Paz sin condiciones
Estas palabras resumen el n¨²cleo del debate sobre la pol¨ªtica antiterrorista, a pesar de que el ruido partidista, especialmente el tremendismo del PP, haga dif¨ªcil un debate sereno de una cuesti¨®n en s¨ª importante. Puesto que la pol¨ªtica antiterrorista de los ¨²ltimos a?os parece haber conducido a ETA-Batasuna a una encrucijada de la que s¨®lo le cabe una salida, el cese como organizaci¨®n terrorista, y puesto que el presidente del Gobierno ha optado por hacer p¨²blica la esperanza de que dicho cese se pueda producir en un plazo no demasiado largo, la pregunta a contestar es la de las condiciones democr¨¢ticamente aceptables de dicho cese.
Conviene comenzar recordando algunas obviedades: es pr¨¢cticamente impensable que el fin de una organizaci¨®n terrorista como ETA se produzca por simple desaparici¨®n. Lo normal es que al final exista alg¨²n tipo de di¨¢logo entre la organizaci¨®n terrorista y el Gobierno de turno. Es tambi¨¦n normal que en ese di¨¢logo se plantee alguna demanda por parte de la organizaci¨®n terrorista. Y es tambi¨¦n bastante normal que a cualquier cosa que plantee y a lo que, sin ning¨²n tipo de dejaci¨®n, pueda acceder el Gobierno se le adjudique el calificativo de pol¨ªtico. Es absurdo pensar que las decisiones que adopta un Gobierno, que respalda un Parlamento, son decisiones puramente t¨¦cnicas y no pol¨ªticas.
No se puede pagar el precio de un marco radicalmente distinto para Euskadi
Es pr¨¢cticamente impensable que el fin de ETA se produzca por simple desaparici¨®n
Lo importante radica, pues, en determinar lo que significa pol¨ªtico cuando se afirma que el Estado no puede ni debe pagar precio pol¨ªtico alguno por la desaparici¨®n de ETA -es m¨¢s correcto hablar de desaparici¨®n de ETA, de su derrota y de lo que sea necesario para la consolidaci¨®n de esa derrota, que de proceso de paz-. Se puede hacer una interpretaci¨®n extensa, como lo hace el Partido Popular, que llama precio pol¨ªtico a todo: al hecho de no iniciar un procedimiento de ilegalizaci¨®n del PCTV, a la resoluci¨®n misma del Congreso, a pesar de que afirma expresamente la imposibilidad de pagar precio alguno a ETA, y al cese de un fiscal de la Audiencia Nacional. Se puede hacer una interpretaci¨®n en cuyo centro se encuentre la peliaguda cuesti¨®n de los presos, peliaguda tanto jur¨ªdica como ¨¦ticamente.
Pero es posible tambi¨¦n hacer un esfuerzo por centrar la caracterizaci¨®n de pol¨ªtico del precio que nunca se puede pagar a ETA en lo que m¨¢s importa. Y para saber qu¨¦ es lo que m¨¢s importa, como casi siempre, la gu¨ªa perfecta es la misma ETA, y Batasuna. La raz¨®n expresa por la que ETA ha asesinado, y por la que Batasuna nunca ha condenado, ni lo va a hacer, los asesinatos de ETA, es conseguir para la naci¨®n sin Estado que es el pueblo vasco, Euskal Herria, la territorialidad y el derecho de autodeterminaci¨®n.
Lo que desde la propuesta de Batasuna en Anoeta hace algo m¨¢s de un a?o han venido repitiendo es eso: paz no puede significar exclusivamente tregua, pues ello significar¨ªa un paso unilateral. Es necesario que todos se muevan, que se abra la perspectiva de que en la mesa de partidos pol¨ªticos no s¨®lo se puedan plantear la territorialidad, aunque sea de forma gradual, y la autodeterminaci¨®n bajo la f¨®rmula del derecho de los vascos a decidir su futuro, sino acordar ambas. Y no s¨®lo acordar, sino que exista el compromiso de que ese acuerdo se va a respetar en el Congreso. Y que el entramado jur¨ªdico se cambie para que pueda ejecutarse el acuerdo: el reconocimiento del derecho de autodeterminaci¨®n en la Constituci¨®n espa?ola.
Si ¨¦sa es la raz¨®n pol¨ªtica que ha conducido a ETA a usar las t¨¦cnicas modernas de la lucha de minor¨ªas contra mayor¨ªas (Egibar dixit) y que implican el asesinato, el precio pol¨ªtico que nunca se puede pagar, que nunca puede acordar pagar el Estado de derecho, est¨¢ claro: el proceso de reforma del Estatuto de Gernika que constituya la cuesti¨®n a debatir en la mesa de partidos vascos -y que una vez legalizada Batasuna porque ETA ha anunciado cre¨ªblemente su cese como organizaci¨®n terrorista no tiene por qu¨¦ tener una sede distinta a la parlamentaria- no puede conducir a acordar nada que implique la satisfacci¨®n de las razones que motivaron los asesinatos de ETA.
?No se puede reformar el Estatuto de Gernika? Por supuesto que s¨ª. Es m¨¢s: significar¨ªa una consolidaci¨®n del mismo, pues se dar¨ªa cumplimiento a una de sus previsiones. ?Transformar el esp¨ªritu del Estatuto, la idea de que la sociedad vasca s¨®lo se constituye en sujeto pol¨ªtico por medio del acuerdo entre quienes ven, viven, sienten y entienden a Euskadi de formas distintas, y por lo tanto integr¨¢ndose en un marco m¨¢s amplio, en el marco constitucional, siempre que ¨¦ste afirme como principio estructural el desarrollo auton¨®mico como descentralizaci¨®n pol¨ªtica, transformar ese esp¨ªritu en una definici¨®n de Euskadi por mayor¨ªa -la pretensi¨®n del plan Ibarretxe y lo que encierra el discurso de la consulta popular- es una reforma del Estatuto?
No, es su negaci¨®n misma, e hist¨®ricamente hablando es la negaci¨®n de la misma Euskadi, pues ¨¦sta s¨®lo ha existido como sujeto pol¨ªtico reconocido cuando ha existido el acuerdo estatutario, en 1936 y a partir de 1980.
Consideradas as¨ª las cosas, es patente que el Estatuto actual no permite demasiado recorrido en su ampliaci¨®n, en su reforma, aunque la imaginaci¨®n pol¨ªtica siempre puede deparar sorpresas. Pero conviene no olvidar que el nacionalismo, el radical siempre y el tradicional desde su viraje de los ¨²ltimos a?os, nunca ha buscado la reforma de lo existente, sino un nuevo marco radicalmente distinto del actual en sus presupuestos.
Y ¨¦ste es el precio pol¨ªtico que no se puede pagar. Por dignidad del Estado de derecho. Por el respeto al significado pol¨ªtico de los asesinados. Por la garant¨ªa de la libertad de todos que es el pluralismo identitario vasco.
Joseba Arregi es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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