Una pel¨ªcula bosnia sobre violaciones a mujeres en la guerra sorprende en Berl¨ªn
Robert Altman mantiene el ritmo con 'A prairie home companion', pero Chen Kaige decepciona
No han sido las esperadas pel¨ªculas de reconocidos grandes directores de cine, como el norteamericano Robert Altman, con A prairie home companion, y el chino Chen Kaige, con La promesa, las que han despertado del letargo a la secci¨®n a concurso de la actual Berlinale, sino una peque?a producci¨®n bosnia de t¨ªtulo impronunciable, Grbavica, ¨®pera prima de la treinta?era Jasmila Zbanic, que habla de la situaci¨®n de algunas mujeres en el Sarajevo de hoy, a¨²n herido por la guerra y sus consecuencias.
Grbavica es como se llama el barrio de Sarajevo donde habita la madre de la historia, interpretada de forma sincera por Mrijana Karanovic, rostro conocido en pel¨ªculas de Kusturica, junto a su hija Sara, de 12 a?os, la fascinante Luna Mijovic. La madre trabaja de noche como simple camarera en un bar con atracciones, y cose en casa durante el d¨ªa. La cr¨ªa, por su parte, coquetea con un primer amor de colegio mientras conf¨ªa en participar con todos sus compa?eros en un viaje escolar. El precio de esta excursi¨®n es m¨¢s barato para hu¨¦rfanas de guerra, y como Sara sabe que su padre fue un defensor de Sarajevo, aguarda el certificado que lo demuestre...
La pel¨ªcula no tiene un argumento resumible en cuatro palabras; tampoco ninguna otra, eso es cierto, pero aqu¨ª importa especialmente la manera en que directora y actrices dan calor a un melodrama, evitando estereotipos y trucos sensibleros. Grbavica tiene una ternura seca; muestra, como sin querer, el escalofriante trasfondo social de cuanto ocurre en la pantalla, y no hay palabras que lo transcriban. Grbavica es hermosa y peque?a, habla de temas reales y de forma vibrante; no pasar¨¢ a la historia, pero es estupendo haberla visto. Los festivales valen sobre todo para descubrir pel¨ªculas as¨ª.
Lo contrario de La promesa, de Chen Kaige, director que poquito a poco se va alejando de la calidad de sus t¨ªtulos se?eros, El rey de los ni?os o Adi¨®s, mi concubina. En esta ocasi¨®n ha seguido los pasos de Ang Lee o Zhang Yimou en cuanto se refiere a la filmaci¨®n de peleas entre guerreros saltarines e incluso voladores, pero ni sorprende ni mejora a sus maestros. La promesa es incluso cutre en los efectos digitales, que parecen hechos a mano, ni tan siquiera de videojuegos. La historieta, como es habitual en el g¨¦nero, queda en segundo plano: un arcaico cuento de magia, quiz¨¢ con doble intenci¨®n, pero que no cala en el respetable.
Lo de Robert Altman con A prairie home companion es otra cosa, aunque tampoco haya sorprendido. Es una pel¨ªcula de tono agradable, a medio camino entre su Nashville de 1975 y el D¨ªas de radio de Woody Allen de 1987. Rinde homenaje a las emisiones radiof¨®nicas en directo y con p¨²blico, desaparecidas en Estados Unidos a mediados de los setenta. El t¨ªtulo es precisamente el del programa de variedades que durante treinta a?os mantuvo en antena Garrison Keillor, que aqu¨ª se interpreta a s¨ª mismo. Le secunda un espl¨¦ndido reparto (Meryl Streep, Woody Harrelson, Kevin Kline...) dando cuerpo a la familia del programa en su ¨²ltima emisi¨®n. La trama se enriquece levemente con la aparici¨®n de un ¨¢ngel y la muerte de un ser entra?able mientras se suceden canciones country que har¨¢n las delicias de los aficionados a esta m¨²sica. Con ochenta a?os, el rebelde Altman sigue resistiendo al cine de grandes estudios, y por ello merece con letras de molde el Oscar honor¨ªfico que le entregar¨¢n el pr¨®ximo marzo.
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