De Ronda a Tarifa, a pie y en tren
El legado de Al Andalus y tres parques naturales en la ruta de los almor¨¢vides
A mediados del siglo XI, incapaces de contener el avance cristiano, los reinos de taifas llamaron en su ayuda a los almor¨¢vides, n¨®madas del oeste del S¨¢hara y defensores de la ortodoxia del islam, que hab¨ªan fundado Marraquech y extendido su poder por el Magreb. En 1086 desembarcaron en Algeciras y se expandieron r¨¢pidamente, pero, en vez de auxiliar, acabaron arrebatando el poder a los mismos que les hab¨ªan llamado en su socorro hasta dominar toda la Espa?a musulmana. Su imperio lleg¨® a abarcar desde Zaragoza hasta Senegal. Sin embargo, perdieron Al Andalus tan pronto como lo ganaron, que 60 a?os no es nada en el discurrir de la historia, y eso es lo que tardaron los almohades en sustituirlos y mandarlos de vuelta a casa.
La estaci¨®n de Jimera de L¨ªbar, tan bien conservada, con su marquesina, su cambio de agujas, su jefe uniformado y uno de sus barracones convertido en un atractivo restaurante, parece lista para rodar una pel¨ªcula
Cuando entramos en Tarifa, a todo el mundo le ped¨ªa el cuerpo marcha y modernidad. Y eso es lo que disfrutamos: hoteles de dise?o y locales atestados para correr la noche por el laberinto de la antigua medina
Ochocientos sesenta a?os despu¨¦s, un peque?o grupo de amigos decidimos acotar un tramo de su periplo andalus¨ª y recorrerlo a pie -que es la manera m¨¢s aut¨®noma de viajar, cuando la m¨¢quina eres t¨² mismo- con cortos trayectos en tren, para sentirnos m¨¢s cerca de la diligencia que del Airbus, en recuerdo de los viajeros rom¨¢nticos que en los siglos XVIII y XIX redescubrieron estas tierras y crearon todo un estereotipo. Nos reunimos en Ronda, conquistada por los almor¨¢vides cruentamente y con enga?o. Como no dejaron mejor huella, en esta ocasi¨®n tomamos s¨®lo un aperitivo del ingente patrimonio acumulado por la ciudad en ¨¦pocas posteriores: los Ba?os en el Arrabal Viejo, con un hammam sorprendentemente conservado; la Casa del Gigante, residencia palaciega con yeser¨ªas semejantes a algunas de la Alhambra, salvadas las distancias, y una moderna bodega alojada en un antiguo monasterio de trinitarios (el convento de los Descalzos Viejos): edificio imponente a las afueras de Ronda, vi?as en escalera y un huerto como un jard¨ªn del ed¨¦n que tiene toda la impronta de una almunia ¨¢rabe. Buen lugar para criar vino y buena ambientaci¨®n para evocar una civilizaci¨®n que fue la m¨¢s avanzada de su tiempo y lleg¨® a ser tan refinada que dej¨® mil y un poemas en los que abundan las palabras "delicia", "gozo", "deleite".
Al d¨ªa siguiente echamos pie a tierra en la vecina Grazalema. Al iniciar el ascenso del puerto del Boyar, dejamos atr¨¢s el pueblo, atildado como un nacimiento, que a vista de p¨¢jaro parece un barco varado en un circo de monta?as con una iglesia a proa y otra a popa. Al llegar a la cota m¨¢xima (1.111 metros) se domina buena parte de su parque natural, de m¨¢s de 50.000 hect¨¢reas, y la campi?a gaditana que desciende hacia el mar. De ese mirador parte una pista c¨®moda que atraviesa dehesas de encinas y quejigos que forman parte del parque, pero que discurre lejos de sus parajes m¨¢s c¨¦lebres, como el pinsapar y la garganta de los Verdes. Al principio te topas con un cortijo, un reba?o de cabras sin pastor, una pareja de senderistas. Luego, nadie.
A mitad del camino se llega a una meseta que termina en un precipicio. Si te asomas, descubres un desfiladero entre dos paredes imponentes, pura vertical sobre la que sobrevuelan los buitres y un abismo que, seg¨²n la leyenda, salv¨® un cabrero con un cuenco de leche en las manos, sin derramar una gota, para llevarla a su hijo enfermo. Por eso el lugar se conoce como El Salto del Cabrero. Sin llegar a estos prodigios, tambi¨¦n nosotros tuvimos ocasi¨®n de descubrir una habilidad que desconoc¨ªamos, la de descender, casi en vertical y sin despe?arnos, una cascada de piedras grandes y redondas como huevos de avestruz que parec¨ªa interminable.
Villaluenga del Rosario
A pesar de esa rampa colosal, que tardamos m¨¢s de media hora en bajar, al llegar a Villaluenga del Rosario result¨® que est¨¢bamos en el pueblo m¨¢s alto de la provincia de C¨¢diz. Suspendido de un macizo rocoso a mil metros de altitud, en invierno se cubre por grandes nevadas. La villa fue musulmana durante cuatro siglos y luego se?or¨ªo por privilegio de los Reyes Cat¨®licos. En ese peque?o lugar comimos queso payoyo y jam¨®n de primera, dormimos como lirones en un silencio sepulcral, y al despertar supimos que su t¨¦rmino municipal es un para¨ªso para los espele¨®logos, un parque jur¨¢sico donde se encuentran tres de las cuatro simas mayores de Andaluc¨ªa, con estalagmitas y r¨ªos subterr¨¢neos que afloran a muchos kil¨®metros.
Es el caso del Guadares, que nace en Villaluenga, se sume en la cueva del Hundidero (en Montejaque) y, tras abrir 4,5 kil¨®metros de galer¨ªas que se pueden recorrer con traje de neopreno, aflora en la cueva del Gato (ya en Benaoj¨¢n). Con una boca muy grande y dos ojos, parece la cara de alguien desesperado, animal o humano. De esas fauces, a 40 metros de altura, salta una cascada que forma un peque?o lago esmeralda y luego desemboca en el r¨ªo Guadiaro, cuyo valle vamos a recorrer.
Una vereda nos lleva a la estaci¨®n de Benaoj¨¢n. Desayunamos en la cantina en un ambiente de lo m¨¢s aut¨¦ntico y desde all¨ª tomamos la ca?ada real de Gibraltar, que serpentea bordeando las monta?as cubiertas de una vegetaci¨®n enmara?ada. Siempre con el r¨ªo y las v¨ªas del tren a la derecha, que discurren en paralelo, es un dulce sube y baja con vistas y al abrigo del monte. Cerca de los n¨²cleos habitados, una espuma sospechosa flota sobre el agua y a lo largo del camino encontramos ingeniosos letreros, dejados por ecologistas que nos precedieron, en defensa de este bosque mediterr¨¢neo que es uno de los mayores y mejor conservados del Viejo Continente. Despu¨¦s, el r¨ªo corre limpio, entre islotes y junquerales donde se posan las garzas. En un par de ocasiones nos cruzamos con el tren de viajeros que hace la l¨ªnea de Bobadilla a Algeciras, costosamente tendida por lo m¨¢s quebrado de la serran¨ªa a finales del siglo XIX.
Los Alcornocales
En esa compa?¨ªa llegamos a la estaci¨®n de Jimera de L¨ªbar, tan bien conservada. Con su marquesina, su cambio de agujas, su jefe uniformado y uno de sus barracones convertido en un atractivo restaurante, parece lista para rodar una pel¨ªcula. Subimos al tren, por primera vez, que nos llev¨® en un santiam¨¦n a La Almoraima, un gran latifundio y una explotaci¨®n forestal mod¨¦lica, en pleno parque natural de Los Alcornocales. All¨ª, la saca del corcho con m¨¦todos ancestrales es un espect¨¢culo inolvidable, y, adentr¨¢ndose por sus bosques y canutos, se observan a placer ciervos y muflones, rapaces, ruise?ores y meloncillos.
Subimos al viejo Castellar de la Frontera, caser¨ªo blanco y pasadizos floridos, encerrado entre murallas. Fortificado por los ¨¢rabes en el siglo XIII, en ¨¦poca reciente fue colonia hippy y los m¨¢s viejos del lugar aseguran que, hasta casi mediados del siglo XX, sus habitantes todav¨ªa cerraban la poterna cada noche.
De nuevo en tren, ahora hasta Algeciras. Camino de Tarifa, antes de coronar el puerto del Bujeo, uno de los mayores pasos de aves migratorias de Espa?a, nos adentramos por el parque natural del Estrecho en busca del mar. Dejamos de lado el Cortijo de la Hoya, y en el Roque de Botija, envidiando el emplazamiento del cuartel abandonado que hay all¨ª, iniciamos el ¨²ltimo trayecto: seis horas por la cornisa mar¨ªtima siempre viendo la costa de ?frica como una foto fija. Infatigables, atravesamos acantilados de arenisca amarilla, calas secretas y pedregosas, extra?as formaciones como balsas de piedra negra desgastadas por el agua, y encontramos restos de pateras, pescadores a ca?a, torres vig¨ªa y nombres literarios que qui¨¦n sabe a qu¨¦ sucesos aluden, como la punta del Traidor o el islote de Tres Hermanas.
Tras tanto andar r¨²stico y natural, cuando al cabo entramos en Tarifa, a todo el mundo le ped¨ªa el cuerpo un chute de artificio, marcha y modernidad. Y eso es lo que disfrutamos: hoteles de dise?o y locales atestados para correr la noche por el laberinto de la antigua medina, bajo la mole oscura del castillo de Guzm¨¢n el Bueno, levantado en ¨¦poca califal, al que los almor¨¢vides a?adieron un segundo recinto.
Al d¨ªa siguiente, despedida y cierre al aire libre en una venta de la playa de Bolonia, junto a las ruinas romanas de Baelo Claudia. Al sol de invierno comimos pargo asado, bebimos manzanilla y, contemplando la gran duna que ya anuncia el desierto, me vinieron a la mente estos versos de Manuel Machado: "Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron / -soy de la raza mora, vieja amiga del sol-, / que todo lo ganaron y todo lo perdieron. / Tengo el alma de nardo del ¨¢rabe espa?ol".
GU?A PR?CTICA
Dormir- Molino del Arco (952 11 40 17; www.hotelmolinodelarco.com). Nuevo y con encanto, a ocho kil¨®metros de Ronda. La habitaci¨®n doble cuesta 120 euros, m¨¢s IVA.- La Posada (956 12 61 19; www.tugasa.com). Modesto y simp¨¢tico, en Villaluenga del Rosario. La habitaci¨®n doble, 55 euros,m¨¢s IVA.- Casa Convento La Almoraima (956 69 30 02; www.la-almoraima.com). Del siglo XVII, con salones y patio, en Castellar de la Frontera. La habitaci¨®n doble, 95 euros.- Casa Blan-co (956 68 15 15; www.casablan-co.com). De dise?o, el nuevo hotel de Ana Torroja, en Tarifa. La doble, entre 60 y 120 euros seg¨²n la habitaci¨®n.- Parador de Ronda (952 87 75 00; www.parador.es). Plaza de Espa?a, s/n. Ronda. Junto al puente Nuevo y los tajos. Con una ambientaci¨®n a cargo del interiorista Pascua Ortega. Habitaci¨®n doble, 147 euros, desayuno incluido.- Hotel Montelirio (952 87 38 55). Tenorio, 8. Ronda. Un palacio asomado al tajo. Todo el esplendor andaluz en una decoraci¨®n cuasipalaciega que mezcla lo ronde?o con lo brit¨¢nico. Habitaci¨®n doble, 150 euros, desayuno incluido.- Enfrente Arte (952 87 90 88; www.enfrentearte.com). Calle Real, 40. Ronda. La doble con desayuno, entre 70 y 105 euros, seg¨²n la habitaci¨®n.Comer- Tragabuches (952 19 02 91). Jos¨¦ Aparicio, 1. Ronda. Emblema gastron¨®mico de la ciudad. Men¨²s suntuosos de cocina de creaci¨®n que mezcla lo andaluz con las vanguardias. A la carta, unos 50 euros.- El Escudero (952 87 13 67). Paseo de Blas Infante, s/n. Ronda. Cocina regional con detalles creativos. Unos 30 euros. Men¨², 15 euros.- La Cancela (956 46 37 79). Doctor V¨¢zquez, 24. Villaluenga del Rosario. Alrededor de 18 euros.- Quercus (952 18 00 41). En la estaci¨®n de Jimera de L¨ªbar. Alrededor de unos 20 euros.- Dos Mares (956 68 40 35). Carretera de C¨¢diz-M¨¢laga, kil¨®metro 79,5. A las afueras de Tarifa. Unos 40 euros. Tambi¨¦n es hotel.- Otero (956 68 85 94). En la playa de Bolonia. Entre 15 y 30 euros.Visitas en Ronda- Plaza de toros y museo taurino (952 87 41 32). Virgen de la Paz, 15. Ronda. Precio: 5 euros. Horario: de 10.00 a 19.00 horas; en invierno, hasta las 18.00.- Centro de interpretaci¨®n del puente Nuevo (649 96 53 38). Plaza de Espa?a, s/n. Ronda. Precio: 2 euros; menores de 14 a?os, gratis. Horario de visitas: de lunes a viernes, de 10.00 a 19.00 horas; en invierno, hasta las 18.00. S¨¢bados, domingos y festivos, de 10.00 a 15.00.- Ba?os ¨¢rabes (656 95 09 37). Barrio del Padre Jes¨²s. Precio: 2 euros. Horario: de lunes a viernes, de 10.00 a 19.00; en invierno, hasta las 18.00. S¨¢bados, domingos y festivos, de 10.00 a 15.00 horas.Informaci¨®n- Fundaci¨®n Legado Andalus¨ª (958 22 59 95; www.legadoandalusi.com). Promueve la ruta de los almor¨¢vides y otras, designadas Grandes Itinerarios Culturales por el Consejo de Europa.- Otros Caminos (958 29 18 93; www.otroscaminos.com). Especialistas en organizar viajes a pie y en bici por Andaluc¨ªa.- Oficina de turismo de Ronda (952 18 71 19; www.turismoderonda.es).- www.serraniaderonda.com.- www.serraniaronda.org.- www.pasoslargos.com.- Patronato Provincial de Turismo de C¨¢diz (956 80 70 61; www.cadizturismo.com).
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