Trazos de ira
Con respecto a la grave crisis generada por las caricaturas ofensivas para el Islam, cabe recordar que la libertad de expresi¨®n no es un absoluto. Ahora bien, existen los cauces legales precisos en democracia para que se dilucide d¨®nde acaba una y comienza la ofensa sin que haya que recurrir a la violencia.
En otro nivel de an¨¢lisis, resulta evidente que esta pol¨¦mica se inscribe en el marco de un desencuentro con Occidente, entendido como lista de agravios, en que el mundo isl¨¢mico reprocha nuestra doble vara de medir con respecto a Palestina o Irak. No obstante, parece claro que a estas sociedades les queda mucho por recorrer en la senda de la modernidad. Aunque con razones que la justifican, se adopta una postura victimista y no se entiende la libertad como hecho individual, interpretando que no se trata de un hecho puntual de una persona desde su libertad equivocada o no, sino que responde a toda una campa?a del mundo cristiano contra ellos. Asimismo, tendr¨ªamos que recordar el bastante plausible manejo de varios gobiernos, dictatoriales, para canalizar la frustraci¨®n de sus pueblos contra el socorrido "enemigo".
La libertad es nuestro bien m¨¢s preciado y debe tener sus l¨ªmites en el respeto al otro, especialmente en asuntos tan delicados como las propias convicciones. Sin embargo, sin cr¨ªtica no puede haber democracia. En cualquier caso minoritaria, la desorbitada y politizada respuesta violenta que contemplamos s¨®lo desacredita a quienes la utilizan.
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