Camino de perfecci¨®n

Uno de los alicientes del Festival de Canarias de este a?o era escuchar el estreno de una de sus obras de encargo, La rosa y el ruise?or, de Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez Verd¨² (Algeciras, 1968). La nueva pieza se basa en el C¨¢ntico espiritual de san Juan de la Cruz, y mira a sus or¨ªgenes y a sus resultados, de manera que podr¨ªa decirse que nos hallamos, a la vez, ante la indagaci¨®n de la experiencia m¨ªstica y en lo que llamar¨ªamos su consumaci¨®n, dejarse y entregarse. Por ese camino de perfecci¨®n nos lleva la m¨²sica de S¨¢nchez Verd¨² con el apoyo en textos sueltos, en breves frases que dan pie a un discurso que habla su propio lenguaje a trav¨¦s, sobre todo, de dos elementos: la tensi¨®n frente a lo que no tanto ilustra como define y una t¨ªmbrica sutilmente variada, audaz -la suma de percusiones, soplos y hasta un tr¨ªo de violas de gamba- y, por qu¨¦ no, espectacular. M¨²sica magn¨ªfica, en resumen, como cab¨ªa esperar de uno de los mejores compositores espa?oles de hoy. Marec Janowski y la Orquesta de la Suisse Romande sirvieron el estreno con atenci¨®n y los dos solistas vocales, a pesar de alg¨²n problema con el acento, asumieron adecuadamente unos papeles nada f¨¢ciles.

La orquesta suiza y su maestro alem¨¢n tuvieron como pieza de bravura para demostrar su forma la Sinfon¨ªa en si bemol mayor de Ernest Chausson. La versi¨®n fue, quiz¨¢, algo s¨®lida de m¨¢s, un punto densa, bien planteada en l¨ªneas generales por Janowski -que la dirigi¨® de memoria- pero resuelta sin el grado ¨²ltimo de finura.

Y como cierre, el Concierto para viol¨ªn y orquesta de Brahms por una de las figuras rampantes del instrumento: Sarah Chang. La norteamericana de origen coreano posee una t¨¦cnica apabullante que pone al servicio de un concepto demasiado vehemente, mostrado incluso en una gestualidad un tanto fuera de lugar. Muy profesional acompa?amiento de Janowski, al servicio siempre de la solista.