Los presos piden ayuda
Instituciones Penitenciarias promueve pol¨ªticas para implicar en las soluciones a empresarios y otros agentes sociales. Una f¨®rmula es que trabaje el 50% de los presos
El atraco a mano armada que perdi¨® a Jos¨¦ Manuel Espada fue cometido a los 17 a?os despu¨¦s de ver una pel¨ªcula en la que los atracadores lograban un cuantioso bot¨ªn y lo disfrutaban a manos llenas, impunemente. Espada estudiaba preuniversitario en un colegio de la burgues¨ªa sevillana, y sus tres c¨®mplices en el asalto bancario del a?o 1968 eran ¨¦mulos e hijos de pap¨¢: el uno de un coronel con armero, el otro de un millonario, y el tercero, de un importador de frutas. El padre de Espada dirig¨ªa la administraci¨®n de una empresa de hierros. El cuarteto se llev¨® 5.600.000 millones de pesetas: a 1.400.000 pesetas por cabeza. Demasiado dinero. Coche nuevo, sin carn¨¦, chavalas, lujos y barra libre. "Qu¨¦ co?o estudiar. Eso era lo m¨ªo. Un desastre". Reincidi¨®. Hoy tiene 54 a?os, 28 de ellos entre rejas. Es uno de los presos espa?oles con m¨¢s condena cumplida.
La prisi¨®n no reduce la reincidencia, sino que la aumenta al crearse una dependencia carcelaria
"Nadie me ha visto y dicen que tengo problemas psicol¨®gicos sin cura posible"
Extranjeros con penas por narcotr¨¢fico no pueden trabajar en Espa?a aunque les ofrezcan contrato
?D¨®nde ha trabajado usted antes? "?Yo? Pues atracaba bancos"
La mayor¨ªa de los extranjeros es la primera vez que ingresan en prisi¨®n
Hay personas a las que igual les da estar en la c¨¢rcel o en la calle
"Aqu¨ª ahorras porque no pagas ni luz, ni agua, ni nada"
M¨¢s del 40% de los excarcelados reincide casi con los mismos delitos, la mayor¨ªa contra la propiedad y por tr¨¢fico de drogas. La incultura, las patolog¨ªas, el desarraigo social o los antecedentes familiares determinan ese tipo de conducta. La Central Penitenciaria de Observaci¨®n observ¨® que los individuos de una muestra con problem¨¢ticas psicop¨¢tico-antisocial sumaron el 81,5% de reincidencia, contra el 56,2% de aquellos sin trastornos. "La reinserci¨®n es muy complicada. Un chaval que consume drogas, roba y acaba en la c¨¢rcel, cuando vuelve se encuentra con el mismo grupo del barrio con el que delinqui¨®. ?Puede hacer otra cosa?", se pregunta Jaime Gonz¨¢lez, director de Alcal¨¢-Meco. Dif¨ªcilmente. Uno de los objetivos es lograr que el 50% de los presos tenga un trabajo remunerado. Actualmente, apenas llega al 25% en algunas prisiones.
La marginalidad o la penuria no fueron, en el caso de Espada, las espoletas de un arranque delictivo que le ha permitido conocer todas las prisiones del estado y pronunciarse sobre los fallos del sistema. Lo suyo fue una irresponsabilidad juvenil que no supo atajar de adulto. "Tal como est¨¢n las cosas, la reinserci¨®n social es una entelequia. El 98% de los chicos sale con una mano delante y otra detr¨¢s. ?Qu¨¦ salidas tienen?", se pregunta en una sala de Alcal¨¢-Meco. Prefiere no ser fotografiado. "Mi pena m¨¢xima es de 20 a?os, y aunque en Espa?a no existe cadena perpetua, en mi caso parece que s¨ª". Ha acumulado a?os por ocho fugas y una sucesi¨®n de atracos a entidades bancarias en el a?o 1987, durante los tres meses que dur¨® una de las fugas.
Espada muestra al periodista el oficio penitenciario que le sit¨²a f¨ªsicamente en prisi¨®n cuando se cometieron varios de los atracos por lo que fue condenado. "Si me anularan las sentencias por esos atracos que yo no hice ya estar¨ªa en la calle. Nunca he utilizado mis armas, nunca he derramado sangre y llevo 28 a?os y siete meses de prisi¨®n". Espera rehacer su vida con una joven de 30 a?os, presa en el Centro Penitenciario de mujeres Madrid I por tr¨¢fico de drogas, y montar un negocio con sus dos hijos, de 24 y 23 a?os. Al igual que la mayor¨ªa de los presos entrevistados en cuatro c¨¢rceles espa?olas, piensa que la reinserci¨®n depende fundamentalmente de la voluntad de cada uno de apartarse del delito, y tambi¨¦n de que se habilitan medios eficaces para ello.
"Pero eso de los grupos de terapia, que si estudios personalizados, que si patat¨ªn o patat¨¢n. Eso es un cuento chino", indica el preso. "No existe nada de eso. Entre otras razones porque m¨¢s de 61.000 presos (casi 18.000 extranjeros) masifican las prisiones y porque no tienen personal para eso de la terapia". No le sirven a Espada las manualidades carcelarias de vez en cuando.
Salvo los internos necesitados de terapia para curar enfermedades mentales o adicciones, principalmente a las drogas, las reca¨ªdas son causadas por el regreso, sin trabajo, al mismo ambiente en que se delinqui¨®. El presidente de la Fundaci¨®n Horizontes, el padre Jaime Garralda, cita iniciativas en marcha para modificar el concepto de la prisi¨®n como un aparcamiento de seres humanos defectuosos. La cogesti¨®n de m¨®dulos entre la direcci¨®n de una c¨¢rcel y gente de la fundaci¨®n es una. "La mentalidad de antes era ¨¦sa. El preso tiene que pagar. La hiciste, pues la pagas. Lo cual, evidentemente, no es muy terap¨¦utico", subraya Garralda. "Ahora, poco a poco, va aumentado el n¨²mero de presos que cumple condena en r¨¦gimen abierto".
El objetivo es evitar que chicos como Juli¨¢n Esteban, de 20 a?os, preso desde los 18 en Madrid II, acaben prisionizado, t¨¦rmino que define a quienes entran y salen de la c¨¢rcel constantemente. Cumple cuatro a?os y medio por robo con intimidaci¨®n en cajeros. ?Y c¨®mo te dio por delinquir? "Pues los amigos y tal. Si roban, pues t¨² robas. El dinero... Las chicas...". La reinserci¨®n es un t¨¦rmino extra?o para Juli¨¢n Esteban. Le preocupa su madre. "Trabajar¨¦ para no darle m¨¢s disgustos". Recuerda que otros menores se r¨ªen durante las charlas carcelarias de reeducaci¨®n como diciendo: "Qu¨¦ cosas nos cuenta los pavos estos". ?sa es la realidad.
Las nuevas pol¨ªticas oficiales en marcha inciden en las bondades del r¨¦gimen abierto, cuando es factible, para neutralizar los efectos negativos de los centros penitenciarios sobre las personas. "La c¨¢rcel no evita la reincidencia, la aumenta. Con una enorme frecuencia las personas que pasan por el sistema penal y que acaban ingresando en prisi¨®n son siempre las mismas", subrayaban los profesores universitarios Juli¨¢n Carlos R¨ªos y Pedro Jos¨¦ Cabrera, en un estudio que hace ya siete a?os recog¨ªa las respuestas de m¨¢s de mil reclusos a un cuestionario remitido por correo. La c¨¢rcel promueve "un intenso proceso de reincidencia y dependencia de la misma, que dificulta la generaci¨®n de alternativas reales de vida que conduzcan a la inserci¨®n social y laboral".
La rehabilitaci¨®n sin oportunidades profesionales puede ser precaria e incluso llegar a malograrse. "Suponga usted que una persona que ha pasado un periodo largo de prisi¨®n sin ganar dinero", se?ala Espada. "Lo primero que le dicen a una persona de 40 o de 50 a?os es: '?D¨®nde ha trabajado usted antes?'. Y le tienes que decir: mire usted he trabajado en el economato de Puerto I, haciendo bolsos en Burgos, y en la imprenta en Oca?a I y hace as¨ª, te miran y te dicen: '?Ah!, ?y adem¨¢s usted robaba bancos? Vale, deje usted el tel¨¦fono que ya le llamaremos'. ?Entiende usted la cosa?".
La Directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, consciente del problema, pide "pol¨ªticas proactivas para que las personas que han cumplido la pena reingresen a la sociedad positivamente. Interesa a la propia sociedad".
A la espera de que la sociedad as¨ª lo entienda y distinga entre el criminal de imposible reinserci¨®n y el ex delincuente dispuesto a reintegrarse, las c¨¢rceles espa?olas ofrecen trabajo remunerado: entre 200 y 400 euros mensuales en talleres de carpinter¨ªa, pintura, monturas o electricidad. Pero es un bien al alcance de una minor¨ªa. Tambi¨¦n los es en "La Moraleja", en Due?as (Palencia), una torre de Babel que alberga a 1.645 presos, el 85% de m¨¢s de 70 nacionalidades. Casi un tercio de todos los internos encarcelados en Espa?a es extranjero. Y como el salario promedio en los pa¨ªses menos desarrollados de donde procede la mayor¨ªa ronda los cien euros mensuales, no sorprende, por tanto, la apetencia de un destino remunerado.
La colombiana Mar¨ªa Elena Casta?os, de 41 a?os, fue detenida "simplemente por un kilo de coca, no m¨¢s". Ha cumplido nueve meses y medio, y sale en libertad del m¨®dulo de mujeres de Due?as el pr¨®ximo 16 de abril. De reincidir, nada de nada, subraya. "Salgo a Madrid al piso de mi marido. Nos vamos a quedar en Espa?a, s¨ª se?or. Vamos a mirar a ver... Vamos a ver si montamos alg¨²n negocio". Quiere montarlo con su marido, el portugu¨¦s George Matos, de 47 a?os, que ha cumplido nueve a?os por traficar con tres kilos de coca¨ªna. Lo conoci¨® en la c¨¢rcel. Tienen una hija naci¨® en prisi¨®n. "La cosa va yendo poco a poco. Tengo un peque?o capital porque el tiempo que he estado aqu¨ª he estado trabajando y ahorrando, ahorrando, ahorrando porque aqu¨ª no pagas luz, no pagas agua, no pagas nada. Ganaba al mes 60.000 pesetas".
Jes¨²s Hernando de la Rosa, director del centro, abierto en el a?o 1997, explica el perfil del preso ingresado a la c¨¢rcel palentina: predominan los magreb¨ªes, con una media de condena de tres a?os por tr¨¢fico de hach¨ªs, y los colombianos y ecuatorianos, con nueve a?os de c¨¢rcel la mayor¨ªa por coca¨ªna. Aument¨® el n¨²mero de presos procedentes de Europa del Este. "La mayor¨ªa es la primera que ingresan en prisi¨®n. No est¨¢n delincuenciados, ni son consumidores aunque hayan hecho de mulas, de correos de los narcotraficantes", se?ala el director. "Vienen de pa¨ªses con muchos problemas y el ansia de poder mejorar de vida les llev¨® a esa situaci¨®n". Algunos, alojados en distintas prisiones, son ex milicianos de la guerra de Bosnia acostumbrados a matar.
El objetivo encomendado es la reinserci¨®n. "Es un camino lento y dif¨ªcil, pero en estos centros tienen los medios materiales y humanos para que un interno salga en mejores condiciones de las que entr¨®", seg¨²n Hernando de la Rosa. "Tiene posibilidades de aprender un oficio, de trabajar con empresas de la calle con su n¨®mina y seguridad social, cursos con el INEM (Instituto Nacional de Empleo) y actividades l¨²dicas y deportivas". El momento crucial es el d¨ªa despu¨¦s. El delegado de una empresa lamenta que el contrato a un colombiano "porque es buen trabajador" haya sido rechazado por la Junta de Castilla y Le¨®n al haber sido condenado por narcotr¨¢fico. M¨¢s lo lamenta el colombiano, Jaime ?vila: "La oferta no me vale para nada. Cumpl¨ª la pena el 15 de diciembre y estoy todav¨ªa aqu¨ª (en la c¨¢rcel) esperando el billete de avi¨®n. Me mandan para mi pa¨ªs". Sarno Modu, de 45 a?os, de Mauritania, a quien le quedan cuatro a?os para cumplir una pena de 11 por narcotr¨¢fico, diagnostica: "Aqu¨ª tenemos a gente que ha sido pobre y ha ca¨ªdo, y otros a los que igual les da estar en la c¨¢rcel que en la calle porque no tienen ni familia, ni a nadie", explica. "Estos ¨²ltimos no cambian nunca. Tampoco los que tienen vicios. Y hay gente que cambiar¨¢n porque tienen familias y motivos para ir a vivir".
Cada preso es una historia con verdades y mentiras. La corpulencia del preso Sam Prince, de Liberia, que ha cumplido ocho de los doce a?os de condena, asemeja a la exhibida por el actor Michael Clarke Duncan, el gigante negro de la pel¨ªcula La milla verde sentenciado a muerte como supuesto autor del asesinato de dos hermanas de nueve a?os. "Una persona puede haber cambiado pero si nadie le apoya, sale afuera y no sabe lo que va a hacer", resume Prince. "Se junta con amigos que no tienen las ideas claras entonces ?qu¨¦ pasa? Un amigo te ayuda para la comida, etc¨¦tera, un mes, pero luego te dice: 'Toma esto (droga) para otra persona'. Llevo esto ?y?". El liberiano tiene la soluci¨®n: "Pero si salgo con un trabajo aunque gane poco dinero, todo cambia".
La experiencia de Mar¨ªa Jos¨¦ Ati¨¦nzar, directora de coordinaci¨®n de Solidarios, con los presos, le permite citar un tipo de reincidencia casi forzosa: personas encarceladas a las que la polic¨ªa detuvo con coca¨ªna, fundamentalmente, o con dinero de procedencia il¨ªcita. Deben a su propia red esa mercanc¨ªa o el dinero incautado. "Hay gente que se va dici¨¦ndote: 'S¨ª, pero es que cuando salga me est¨¢n esperando'. Si no tienen una red social de apoyo lo pasan muy mal. Al salir, un preso no deja de ser un discapacitado social. Necesitan un colch¨®n de seis meses o un a?o con un trabajo", agrega Ati¨¦nzar. "Y no s¨®lo es cuesti¨®n de decir que todo lo puede resolver el sector p¨²blico, tambi¨¦n el sector privado debe ser m¨¢s generoso".
La directiva de Solidarios propone formar de verdad al preso para que a la salida pueda cuidar un jard¨ªn municipal, un vivero, ser cocinero o inform¨¢tico. Ocuparlos y formarlos, y dotarles de t¨ªtulos del Instituto Nacional de Empleo como carta de presentaci¨®n. Pero, desgraciadamente, buena parte de los excarcelados regresa a la sociedad sin red social, y sin red familiar, afectiva y laboral. No pocos son abandonados por sus hijos y sus esposas, y caen en graves depresiones. Por cada suicidio en la calle, se producen 17 en las prisiones, seg¨²n estudios penitenciarios.
El almeriense Pompeyo Miranda, de 40 a?os, condenado a 30 a?os en Bolivia por dos homicidios, est¨¢ desanimado. Cumpli¨® ocho a?os all¨ª y seis en Espa?a: 14 a?os en total. "Ya ten¨ªa derecho a salir de permiso antes de llegar a Espa?a porque hab¨ªa cumplido m¨¢s de una cuarta parte de la condena". Miranda dice que "no salgo porque dicen que tengo trastornos psicol¨®gicos. Bueno, pues si los tengo ?por qu¨¦ no me tratan? En tres a?os que estuve en Granada no me examin¨® nadie. Y ahora viene una psic¨®loga que ha le¨ªdo la sentencia de Bolivia (sobre el primer homicidio) y me dice que lo m¨ªo no tiene cura. Eso es lo m¨¢s f¨¢cil". La prisi¨®n no permiti¨® que fuera fotografiado. Miranda no tiene "un solo parte disciplinario en los seis a?os que llevo en Espa?a". Dice sentirse impotente "ante una respuesta como la de la psic¨®loga. ?Qu¨¦ puede hacer uno? Yo quisiera reintegrarme, pero me enrabietan. Las autoridades deben ser justas y aplicarme los beneficios de la ley".



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