Dari¨¦n, refugio de guerrilleros y 'narcos'
Viaje a la zona fronteriza entre Panam¨¢ y Colombia donde fueron secuestrados dos espa?oles
Los gobiernos de Bogot¨¢ y Quito andan enfrascados en un complejo conflicto fronterizo por cuenta de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En el norte, en las espesas selvas de Dari¨¦n, la frontera colombo-paname?a es un paraguas verde que oculta un intenso tr¨¢fico de hombres armados, piratas contempor¨¢neos y traficantes de armas y drogas.
Desde Jurad¨® (Colombia) hasta Jaqu¨¦ (Panam¨¢) hay un corredor mar¨ªtimo de unos 80 kil¨®metros libre para lanchas cargadas de tr¨¢fico ilegal y cientos de kil¨®metros de monta?a cerrada donde s¨®lo algunas comunidades ind¨ªgenas waunann resisten el paso permanente del Frente 45 de las FARC. Nadie ve nada, "en Dari¨¦n no pasa nada", es la conclusi¨®n que durante a?os han transmitido los organismos de seguridad de Panam¨¢.
La econom¨ªa de Jurad¨® da una imagen falsa de prosperidad gracias a la droga
"Nosotros entrar¨ªamos a Panam¨¢, pero no podemos", dice un oficial colombiano
Del lado colombiano no lo ven tan claro. El teniente Gonz¨¢lez de la Infanter¨ªa de Marina en Jurad¨® reconoce que el lado paname?o se ha vuelto refugio intocable de malhechores y que, "por desgracia", nada se puede hacer. "Eso no le conviene a nadie. A Panam¨¢, porque se puede contagiar de esta guerra que sufrimos nosotros y que nos toca pelear. Y a Colombia, porque los facinerosos se esconden y se protegen all¨¢ sabiendo que no los podemos tocar. Si no, vea lo que nos ha pasado con Ecuador. Nuestro Ej¨¦rcito penetr¨® en su territorio persiguiendo a insurgentes con la emoci¨®n del combate y se ha convertido en un problema inmenso. Nosotros con gusto entrar¨ªamos a Panam¨¢, pero no podemos".
En Jurad¨® se api?an los uniformes y las armas. Desde la ¨²ltima toma guerrillera que se produjo en 1999, el pueblo est¨¢ ocupado por infantes de Marina, soldados campesinos -el programa del presidente, ?lvaro Uribe, que recluta locales para la guerra nacional-, y decenas de polic¨ªas armados con fusiles y metralletas. En los alrededores del municipio, se mueve la brigada m¨®vil contra guerrilla. Pero tambi¨¦n est¨¢ el frente 57 de las FARC. Los habitantes, recargados de alcohol y tristeza, confiesan que el comandante Silver no ha dejado de pasearse por los alrededores. "El rumor ahora es que van a volver. Tienen gente aqu¨ª en el pueblo, no se puede hablar porque hay muchas orejas", confiesa un pescador desgastado por el sol y la violencia.
La maltrecha econom¨ªa de Jurad¨® da una imagen falsa de prosperidad gracias a las pacas de droga que recalan en las playas cercanas. "A veces rezo por tener suerte y pescar billete
. S¨¦ que no es legal y que no est¨¢ bien, pero estoy cansado de tanta miseria...", ruega otro afro descendiente que mira de reojo a algunos vecinos a los que les han "llovido" motores de alta potencia y lanchas nuevas, los tesoros m¨¢s preciados en esta frontera de mar. M¨¢s al oeste se supone que se encuentra el l¨ªmite fronterizo real, pero la selva que se despe?a desde los inmensos riscos al Pac¨ªfico se ha comido el moj¨®n que advert¨ªa al navegante del cambio de pa¨ªs, m¨¢s no de realidad.
Los primeros poblados paname?os son Cocalito y Guayabito. En el primero malviven 90 ind¨ªgenas waunann, y en el segundo, apenas 45. Han sido v¨ªctimas de juicios p¨²blicos guerrilleros, de asaltos de piratas en busca de droga y, ahora, son el objeto de recriminaci¨®n. "Nos quieren se?alar como colaboradores de la guerrilla, pero la realidad es que nosotros no ayudamos a nadie. Estamos solos, abandonados, aislados y nos toca aguantar", se defiende Leonidas Pacheco, l¨ªder de Cocalito.
El sacerdote cat¨®lico H¨¦ctor Quir¨®s, p¨¢rroco de Jaqu¨¦ hasta hace una semana, defiende el valor de estos caser¨ªos sin huellas de presencia estatal: "Estos pueblos son los granates de la soberan¨ªa paname?a. Son la ¨²nica prueba de que uno ha llegado a Panam¨¢". De hecho, para ver una bandera paname?a hay que llegar hasta Jaqu¨¦ y fijarse en el uniforme de la Polic¨ªa Fronteriza -cuerpo militarizado en un pa¨ªs sin Ej¨¦rcito-. Aqu¨ª todo se confunde. Las tabernas escupen m¨²sica colombiana a un volumen inhumano, los acentos se confunden en una poblaci¨®n de menos de 2.000 habitantes donde permanecen 298 de los desplazados que huyeron de Jurad¨® en 1999 y el desempleo ataca de frente al 75% de los locales.
"Nosotros no nos merecemos esto", se lamente Abid Alvarado, un misionero laico que trabaja desde hace 26 a?os en la zona. "Aqu¨ª se vive al l¨ªmite de la extrema pobreza y quiz¨¢ por eso las penurias nuevas no se noten tanto", contin¨²a. Las penurias a las que se refiere son la consecuencia del secuestro de los espa?oles Jos¨¦ Vicente Colastra y su hijo Sergio, el pasado 20 de enero, a 20 minutos de Jaqu¨¦. Varios proyectos de organismos no gubernamentales han quedado en suspenso y eso se mide en jornales diarios que se pierden y en sue?os de desarrollo que se estancan.
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