Cristaleros
La historia de K¨¢ndido Azpiazu se ha convertido en un cl¨¢sico porque parece dif¨ªcil acumular tanta degradaci¨®n, tanta ignominia, tanta brutalidad, pero tambi¨¦n tanto matonismo, en un solo individuo. Este sujeto, ya lo saben ustedes, asesin¨® fr¨ªamente a un hombre (que para m¨¢s inri le hab¨ªa salvado la vida) y al salir de la c¨¢rcel puso una cristaler¨ªa en los bajos del edificio donde vive la viuda de su v¨ªctima. Parece la historia de la humanidad resumida en siete l¨ªneas. Y es que el mundo est¨¢ lleno, en efecto, de cristaleros a quienes, con una frecuencia preocupante, aplaudimos, votamos, apoyamos, justificamos, protegemos. Tienen derecho, bla, bla, bla, a rehacer sus vidas, bla, bla, bla, bla. Qu¨¦ intolerantes son las v¨ªctimas, exclaman los pobres, protegidos cobardemente tras la seguridad de que ¨¦stas jam¨¢s emplear¨¢n sus m¨¦todos.
F¨ªjense en la Bachelet, hu¨¦rfana de un hombre asesinado y ella misma torturada por algunos de los militares de los que luego fue una ministra cabal. Su cristalero viv¨ªa en el piso de abajo, a veces coincid¨ªan en las escaleras. El cristalero cuenta con la decencia de la v¨ªctima. Si la v¨ªctima fuera como ¨¦l, se ir¨ªa con la m¨²sica a otra parte. Nosotros mismos, y como consecuencia de aquella Ley de Punto Final a la que otros llaman Transici¨®n, tuvimos que aguantar que en un Parlamento democr¨¢tico se sentaran m¨¢s de uno y m¨¢s de dos cristaleros pertenecientes a una banda armada que hab¨ªa hecho lo que las bandas armadas: asesinar, extorsionar, torturar, robar... Al m¨¢s grit¨®n de aquellos cristaleros le han hecho ahora un hueco en el Senado con el aplauso de sus c¨®mplices, pero tambi¨¦n de sus v¨ªctimas. Un caso de reinserci¨®n ejemplar.
Aunque, para cristalero masivo, Dios. Ha producido m¨¢s muertos, m¨¢s guerras y m¨¢s infelicidad a lo largo de la historia que la suma de todas las cat¨¢strofes naturales de las que tenemos recuerdo. Y ah¨ª est¨¢, ah¨ª est¨¢, en la parroquia de la esquina, a dos pasos de la panader¨ªa, felizmente desactivado entre nosotros, pero todav¨ªa muy virulento en otros ¨¢mbitos. "Al menos dos mujeres muertas por sus parejas en 24 horas", reza un titular de un d¨ªa cualquiera. Hay cristaleros a los que hacemos un hueco en la cama.
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