Arcos y puentes
Me hac¨ªa ilusi¨®n eso de tener que ir a Barcelona desde la nueva terminal de Barajas. Es verdad que pagu¨¦ el fielato de los pioneros. Entre mis propios despistes, los del taxista y los de los nuevos servicios del renovado aeropuerto, consegu¨ª llegar tarde a todas mis citas. Es decir, nada nuevo bajo mi sol y mi sombra. Pero la espera en la nueva terminal tuvo su recompensa. Tuve mi tiempo para recorrer la espectacular arquitectura de eso que llaman Barajas, pero que est¨¢ en otro pueblo, creo que todav¨ªa en la provincia de Madrid. Me encant¨®. Me sent¨ª como la primera vez que fui al Pompidou. La nueva terminal me hac¨ªa sentir como en un museo con muchos ciudadanos despistados y en exposici¨®n. No pude zafarme de unos j¨®venes periodistas que me preguntaron mi opini¨®n sobre lo vanguardista de su dise?o. Record¨¦ uno de aquellos dichos del escritor ap¨¢trida, parisiense y peruano, Julio Ram¨®n Ribeyro, el Mudo, el gran fumador, que cuando le preguntaron su opini¨®n por la vanguardia, contest¨®: "?La vanguardia? No tengo nada que ver con el arte de la guerra". Yo tampoco. De la vanguardia no supe qu¨¦ decir. Del aeropuerto, tampoco mucho. Pero disfrut¨¦ de sus colores y espacios. No como disfruta un atl¨¦tico cuando gana al Madrid, pero s¨ª casi como cuando ganamos al Bar?a. Despu¨¦s llegaron las rebajas, las esperas y otras monoton¨ªas habituales para los viajeros del puente a¨¦reo. Tambi¨¦n hubo su recompensa, viaj¨¦ al lado de Anne Igartiburu, me dieron ganas de bailar. Me contuve, pero me desped¨ª con un "hasta luego, coraz¨®n". ?Que me quiten lo bailado! Falt¨¦ a mi primera cita, pero llegu¨¦ a la segunda. No es mala marca para un atl¨¦tico.
La segunda era una cita a ciegas. Una cita con el ganador/a del premio de novela Biblioteca Breve. Ten¨ªa un dato, una pista de un componente del jurado, mi amiga Rosa Reg¨¤s me filtr¨® que el premio me gustar¨ªa. ?El premiado o la novela?, pregunt¨¦. No me dijo m¨¢s. Al llegar al hotel del premio se desvel¨® el misterio. La premiada era Luisa Castro, ciertamente una poetisa a la que tengo lejanos y renovados aprecios. Para que se cumpla la alegr¨ªa s¨®lo falta que me guste la novela. No llega mal avalada con un jurado d¨®nde est¨¢n, entre otros, Manuel Longares y Caballero Bonald. No estuvo Juan Mars¨¦, ni se le esperaba, y los componentes de este jurado s¨ª nos dieron la impresi¨®n de estar razonablemente satisfechos con la obra ganadora. Nos contaron que la novela pasa del rosa al negro, de lo sentimental a lo g¨®tico. El argumento tiene morbo. Un intelectual maduro, un pensador de la gauche divine barcelonesa que vive una historia de amor con una joven poetisa, una escritora veintea?era seducida por el discreto encanto de la burgues¨ªa ilustrada. Una seducci¨®n que termina en matrimonio. Y un matrimonio que pasa de la vida en rosa a la tortura en negro. La autora jur¨® y perjur¨® que no era autobiogr¨¢fica. Pues eso. Ya saben, la verdad de las mentiras. El que pueda, que la lea con la inocencia del que no sabe. Y el que sepa, que disimule. Volvemos a Madrid por la "cuatro", por supuesto, que es como volver por la entrada m¨¢s razonable a esta feria de las modernidades, de las vanidades y otras artes aplicadas que sigue siendo Arco. Todo un espect¨¢culo que cumple su veinticinco aniversario.
Una muestra agotadora, irreverente, divertida, banal y necesaria. Una imaginativa caricatura, una imagen de la realidad del arte y sus negocios. Entre austriacos, chinos, grafiteros y otros cl¨¢sicos de la modernidad, sigue aumentando el poder de la fotograf¨ªa y sus alrededores. Lo no pict¨®rico est¨¢ cada vez m¨¢s representado; no tengo el dato, pero no estar¨¢ lejos de ser la mitad de la oferta art¨ªstica de la gran feria de nuestra modernidad. Alg¨²n d¨ªa veremos a los pintores como esos raros artistas que se resistieron al arte fotogr¨¢fico, al audiovisual, al mail art. Arco sigue siendo uno de los m¨¢s entretenidos paseos por la ficci¨®n de nuestras modernidades. Ese lugar donde las instituciones se hacen la ilusi¨®n de modernizarse a golpes de cheque. Esta feria tan medi¨¢tica donde te puede preguntar, por ejemplo, si se venden las obras expuestas. Me lo pregunt¨® una joven periodista que preparaba un reportaje televisivo. La directora que se va, Rosina G¨®mez Baeza, se reir¨¢ ante la pregunta. Lourdes Fern¨¢ndez, que viene del Norte, lo tendr¨¢ que dejar claro. Ella, en compa?¨ªa del Estado, las comunidades y los municipios. Y los bancos, que tampoco viene mal que pasen por el Arco.
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