Observar al que observa
El divorcio occidental entre literatura de pensamiento y creativa se evidencia en la Ilustraci¨®n, pues el atreverse a saber kantiano, imprescindible para superar la minor¨ªa de edad del hombre, implica un rechazo del conocimiento heredado o, mejor, ahormado en el verbo po¨¦tico. Pero el comienzo de la bifurcaci¨®n viene de antiguo, pues si los di¨¢logos plat¨®nicos concilian l¨®gica y poes¨ªa, sin embargo desaprueban las fabulaciones m¨ªticas que ofrecen explicaciones apaciguadoras de la realidad. En La Rep¨²blica, Plat¨®n hab¨ªa ironizado sobre los poetas, arrebatados por la inspiraci¨®n y por ello alejados del saber verdadero, a quienes conven¨ªa agasajar antes de ponerlos de patitas en la frontera.
DIARIOS INDIOS
Chantal Maillard
Pre-Textos. Valencia, 2005
120 p¨¢ginas. 10 euros
Matar a Plat¨®n (Tusquets) se titulaba el libro con que Chantal Maillard (Bruselas, 1951) obtuvo el Premio Nacional de poes¨ªa de 2004. En ¨¦l se funden introspecci¨®n e indagaci¨®n del mundo, objetivaci¨®n de lo mirado -la muerte encarnada o descarnada en los muertos- y epistemolog¨ªa de la mirada. Esta refundici¨®n es asimismo una refundaci¨®n: liberando la palabra del lenguaje, como solicitara Mar¨ªa Zambrano, puede presentarse el acontecimiento redimido, tambi¨¦n ¨¦l, de su funci¨®n de imitar el dechado plat¨®nico. En tanto que la poes¨ªa nos mueve a zonas de indefinici¨®n, interferencias de sentidos y carencia de significado estricto, y en tanto que, por otro lado, no es decoroso vivir sin una dosis de escrutinio intelectual, la escritura diar¨ªstica de Maillard es un lugar donde se encuentran poes¨ªa y filosof¨ªa. Sus Diarios indios constan de tres cuadernos correspondientes a otros tres momentos de su biograf¨ªa: Jaisalmer y Bangalore son de 1992 y 1996, respectivamente, y Benar¨¦s es de 1998-1999, continuaci¨®n natural de Filosof¨ªa en d¨ªas cr¨ªticos (1996-1998).
A lo largo de los diarios vemos c¨®mo la conciencia observadora va convirti¨¦ndose en objeto mismo de la observaci¨®n. La matriz de este proceso es el viaje, la instalaci¨®n en un lugar "otro", sin el abrigo de la costumbre. Se avanza as¨ª en el despojamiento de lo superfluo y el extra?amiento del yo, a cuyo t¨¦rmino puede el sujeto construirse una nueva identidad. Tras el contacto con lo imprevisto, Jaisalmer plasma el estado de desolaci¨®n en el que cesan la tentaci¨®n de lo fenom¨¦nico y la escenograf¨ªa del mundo. Los poemas en prosa de Bangalore se adentran en la aspereza de la compasi¨®n, no equivalente a la blandura de la piedad cristiana, pues aqu¨¦lla arranca del dolor inherente a la vida; idea que formul¨® en Occidente Schopenhauer, quien recaba piedad para v¨ªctimas y victimarios, pues al cabo todos somos v¨ªctimas de la voluntad de vivir, y abomina de los deseos insatisfechos, porque generan desesperaci¨®n, y de los satisfechos, porque generan hast¨ªo. El tercer cuaderno se inicia con 48 estancias sobre otros tantos ghats, escalinatas de bajada al Ganges, y sigue con el Diario de Benar¨¦s, donde toca el nervio de la moral: el af¨¢n humano de permanencia, aquilatado en paradigmas metaf¨ªsicos. Frente al modelo plat¨®nico (copia de la Idea o del Padre), el de Deleuze (asunci¨®n de la orfandad universal en ausencia de jerarqu¨ªas). Tras las escarpaduras de la ruta, que acent¨²a progresivamente la intransitividad desde las hermosas reflexiones seminarrativas del principio, el corolario es tajante: las creencias, aliadas del poder, est¨¢n en los ant¨ªpodas de la espiritualidad, y los dioses favorecen el enga?o. As¨ª se entiende, aunque pueda no comprenderse ni compartirse, un apunte del diario: "?Mu¨¦strame tu dios y te dir¨¦ cu¨¢l es el color de tu miedo!".
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