Ante el fin de ETA

Hay razones objetivas para pensar que estamos ante el principio del fin de ETA, dijo ayer Zapatero en una larga comparecencia en la que reproch¨® reiteradamente al PP su actitud desleal en un asunto como la pol¨ªtica antiterrorista en el que los distintos gobiernos hab¨ªan contado hasta ahora con la colaboraci¨®n de la oposici¨®n. El presidente puso como ejemplo de esa deslealtad las acusaciones deslizadas con motivo de las salidas de prisi¨®n, al cumplir 20 a?os de c¨¢rcel, de etarras con condenas muy elevadas.

La expectativa del fin de ETA deriva de un hecho, los dos a?os y medio sin atentados mortales, y de determinadas informaciones reservadas: del CNI, se supone. El ministro de Defensa, de quien dependen los servicios secretos, los cit¨® expresamente hace poco en apoyo de la misma hip¨®tesis. Zapatero invoc¨® razones de prudencia para no hablar de la respuesta a un eventual anuncio de abandono de la violencia por parte de ETA, aunque s¨ª dijo que, ante esa situaci¨®n, el Gobierno "se tomar¨ªa su tiempo" y actuar¨ªa en todo caso en el marco de la resoluci¨®n aprobada por el Congreso.

Esa expectativa lleva a plantear la cuesti¨®n de si un proceso como el que parece augurar Zapatero puede plantearse al margen y sin la complicidad del primer partido de la oposici¨®n. El PP ha elegido esa cuesti¨®n como uno de los principales ejes de confrontaci¨®n, llev¨¢ndola incluso a las sesiones de control del Gobierno -algo sin precedentes- y lanzando acusaciones muy graves, calumniosas e injustas, como la de que el Ejecutivo est¨¢ liberando presos como pago adelantado a ETA de una eventual tregua. Ante esa actitud, vino a decir Zapatero, no hay confianza para compartir informaciones reservadas con el jefe de la oposici¨®n. De todas formas, piensa que la din¨¢mica en favor de un pr¨®ximo fin de ETA es tan poderosa que una actitud obstruccionista del PP no la detendr¨¢.

Ese obstruccionismo es bastante evidente. Sin embargo, el pasillo hacia el fin de ETA sin pagar un precio pol¨ªtico es muy estrecho y obligar¨¢ a tomar iniciativas que s¨®lo ser¨¢n posibles si existe un gran consenso pol¨ªtico y ciudadano. No se trata tanto de las votaciones en el Congreso como de los casi diez millones de votantes del PP, y de la influencia evidente de ese partido en sectores sociales cuya comprensi¨®n ser¨¢ necesaria para convertir en definitivo el cese de la violencia. Si esto se produce, el Gobierno no s¨®lo debe reclamar la responsabilidad de la oposici¨®n, sino tomar iniciativas que favorezcan la recomposici¨®n del consenso roto. Sin embargo, ello no otorga a la oposici¨®n un derecho de veto sobre la pol¨ªtica antiterrorista, que es responsabilidad del Ejecutivo, como claramente establece el Pacto Antiterrorista. La lealtad tiene que ser de doble sentido, y por parte del PP brilla por su ausencia.