Guerras de formaci¨®n
Cuando se public¨® Diario de 360¡ã en 2000, Ignacio Echevarr¨ªa, sin duda el mejor cr¨ªtico que ha tenido Luis Goytisolo (Barcelona, 1935), afirm¨® que, tras tres novelas que hab¨ªan desconcertado y contrariado a algunos, Goytisolo volv¨ªa a dar muestras de poseer "una de las po¨¦ticas m¨¢s radicales y potentes, m¨¢s coherentes y pugnaces de la novela contempor¨¢nea" (Trayecto. Un recorrido cr¨ªtico por la nueva narrativa espa?ola, Debate, 2005, p¨¢gina 253). Es m¨¢s, puede afirmarse que no s¨®lo ha habido una tal po¨¦tica en Goytisolo, sino que existe -ha existido- tambi¨¦n un estilo reconocible. Es esa frase impasible y asertiva, cuya funci¨®n parece afianzar la recurrencia voluntariamente expl¨ªcita de los temas: la guerra, la formaci¨®n del artista y las costumbres sexuales de la segunda mitad del siglo XX. De estos tres elementos, los rumbos de Eros son lo menos interesante porque, como muchos autores de su generaci¨®n, Goytisolo no posee un imaginario suficientemente potente de la transgresi¨®n; el lector adivina, en sus atrevimientos, algo de proeza autobiogr¨¢fica.
O?DO ATENTO A LOS P?JAROS
LUIS GOYTISOLO
ALFAGUARA. MADRID 2006
216 P?GINAS. 16 EUROS
Su originalidad no radica all¨ª, sino en el nudo entre guerra y novela de formaci¨®n. En la representaci¨®n de este v¨ªnculo, su seguridad estil¨ªstica ha sido fundamental; su frase testimonia una confianza irrestricta en la sagacidad y lucidez de la voz narrativa al enfrentarse con su material. Incluso a pesar de que en la composici¨®n Goytisolo ha sido atrevido y experimental, en su estilo ha existido siempre una firmeza dirigida hacia fuera: hacia los otros, sus debilidades, sus ciudades, sus gustos. En suma, hacia las costumbres m¨¢s susceptibles de desprecio en la sociabilidad moderna y posmoderna de la Pen¨ªnsula (y del mundo).
Esto se modifica en O¨ªdo atento a los p¨¢jaros. Todo se vuelve hacia dentro y se asiste al espect¨¢culo de una interioridad mucho m¨¢s conseguida; no por m¨¢s firme, sino, al contrario, por amenazada, falible, rid¨ªcula y resignada.
Hay un argumento visible: un pintor, Ram¨®n Rada, quiere empezar a escribir su autobiograf¨ªa para entregar as¨ª las claves interpretativas m¨¢s ricas de su obra, presente en todos los centros prestigiosos del mercado de arte actual. Hay el relato traum¨¢tico (y, por tanto, repetitivo) de la guerra civil en un pueblo peque?o y su emblema perenne, hoy tan acuciante como hace setenta y cinco a?os: los muertos sin sepultura. Hay la conciencia desesperada de que ese conflicto era civil porque se un¨ªan, en cada delaci¨®n, en cada ajusticiamiento, el crimen privado y el p¨²blico. Hay tambi¨¦n la proyecci¨®n aleg¨®rica de esa guerra hacia el presente. Hay un retornado (un indiano que es en realidad un australiano) que observa todo. Hay otra figura de artista, adem¨¢s de la de Ram¨®n Rada; una escritora -su mujer- cuyos textos incorpora Rada, y que aumentan el car¨¢cter digresivo y aleg¨®rico de la obra. Hay una madre muerta y un ni?o sin cumplea?os. Hay un c¨ªrculo que se cierra sobre un proyecto inacabado; inacabado como la figura de artista, como la guerra, como el mecanismo ¨ªntegro del recuerdo.
Hay, por tanto, algo nuevo e interesant¨ªsimo en esta novela construida como un prisma y relatada en capas, aunque en ocasiones la voz vuelva a ser directa y demasiado plana; por ejemplo, en los tri¨¢ngulos amorosos del pintor que escribe sus Confesiones. Pero domina, a pesar de esos momentos, un registro distinto, complejo y sugerente: el de la falibilidad de quienes narran y el de la fatiga de la Historia. ?Es posible colocar O¨ªdo atento a los p¨¢jaros en la nueva serie de novelas de la Guerra Civil, inaugurada de alg¨²n modo por Javier Cercas? Desde luego, el contacto es remoto: Luis Goytisolo se sit¨²a fuera de cualquier af¨¢n de convertir la Guerra Civil en un decorado de novela hist¨®rica. Quiz¨¢ este fragmento muestre, en su posible relaci¨®n con el t¨ªtulo, el perenne car¨¢cter moral -y por ello actual- del recuerdo: "Mientras se retiran las sombras, un alborozado rebullir de p¨¢jaros acoge los brillos del sol en las gotas de roc¨ªo, en el vaho que se alza de la fr¨¢gil escarcha. Uno contempla todo eso -sigui¨® diciendo el del molino- y de repente recuerda la pesadilla de que se halla preso, olvidada por completo mientras despertaba" (p¨¢gina 67). Ninguna fantas¨ªa de curaci¨®n o redenci¨®n, s¨®lo la pugna por seguir recordando.
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