'Snow cake' inaugura el festival de Berl¨ªn con una descarga sentimental
Sigourney Weaver y Alan Rickman interpretan el filme dirigido por el brit¨¢nico Marc Evans
No ha sido tan brillante la inauguraci¨®n del 56? Festival de Cine de Berl¨ªn como los int¨¦rpretes de la primera pel¨ªcula que se ha presentado a concurso. Snow cake es brillante precisamente por ellos, Alan Rickman y Sigourney Weaver, pero empalagosa en su contenido. Tan empalagosa como eficaz, si se tienen en cuenta las risas con que bastantes espectadores celebraron las ingeniosas r¨¦plicas de ciertos di¨¢logos, y el respetuoso silencio con que segu¨ªan los momentos dram¨¢ticos. Al final de la proyecci¨®n, algunos aplausos y bastante indiferencia, si las impresiones de este cronista son acertadas.
Snow cake, del brit¨¢nico Marc Evans, cuenta la historia de un taciturno ingl¨¦s de mediana edad (Rickman) cuyo hijo de 22 a?os ha muerto y que viaja a Canad¨¢ para encontrarse con la madre de ¨¦ste. En el camino sufre un accidente de autom¨®vil en el que muere la joven autoestopista que casualmente le acompa?aba. Atormentado por esta nueva tragedia, logra averiguar d¨®nde resid¨ªa la chica, y all¨ª se dirige para conocer a su madre (Weaver) y explicarle con pesar lo ocurrido. Pero la madre es una mujer que padece de autismo y recibe la noticia con aparente indiferencia. Incapaz de hacerle sacar a flote los sentimientos que presumiblemente ella encierra, el ingl¨¦s decide quedarse a su lado, al menos hasta la celebraci¨®n del funeral. Durante esos d¨ªas, el hombre reflexiona sobre su propio pasado, del que realiza t¨ªmidas confesiones, hace el amor con una animada vecina, despierta celos o respeto por parte de otros lugare?os y, finalmente, contin¨²a su camino, habitado por nuevas emociones.
La proyecci¨®n de la pel¨ªcula fue acogida con algunos aplausos y bastante indiferencia
Es normal que un festival de cine busque para su inauguraci¨®n una pel¨ªcula con reparto atractivo. En este sentido, no se han equivocado los de Berl¨ªn, ya que el de Snow cake brilla a gran altura, especialmente Sigourney Weaver, que no repara en tics para dar vida a la mujer disminuida. Y con tanta entrega que en ciertas ocasiones consigue hacer olvidar la mec¨¢nica de sus recursos dram¨¢ticos e inevitablemente histri¨®nicos. Alan Rickman, por su parte, llena su personaje de misterio y de extra?a bondad, conduciendo al espectador por los caminos melodram¨¢ticos del filme.
No obstante, ni tan buenos actores han logrado que ¨¦sta haya sido una inauguraci¨®n para el recuerdo. Pero le quedan a¨²n muchas buenas sorpresas a este festival, a tenor al menos de lo que ha declarado su director, Dieter Kosslick, prometiendo un certamen "cercano a la realidad y divertido", lo que, tal como est¨¢n los tiempos, no deja de parecer una incompatibilidad.
Es evidente, no obstante, que estamos ante un festival enormemente crecido durante estos ¨²ltimos cinco a?os en que lo viene dirigiendo Kosslick. El Mercado del Filme ha tenido que trasladar sus stands a un edificio m¨¢s amplio dada la demanda de empresas de la industria para exhibir sus productos, y se ha aumentado el n¨²mero de pel¨ªculas del festival en unas 500, lo que hace un total de 4.000 pel¨ªculas para ver en 12 d¨ªas. Cifra de susto, aunque esta enormidad se reparte entre numerosas secciones, lo que ser¨ªa largo de enumerar.
Algunas de ellas, por cierto, sin mucho sentido, como la retrospectiva principal en la que se han reunido t¨ªtulos cl¨¢sicos de indiscutible calidad pero sin m¨¢s ilaci¨®n que la de estar interpretados por mujeres: desde Ha nacido una estrella, con Judy Garlad, hasta Confidencias a medianoche, con Doris Day, pasando por Un verano con M¨®nica, con Harriet Andersson, quien, por cierto, va a impartir una clase maestra al hilo de sus experiencias con Ingmar Bergman. Otra retrospectiva se dedica al cine infantil, una tercera al viejo plan Marshall, con la l¨®gica inclusi¨®n de la pel¨ªcula de Berlanga Bienvenido, Mister Marshall!, y una cuarta retrospectiva celebra el 20? aniversario del Premio Teddy Bear, que se viene dando cada a?o a la mejor pel¨ªcula de tem¨¢tica homosexual, con lo que tambi¨¦n es l¨®gico que se haya incluido La ley del deseo, de Pedro Almod¨®var.
El director Dieter Kosslick se muestra contento del crecimiento de su festival, y no parece albergar dudas sobre la renovaci¨®n de su contrato, que acaba este a?o. Sus relaciones con el cine alem¨¢n son de gran cordialidad, contrariamente a su antecesor, Moritz de Hadeln, que rechazaba con frecuencia las pel¨ªculas alemanas de cada a?o, gan¨¢ndose la antipat¨ªa de todos. Adem¨¢s de ser un buen profesional, Kosslick es un excelente vendedor, siempre sonriendo mientras maneja cifras como en un supermercado. Habla de 8.000 t¨¦cnicos trabajando y de 3.800 periodistas acreditados, lo que ha aumentado en 1.000 la cifra del a?o anterior; de las pel¨ªculas relacionadas con el f¨²tbol que ha programado este a?o; del regreso del cine iran¨ª que hac¨ªa a?os que no visitaba este festival, del que se presentan nada menos que seis pel¨ªculas en distintas secciones... Todo ello le hace declarar entre sonrisas que dentro de poco habr¨¢ que celebrar el festival en un estadio ol¨ªmpico.
Es una vieja ambici¨®n de Berl¨ªn. Cuando en tiempos remotos se celebraba en el c¨¢lido y agradable mes de julio, sus organizadores creyeron que si situaban sus fechas antes del mayo florido de Cannes lograr¨ªan mejores pel¨ªculas. Pero lo cierto es que Cannes sigue siendo el gran Cannes, y en este Berl¨ªn nevado es dif¨ªcil hacerle la competencia.
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