Plaga de prostituci¨®n
Que Espa?a tenga tantas prostitutas como Alemania con la mitad de la poblaci¨®n, que el 95% de ellas la ejerzan de forma forzada y que la inmensa mayor¨ªa sean inmigrantes captadas con enga?o o violencia por redes criminales, son hechos que revelan que estamos ante un fen¨®meno de proporciones insostenibles en nuestro pa¨ªs. Tres de cada cuatro prostitutas, de las 400.000 inmersas en este mundo de explotaci¨®n y sordidez, viven aterrorizadas por las agresiones que sufren. En este contexto, la iniciativa de la Consejer¨ªa de Interior de Catalunya para regular la prostituci¨®n tiene al menos el m¨¦rito de haber puesto en la agenda pol¨ªtica este esc¨¢ndalo tanto tiempo ignorado. No podemos seguir mirando a otro lado mientras crecen las mafias, aumentan los cr¨ªmenes y cada vez hay m¨¢s mujeres sometidas a una explotaci¨®n sexual esclavizante. La mayor parte de los pa¨ªses europeos han legislado o preparan normativas para frenar un fen¨®meno global cada vez m¨¢s virulento. Espa?a debe hacerlo tambi¨¦n. Es para ello preciso un amplio consenso sobre el camino a seguir.
Se plantean dos grandes opciones: la reguladora y la abolicionista. En las dos existen experiencias legislativas. La primera -las legislaciones de Holanda o Alemania- pretende proteger a las prostitutas con normas laborales y sociales, impidiendo su explotaci¨®n por terceros mediante una regulaci¨®n que s¨®lo permita el ejercicio libre y autogestionado. Esta corriente, en la que se inscribe la propuesta catalana, nace del convencimiento de que, ante la imposibilidad de lograr la erradicaci¨®n, es preferible aplicar pol¨ªticas de reducci¨®n del da?o, a la espera de que su aplicaci¨®n abra posibilidades para objetivos futuros m¨¢s ambiciosos.
La corriente abolicionista considera, en cambio, que regular la prostituci¨®n supone dar carta de naturaleza a una explotaci¨®n degradante que atenta contra la libertad y la dignidad de las personas. A esta corriente pertenece la experiencia legislativa de Suecia, cuya normativa proh¨ªbe la prostituci¨®n y castiga la compra de servicios sexuales con penas de hasta seis meses de prisi¨®n. Ambos modelos tienen pros y contras. Es cierto que en Holanda no ha disminuido la prostituci¨®n, pero se ejerce con mayor seguridad y dignidad. Tambi¨¦n es cierto que en Suecia ha disminuido dr¨¢sticamente, pero persiste una bolsa de prostituci¨®n clandestina, muchas veces ejercida en alta mar, en la que las mujeres son sometidas a las mayores vejaciones y carecen de cualquier protecci¨®n. No ser¨¢ f¨¢cil alcanzar el consenso, pero la grave situaci¨®n en que se encuentran millares de mujeres obligar¨¢ a tomar decisiones y muy pronto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.