Presencia gitana
Lo de Manuela Carrasco no llama, desde luego, al enga?o. "Lo m¨ªo es lo de siempre, el arte, puro flamenco", anunci¨®. S¨®lo desde la rotundidad de su gitana presencia se puede transmitir tanta seguridad. En el discurso y en el baile, que ella se basta sola para sostener, corregir y levantar su espect¨¢culo por m¨¢s fisuras que se le presenten. Este "sorbito" acus¨® algunos desajustes por la ineludible ausencia de Joaqu¨ªn Amador, pero da igual. Desde el inicio ella proclama su carisma y su mando: sola en el escenario, impert¨¦rrita ante los aplausos que alaban una figura que en su estatismo ya rebosa flamencura. De ah¨ª, sin apenas transici¨®n, abord¨® el taranto con una fuerza contenida pero arrasadora.
Un sorbito de lo sublime
Compa?¨ªa de Manuela Carrasco. Baile: Manuela Carrasco, Rafael de Carmen, Torombo. Artista invitado: Manuel Molina. Cante: Jos¨¦ Valencia, Antonio Z¨²?iga, La Tobala, Samara Amador, Juan Jos¨¦ Hijo. Guitarra: Pedro Sierra, Miguel Iglesia. Percusi¨®n: Jos¨¦ Carrasco. Teatro Villamarta, s¨¢bado 25 de febrero.
Un sorbito de lo sublime se concentra en el cuadro central de la funci¨®n con todos los artistas del elenco en escena. Se trataba de recrear el ambiente de Triana y se fueron sumando las aportaciones. Los aires de C¨¢diz -baile de Torombo y cante de La Tobala- precedieron la llegada de Manuel Molina. Su personal po¨¦tica impregna de lirismo el espacio y Manuela le baila a ese cante fr¨¢gil con su ralentizada cadencia. Momentos de espont¨¢nea frescura, de una creaci¨®n que parte del genio de dos figuras que, con sus diferencias, se encuentran en la ra¨ªz fundamental de lo gitano. M¨¢s aportaciones para que la capitana imponga su mando en el baile por alegr¨ªas. Es tanta su fuerza, que arrastra con ella a todos los componentes del elenco exigi¨¦ndoles al m¨¢ximo.
El espect¨¢culo acus¨® algunos desajustes: sonido deficiente y unas transiciones no especialmente cuidadas, que se salvaron por la val¨ªa de sus protagonistas: Jos¨¦ Valencia con unos martinetes con sabor Jerez, y Samara y La Tobala con flamencos tangos de mujer.
El baile por seguiriya de Rafael de Carmen fue el pr¨®logo a la esperada sole¨¢ de Manuela. Pura esencia y clasicismo desde los mismos acordes de la guitarra. Un baile can¨®nico y antiguo, edificado desde la contenci¨®n y buscando la explosi¨®n de un desplante que deja imborrables estampas en la retina. Es ella, la de siempre, combinando la fuerza de sus pies con los brazos tendidos al aire, el contrapunto pl¨¢stico al arrebato de su cintura. Las r¨¢fagas de arte y temperamento se suceden pero sin llegar a cansar. Hasta en la medida, ella es antigua.
Los montajes de Manuela hace tiempo que dejaron de sorprender, pero con ella tirando del carro, siempre quedar¨¢ espacio para la conmoci¨®n del baile racial que personifica.
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