Montesinos y Schlesser rebasan con ¨¦xito los m¨¢rgenes de sus estilos
La primera jornada de la 43? edici¨®n de la Pasarela Cibeles con las propuestas para el oto?o e invierno 2006-2007 tuvo su gran momento con el desfile de Francis Montesinos; tambi¨¦n el de ?ngel Schlesser mostr¨® seguridad y su gusto lineal. Lemoniez mostr¨® una ligera mejor¨ªa dentro de su gravedad, y Elio Berhanyer, al final, hizo evidente su deseo de cambio con el fichaje por segunda vez en estos a?os del andaluz Roberto Diz, pero sin un control efectivo sobre los trajes.
Lemoniez bas¨® su trabajo en los tejidos m¨¢s suaves y nobles, un silueteado amable y una paleta breve donde no falt¨® el c¨¢mel y el negro, a¨²n arrastrando los problemas de factura que han sido su lado flaco desde hace muchas temporadas.
Montesinos regal¨® una colecci¨®n exultante y compleja, donde se jugaba a una superposici¨®n de estilismos y estilos, de formas y de reformas donde la inspiraci¨®n viajaba desde Rusia a la China imaginaria y oper¨ªstica de Turandot, desde el espa?olismo a ultranza hasta un orientalismo que a veces recordaba las decadentes odaliscas de Fortuna.
Hubo siempre una gama m¨¢s tranquila de lo habitual, basada, primero, en los marrones y dorados matizados para pasar luego al negro y al rojo como base, y otra vez el dorado que recama y se hace lujo. Mucha piel, desde los gorros moscovitas a las estolas de zorro, y desde el astrac¨¢n rebajado al vis¨®n te?ido. Los pantalones de hombre eran de corduroy grueso. Las americanas que se mostraron fueron desde el sastre a las de d¨¦nim con logoman¨ªa bordada. Y hubo muchas faldas masculinas, algunas con gui?os a la bata de cola o al pareo oriental.
Para la mujer, Montesinos bas¨® su falda muy femenina rodillera en un patr¨®n evas¨¦ de godets discretos que daban el juego y la l¨ªnea, y as¨ª se adaptaba a diferentes tejidos, desde los propiamente invernales al d¨¦nim.
Ya en la tarde, ?ngel Schlesser sigui¨® con su visi¨®n de una mujer muy elegante, esta vez m¨¢s llamativa y lanzada. Los guantes mitones al codo, los talles imperio y los abollonados a la francesa creaban un Schlesser en plena evoluci¨®n expresiva. Siempre a merced de una riqueza material que le compromete, su trabajo tuvo momentos excelentes como las camisas masculinas, el impecable calzado a?os cuarenta que inmediatamente nos lleva a las piernas de la Crawford o la Turner.
Riesgo
La presencia de esos vol¨²menes arriesgados y conseguidos en su mayor¨ªa son un acto de cultura costurera; pi¨¦nsese en un Balenciaga de los primeros a?os sesenta o en un Balmain de los mismos a?os gloriosos en que se trat¨® a la silueta como un terreno moldeable y pict¨®rico. Por otra parte, sus abrigos cortos muy estructurados recordaban que Schlesser sigue siendo ¨¦l mismo: lo dej¨® ver tambi¨¦n en los pantalones de dos tipos, el estrecho y el amplio y m¨¢s masculino con pinzas. Se trata de un desbloqueo parcial y positivo de su estilo, un rigor que sin embargo tuvo dos momentos de flaqueza: unas flores aplicaciones de obra en un ruedo y el traje largo en dos tiempos del final, donde el tejido no respondi¨® adecuadamente al dibujo. Pero el resto minimiza esos fallos: los frisos fruncidos con esmero en escote y espaldas, las chaquetas sastre cortas, el ruedo en ¨®valo descendente por detr¨¢s, el usufructo inteligente del raso duquesa o texturado.
Tras ?gatha Ruiz de la Prada, Elio Berhanyer intent¨® una renovaci¨®n que est¨¢ lejos de conseguir. La colaboraci¨®n de Roberto Diz probablemente pone de manifiesto c¨®mo en la moda las distancias generacionales no son una broma y no se pueden saltar ol¨ªmpicamente. El a?adido del adorno no moderniza una prenda, sino que la complica, y en muchos casos, la arruina.
Una primera jornada que en principio ratifica las previsiones en cuanto a est¨¦tica y tendencias, unos cambios que empezar¨¢n a mostrar su efectividad dentro de al menos dos temporadas por venir.
La carpa de Ifema ha pasado su primera prueba de fuego y de adaptaci¨®n, una tarea compleja que abarca desde estabilizar la climatizaci¨®n hasta la ac¨²stica y la intensidad de luz en la pasarela.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.