Historia de una huelguista
Una limpiadora de Ir¨²n relata c¨®mo vive el paro indefinido, que hoy cumple un mes
Nieves Gonz¨¢lez, de 54 a?os, ha sacado adelante a sus dos hijos a golpe de fregona y escoba, cosa que le llena de orgullo. "Soy una persona, ante todo, soy una persona digna", dice. "Ya estoy harta de que se nos mire mal y se desprecie nuestro trabajo, social y econ¨®micamente". Nieves Gonz¨¢lez limpia desde hace 13 a?os para el Ayuntamiento de Ir¨²n a trav¨¦s de subcontratas, ahora mismo en la ikastola Belaskoenea. "Hago el mismo trabajo que otras empleadas", pero cobrando el 35% menos. Eso, de septiembre a junio, porque en julio y agosto, le toca irse al paro. "Y eso para la jubilaci¨®n, ya me dir¨¢s..." Por eso est¨¢ en huelga desde hace un mes, para exigir "un trato digno".
?sta no es la primera protesta laboral a la que se enfrenta. Separada hace 14 a?os y viuda desde hace siete meses, vivi¨® hace un lustro el paro sectorial de la provincia. Las trabajadoras de la limpieza de San Sebasti¨¢n prolongaron entonces la huelga un mes m¨¢s que el resto de las empleadas y lograron la equiparaci¨®n salarial con las funcionarias o con aquellas subcontratadas que limpian aulas de Secundaria para el Gobierno vasco. "Aquella [huelga] fue bastante dura y, por lo que se ve, ¨¦sta lo va a ser a¨²n m¨¢s. Llevamos ya un mes paradas y nadie se quiere sentar a negociar". Ella tiene claro que esta vez llegar¨¢ hasta el final. "Sin duda y siempre que estemos todas unidas [son 58], y lo estamos, la huelga ir¨¢ para adelante, aunque nos tengan que ayudar econ¨®micamente familiares o incluso gente de fuera. Porque esto ten¨ªa que estar solucionado hace ya cinco a?os".
"Siempre que estemos todas unidas, y lo estamos, la huelga ir¨¢ para adelante"
La huelga, en todo caso, empieza a hacer mella en la econom¨ªa de algunas de las empleadas en paro. S¨®lo parte de las afiliadas a ELA -tambi¨¦n hay de LAB, ESK y no pertenecientes a ning¨²n sindicato- disponen de caja de resistencia, pero no alcanza a cubrir de media m¨¢s del 40% de lo que dejan de percibir entre todas. De hecho, a Nieves Gonz¨¢lez no le ha quedado otro remedio que buscarse "la vida por ah¨ª". "Estoy acostumbrada a trabajar a destajo", confiesa. "Cuando me separ¨¦, mi marido estaba en paro y tuve que aceptar un empleo extra de seis a ocho de la ma?ana para sacar a mis hijos adelante. Limpiaba en la academia municipal de pintura del Ayuntamiento de Ir¨²n y cobraba 16.000 pesetas, no me importa decirlo", recuerda.
Esta mujer ha sentido como una ofensa personal la reciente orden dictada por el consejero de Empleo, Joseba Azkarraga, para reforzar los servicios m¨ªnimos tras apreciarse problemas de higiene en centros escolares y en la residencia de ancianos. ?D¨®nde se quedan los derechos de los obreros?, se pregunta indignada. "Azkarraga ha favorecido al sector m¨¢s poderoso", sentencia. Con todo, reconoce que hace unos d¨ªas sinti¨® pena al ver el estado en que se encuentra la ikastola Belaskoenea. "En el momento en el que percibamos una m¨ªnima intenci¨®n de di¨¢logo iremos a ponerlo todo txukuna [limpio]. Pero, de momento, el Ayuntamiento hace o¨ªdos sordos. Y nosotras seguimos adelante con nuestra protesta".
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