoy mucho mejor que hace 10 a?os. Pero esta mejora tiene un precio para los europeos. La UE debe estar muy presente en los planos pol¨ªtico y financiero. Althea, la operaci¨®n militar de la Uni¨®n en Bosnia, es una fuerza permanente sobre el terreno de m¨¢s de 6.000 efectivos, a lo que hay que sumar otra misi¨®n civil de unos 500 oficiales de polic¨ªa, mientras que la operaci¨®n Kfor de la OTAN es necesaria para mantener la paz en Kosovo.
Los ciudadanos de los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea, que sostienen en una inmensa proporci¨®n todos esos esfuerzos, tienen derecho a preguntar: "?Hasta cu¨¢ndo vamos a seguir pagando para que las gentes de los Balcanes puedan vivir en paz y con seguridad?". Y mirando al futuro inmediato: ?dar¨¢ lugar el ansia de independencia en Kosovo a otra ruptura de hostilidades? ?Cu¨¢nto costar¨¢ a la UE esa independencia?
La perspectiva de nuevos Estados independientes en los Balcanes genera l¨®gicamente inquietud. Habr¨ªa que evitar los efectos adversos que una reapertura del dise?o de las fronteras puede tener en otros pa¨ªses de la regi¨®n y m¨¢s all¨¢. Pero el caso de Kosovo es muy particular. En el momento presente, el poder pol¨ªtico y administrativo corresponde de facto a la autoridad regional y a las Naciones Unidas, a trav¨¦s de UNMIK, m¨¢s que a Belgrado. Una mayor¨ªa kosovo-albanesa que compone un 90% de la poblaci¨®n quiere la independencia. En estas circunstancias, la situaci¨®n actual es insostenible, y es preciso encontrar un nuevo r¨¦gimen negociado que beneficie a todas las partes. El resultado final ser¨¢ quiz¨¢ una fase transitoria, en la que las autoridades kosovares tendr¨¢n que demostrar que cumplen ciertas condiciones y est¨¢ndares europeos, especialmente el respeto de las minor¨ªas y los derechos humanos, sobre todo recordando los ataques de la mayor¨ªa albanesa de Kosovo contra la minor¨ªa serbia en marzo de 2004.
El caso de Montenegro es distinto ya que su poblaci¨®n, de 650.000 habitantes, est¨¢ dividida sobre su vinculaci¨®n pol¨ªtica a Serbia. Si se celebra un refer¨¦ndum, el desenlace deber¨ªa ser suficientemente amplio para justificar la independencia. Por lo que se refiere a Bosnia-Herzegovina, las evoluciones son muy alentadoras. Las distintas comunidades est¨¢n haciendo esfuerzos para unificar estructuras estatales, como la creaci¨®n de una polic¨ªa com¨²n en octubre de 2005, lo que permitir¨¢ el ejercicio de mayores responsabilidades al Gobierno aut¨®ctono. En un sentido similar, la Antigua Rep¨²blica Yugoslava de Macedonia est¨¢ cumpliendo los acuerdos constitucionales para integrar las comunidades albanesa y macedonia, siempre con el aliciente de un mayor acercamiento a la Uni¨®n Europea.
A veces, el espectro de los Balcanes resurge en el imaginario pol¨ªtico espa?ol como una amenaza posible, pero un examen m¨¢s detallado de la historia demuestra que el paralelismo tiene escasa utilidad. La situaci¨®n en los Balcanes occidentales a lo largo de la mayor parte de la d¨¦cada de 1990 fue de ruptura pol¨ªtica, odio ¨¦tnico y caos generalizado. La antigua Yugoslavia era simplemente inviable, y la fragmentaci¨®n resultante fue mal gestionada por todos los actores en juego. La creaci¨®n de nuevos Estados fue un proceso doloroso en el que las guerras y la violencia pol¨ªtica mostraron sus peores caras y trajeron memorias nefastas a los europeos. Una vez m¨¢s, se sinti¨® la necesidad imperiosa de hacer imposibles atrocidades como la Guerra Civil espa?ola, las guerras mundiales entre europeos, que hoy son sentidas como civiles, y la idea de limpieza ¨¦tnica que condujo al Holocausto.
Desde una perspectiva internacional, la principal lecci¨®n es que aquellos episodios oscuros de hace s¨®lo unos a?os est¨¢n siendo superados gracias a la acci¨®n internacional y, m¨¢s concretamente, al compromiso de la Uni¨®n Europea que es la ¨²nica esperanza de estabilidad para la regi¨®n. La acci¨®n callada de la Uni¨®n est¨¢ ahuyentando para siempre el espectro de la guerra en los Balcanes. El reto hacia el futuro, no obstante, es la viabilidad de los nuevos Estados. La Uni¨®n se muestra dispuesta a hacer su contribuci¨®n, pero los dem¨¢s tambi¨¦n tienen que cumplir. A nadie beneficia la implantaci¨®n de un protectorado indefinido. Los gobiernos locales tienen que ser responsables, hacer guardar la ley y el orden, luchar contra el crimen organizado y asegurar unas relaciones constructivas con sus vecinos, lo que permitir¨¢ continuar un proceso de aproximaci¨®n a Bruselas.
En el plano interno, la principal lecci¨®n es que el sue?o de la independencia produce monstruos. Las fuerzas pol¨ªticas minoritarias que imaginan la fragmentaci¨®n de Espa?a, y que prefieren citar ejemplos como Eslovenia o la antigua Checoslovaquia en lugar de precedentes m¨¢s cruentos, har¨ªan bien en comparar seriamente esos casos con la realidad espa?ola. La larga existencia del Estado, la solidez de un r¨¦gimen democr¨¢tico de libertades y la realidad social hacen imposibles tales quimeras. Esas fuerzas tambi¨¦n deber¨ªan comprender que el sentido de la integraci¨®n europea no es arropar reivindicaciones nacionalistas, sino precisamente superar el nacionalismo rancio, de cualquier pedigr¨ª, que sue?a con establecer compartimentos pol¨ªticos estancos.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad de la Uni¨®n Europea en Par¨ªs.
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