El manifiesto asesino de Ham¨¢s
Se ha hablado mucho sobre el llamamiento de la Carta fundacional de Ham¨¢s a la destrucci¨®n de Israel y, en opini¨®n de algunos, la necesidad de que Ham¨¢s renuncie a dicho objetivo como condici¨®n suficiente para que se le otorgue legitimidad internacional, ayuda econ¨®mica y reconocimiento diplom¨¢tico. Sin embargo, un examen de la Carta (disponible en la p¨¢gina web http://www.palestinecenter.org/cpap/documents/charter.html) revela que Ham¨¢s, tambi¨¦n conocido como Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica, no tiene como ¨²nico prop¨®sito (por equivocado o mort¨ªfero que sea) la destrucci¨®n de Israel, sino que se rige por una actitud nazi y genocida respecto a los jud¨ªos en general.
No ser¨ªa extra?o que un autodenominado movimiento palestino de liberaci¨®n hablara de Israel en t¨¦rminos poco elogiosos, e incluso (si le concedemos licencia para exagerar un poco) cargados de veneno. Pero la Carta de Ham¨¢s, en sus 9.000 palabras, utiliza un tono nazi y maniqueo para enfrentar a jud¨ªos, israel¨ªes y sionistas (que aparecen de forma bastante intercambiable en el documento), no s¨®lo con los palestinos, sino con el islam, que, para Ham¨¢s, es sin¨®nimo de todo lo bueno. "Israel, al ser jud¨ªo y tener una poblaci¨®n jud¨ªa, desaf¨ªa al islam y los musulmanes" (art¨ªculo 28). Esta afirmaci¨®n, pese a ser asombrosa, no es sorprendente, dado que Ham¨¢s considera a los jud¨ªos e Israel como un mal c¨®smico. Con un estilo sacado casi directamente de los manuales nazis, Ham¨¢s asegura que el sionismo "no duda en emprender ninguna v¨ªa ni utilizar cualquier medio despreciable y repulsivo para hacer realidad sus deseos". ?Y cu¨¢les son esos deseos? "Acabar con las sociedades, destruir los valores, disolver la responsabilidad, hacer vacilar las virtudes y eliminar el islam. Apoya la distribuci¨®n de drogas y sustancias t¨®xicas de todo tipo con el fin de facilitar su dominio y su expansi¨®n" (art¨ªculo 28).
Ham¨¢s cree que los jud¨ªos no s¨®lo tienen unos deseos incre¨ªblemente malignos, sino que -a diferencia de otros- adem¨¢s son enormemente poderosos y capaces de obtener sus deseos. En un delirante fragmento antisemita que recuerda a los ide¨®logos nazis m¨¢s extremistas, la Carta afirma que los jud¨ªos han acumulado una riqueza que les ha permitido "hacerse con el control de los medios de comunicaci¨®n mundiales, tales como agencias de noticias, prensa, editoriales, emisoras de radio y otros semejantes. [Asimismo han utilizado] esta riqueza para fomentar revoluciones en varias partes del mundo, para beneficiar sus intereses y recoger los frutos. Apoyaron las revoluciones francesa y comunista, y han apoyado la mayor¨ªa de las revoluciones de las que o¨ªmos hablar" (art¨ªculo 22).
Despu¨¦s de esta fantas¨ªa tan enloquecida (entre las organizaciones clandestinas presuntamente usadas por los jud¨ªos para apoderarse del mundo, el documento destaca los clubes de los Rotarios), la Carta de Ham¨¢s describe el poder y la maldad de los jud¨ªos en t¨¦rminos m¨¢s siniestros: los jud¨ªos "usaron el dinero para hacerse con el control de los Estados imperialistas y les obligaron a colonizar muchos pa¨ªses con el fin de explotar sus riquezas y extender en ellos su corrupci¨®n. En cuanto a las guerras locales y mundiales, es una realidad -y nadie lo niega- que estuvieron detr¨¢s de la Primera Guerra Mundial, para acabar con el califato isl¨¢mico. Recogieron los beneficios materiales y se adue?aron de muchas fuentes de riqueza. Lograron la Declaraci¨®n Balfour y crearon la Liga de Naciones para gobernar el mundo a trav¨¦s de ella. Tambi¨¦n estuvieron detr¨¢s de la Segunda Guerra Mundial, que les permiti¨® recolectar inmensos beneficios del comercio de materiales de guerra y prepararse para la creaci¨®n de su Estado. Inspiraron el establecimiento de Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad para sustituir a la Liga de Naciones como forma de gobernar el mundo". Por si esta absurda letan¨ªa antisemita no fuera suficiente, Ham¨¢s declara, seg¨²n el m¨¦todo t¨ªpicamente nazi de atribuir cualquier mal a los jud¨ªos, que "no hubo ninguna guerra que estallara en cualquier sitio en la que no estuvieran presentes sus huellas" (art¨ªculo 22).
?Cu¨¢nto poder bastar¨¢ para satisfacer a los jud¨ªos? Seg¨²n Ham¨¢s, "los planes sionistas no tienen fin y, despu¨¦s de Palestina, desear¨¢n la expansi¨®n desde el Nilo hasta el ?ufrates. Despu¨¦s de asimilar la zona en la que hayan plantado las manos pensar¨¢n en seguir expandi¨¦ndose, y as¨ª sucesivamente. Su plan puede verse en los Protocolos de los Ancianos de Si¨®n" (art¨ªculo 32). Ham¨¢s, como los nazis, opina que los jud¨ªos forman parte de una conspiraci¨®n secreta internacional para dominar el mundo.
Ante un enemigo tan diab¨®lico, Ham¨¢s est¨¢ empe?ado en hacer que el mundo isl¨¢mico act¨²e de la ¨²nica manera apropiada para este peligro. La negociaci¨®n, el compromiso, llegar a una forma de convivencia con Israel y los jud¨ªos, es impensable (la propia existencia de los jud¨ªos en Israel se considera una afrenta contra el islam). Lo concebible es la yihad, la destrucci¨®n. Tras proclamar que cada cent¨ªmetro de Palestina, incluido todo Israel, es palestino e isl¨¢mico, la Carta de Ham¨¢s, como corresponde a su imagen diab¨®lica de los jud¨ªos, declara que "las iniciativas
las llamadas soluciones pac¨ªficas y las conferencias internacionales para resolver el problema palestino son contrarios a las creencias del Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica". ?Por qu¨¦? Porque "renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar a parte de la religi¨®n; el nacionalismo del Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica forma parte de su fe, el movimiento ense?a a sus miembros a adherirse a sus principios e izar la bandera de Al¨¢ sobre su patria mientras libran su yihad" (art¨ªculo 13).
As¨ª, pues, ?qu¨¦ pueden hacer Ham¨¢s y todos los musulmanes? Pese a la afirmaci¨®n meramente formal de Ham¨¢s de que su esp¨ªritu "humanitario" le permitir¨¢ tolerar a jud¨ªos y cristianos s¨®lo con la condici¨®n, imposible de cumplir, de que vivan bajo el dominio isl¨¢mico fundamentalista (art¨ªculo 31), la l¨®gica genocida del documento fundacional contra los jud¨ªos es expl¨ªcita: "Ham¨¢s est¨¢ deseando poner en pr¨¢ctica la promesa de Al¨¢, cueste el tiempo que cueste. El Profeta, que la paz y las oraciones est¨¦n con ¨¦l, dijo: 'El momento no llegar¨¢ hasta que los musulmanes luchen contra los jud¨ªos (y los maten); hasta que los jud¨ªos se oculten tras rocas y ¨¢rboles, que gritar¨¢n: ?Musulm¨¢n! ?Aqu¨ª hay un jud¨ªo que se esconde detr¨¢s de m¨ª, ven y m¨¢talo! No suceder¨¢ en el caso del Gharqad, que es un ¨¢rbol jud¨ªo" (art¨ªculo 7).
?Es posible desviarse de este camino genocida? No; seg¨²n el art¨ªculo de la Carta inmediatamente posterior al llamamiento al genocidio, titulado El lema del Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica, est¨¢ consagrado por Dios: "Al¨¢ es su objetivo; el Profeta, su modelo; el Cor¨¢n, su Constituci¨®n; la yihad, su camino, y la muerte por la causa de Al¨¢, su creencia m¨¢s sublime" (art¨ªculo 8).
?sta no es ninguna lectura selectiva de la Carta de Ham¨¢s, como puede verse por el gran n¨²mero de citas textuales. Sus trastornadas descripciones de los jud¨ªos, diab¨®licas y casi nazis, y sus sue?os de aniquilaci¨®n forman, junto a la insistencia en la devoci¨®n servil de los musulmanes a la interpretaci¨®n fundamentalista que hace Ham¨¢s del islam, el n¨²cleo de este documento inflexible, can¨®nico y de inspiraci¨®n divina que constituye el equivalente a la Declaraci¨®n de Independencia. Despu¨¦s de toda una vida dedicada a estudiar el nazismo y su car¨¢cter radicalmente asesino, siempre me resisto a utilizar el adjetivo "nazi" para calificar a otros movimientos censurables, antisemitas o genocidas. Ahora bien, independientemente de las diferencias, el antisemitismo y la l¨®gica asesina del contenido, la estructura ret¨®rica y el sustrato de esta Carta y este partido pol¨ªtico son inequ¨ªvocamente nazis.
Imaginemos si un territorio o un pa¨ªs pr¨®ximo a Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Breta?a o cualquier otro Estado estuviera gobernado por un partido pol¨ªtico que, de acuerdo con el esp¨ªritu de una Carta como ¨¦sta, hubiera aterrorizado y asesinado repetidamente, mediante atentados suicidas, a los ciudadanos de uno de esos pa¨ªses, y que hubiera hecho p¨²blico un documento regulador en el que se hablara de los estadounidenses, alemanes, franceses o brit¨¢nicos tal como Ham¨¢s habla de los jud¨ªos, con un llamamiento no s¨®lo a la destrucci¨®n de su pa¨ªs, sino al asesinato en masa de su poblaci¨®n. ?Acaso los habitantes de ese pa¨ªs dir¨ªan que, en el momento en que ese partido pol¨ªtico -debido a las intensas presiones internacionales y econ¨®micas- renunciara de boquilla a su prop¨®sito de destruir el pa¨ªs vecino, ya ser¨ªa un socio aceptable para construir la paz? ?Dir¨ªan que un partido pol¨ªtico con unas convicciones tan profundamente irracionales, que fomenta un odio tan implacable y utiliza el lenguaje del asesinato en masa, debe recibir un volumen de ayuda internacional que s¨®lo servir¨¢ para contribuir a mantenerle en el poder y facilitar sus intenciones asesinas?
No debemos restar importancia a la Carta de Ham¨¢s, decir que son s¨®lo palabras que no significan nada en comparaci¨®n con cualquier concesi¨®n ret¨®rica que pueda hacer ahora ante las presiones pol¨ªticas y econ¨®micas (hasta el momento, Ham¨¢s ha defendido de forma categ¨®rica cada palabra de su Carta genocida). Pocas veces en el mundo moderno se ha visto un partido pol¨ªtico que contenga en su Constituci¨®n ese odio enloquecido y esa voluntad descaradamente asesina respecto a otro pueblo. Todav¨ªa menos frecuente ha sido que un partido as¨ª se hiciera con el poder. El programa del Partido Nazi en 1920 tambi¨¦n ten¨ªa un enorme contenido antisemita pero, comparado con la Carta de Ham¨¢s, su demonolog¨ªa y sus calificativos son moderados. Los Gobiernos, los partidos y los dirigentes pol¨ªticos no suelen emplear un lenguaje de aniquilaci¨®n. Dados los inmensos costes pol¨ªticos que tiene hablar de esa forma, cuando lo hacen, siempre debemos tomarles la palabra. Los ¨²ltimos 100 a?os nos han ense?ado que, cada vez que expresan sus sue?os asesinos, como Hitler, lo dicen en serio.
Daniel Jonah Goldhagen, profesor en el Centro de Estudios Europeos de Harvard, es autor de Los verdugos voluntarios de Hitler y La Iglesia cat¨®lica y el Holocausto. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.