El bus de Osona Cuina
La Plana de Vic es una especie de canal que va desde los Pirineos al mar y se protege entre la cordillera del Montseny y Collsuspina. Por este corredor pasa el aire fr¨ªo del norte, la niebla de la llanura y la humedad del mar, un contraste clim¨¢tico que favorece el reposo de las longanizas, uno de sus productos estrella. Osona quiere recuperar el cerdo de pay¨¦s y elevarlo a la alta cocina. Para ello busca la manera de engordarlo, vigilando la selecci¨®n gen¨¦tica, sus condiciones de vida y el medio ambiente. Pero si el cerdo ha dado fama a Vic desde hace siglos, la trufa, que tambi¨¦n se alimenta de este peculiar paisaje, se est¨¢ promocionando a paso de gigante. A finales de oto?o y durante el invierno, el gourmet tiene una cita en la comarca de Osona: los restauradores ofrecen todas las variedades del cerdo pasado por las manos de los expertos cocineros, m¨¢s esta perla negra, talism¨¢n de la gastronom¨ªa.
El colectivo Osona Cuina, impulsado por el gastr¨®nomo Pep Palau, se dedica a promocionar estos productos elaborando una serie de recetas que se ofrecen en sus restaurantes. Osona Cuina es, pues, la uni¨®n de 12 restauradores, entre ellos tres estrellas Michelin, que desde Tona, Vic, Prats de Llu?an¨¨s, Viladrau, Olost, Manlleu, Calldetenes y El Brull organizan encuentros gastron¨®micos para que la gente que aprecia la buena comida se acerque a esta tierra.
Pero, aunque nos pese, una buena campa?a funciona mejor si pasa por la capital, o como m¨ªnimo si se deja o¨ªr por los medios de comunicaci¨®n que llegan a todo el pa¨ªs, y no solamente en la prensa local. M¨¢s de una vez he o¨ªdo quejarse a Carme Ruscalleda de que a la gente le cuesta hacer kil¨®metros para ir a comer. Aunque lo que coma sea sublime. Y es una pena que el ampurdan¨¦s no conozca el chapadillo del delta, que el gerundense no se deleite con las coquetes de la Alta Ribagor?a, que el leridano no haya comido nunca los platillos ampurdaneses, que el barcelon¨¦s no sepa lo que es una girella de Tremp o que los de la Anoia ignoren qu¨¦ son los panedons de las tierras de Lleida. Por suerte, el mestizaje empieza a funcionar en nuestra propia tierra y el amante del buen comer, movido por la curiosidad, se aleja cada vez m¨¢s de su casa para experimentar lo que ofrece la gastronom¨ªa de otras comarcas.
Los de Osona Cuina son inteligentes y pr¨¢cticos, y este a?o para promocionar la campa?a de la trufa y el cerdo organizaron un autob¨²s que sal¨ªa de Vic lleno de los mejores aromas. El bus recorr¨ªa en dos d¨ªas Barcelona, Girona y Perpi?¨¢n. Yo los pill¨¦ en Barcelona, en un almuerzo que se celebr¨® en la antigua f¨¢brica de cerveza Moritz, de la Ronda de Sant Antoni. Pero la excursi¨®n empezaba con un desayuno a base de butifarra y trufa en la plaza Major de Vic, envuelta en su niebla matinal. Despu¨¦s, los comensales segu¨ªan hasta Barcelona, donde los cocineros ultimaban los platos ya preparados en sus respectivos restaurantes. Carpaccio de pies de cerdo con mango, sopa de setas y trufa, tarrina de caza trufada, arroz cremoso de cerdo, trufa y cerveza Moritz... La gente pescaba lo que pod¨ªa esparcida por una de las salas de producci¨®n de cerveza instalada en los s¨®tanos del edificio. Pod¨ªa parecer un sitio desangelado, con las paredes de 140 a?os de vida a medio restaurar, los cables de la luz a la vista y cuatro bombillas esparcidas por el techo. Pero la sala es una delicia arquitect¨®nica, como todo el edificio de tres plantas que ahora se reforma para convertirlo en una plataforma de ocio, restauraci¨®n y cultura. Algo que la familia Moritz ha querido recuperar en Barcelona y que se abrir¨¢ oficialmente dentro de unos meses.
En la Moritz, Osona Cuina improvis¨® una cocina, con sus fogones y su horno, y all¨ª daban el toque final a sus platos y los enviaban a la sala que ejerc¨ªa de comedor. S¨®lo el arroz caldoso y los huevos fritos con trufa se elaboraron in situ. Por cierto que los huevos casi provocaron una histeria colectiva, porque la gente se lanzaba a la caza del preciado manjar como una nube de moscas sobre la miel. Los cocineros eran generosos con la trufa, lo que no siempre ocurre en los restaurantes, y los invitados perd¨ªan la raz¨®n y la compostura buscando el plato y mojando pan. Vimos a unas cuantas estrellas del Bar?a, clientes de uno de los restaurantes situados en un campo de golf: Txiqui Begiristain, Alexanco y hasta Johan Cruyff, que apenas prob¨® bocado, tan enfrascado estaba departiendo con la concurrencia, especialmente con Anton Maria Espadaler, que no se perd¨ªa ning¨²n plato. M¨¢s tarde apareci¨® Carles Gaig, amigo de los cocineros, que se qued¨® en la improvisada cocina probando las exquisiteces de sus colegas.
El bus de Osona Cuina viaj¨® por la tarde hasta Girona, donde ofrecido un picoteo en el centro cultural de la Merc¨¨. Los que segu¨ªan la ruta dorm¨ªan en Figueres y por la ma?ana viajaban a Perpi?¨¢n. En la Casa de Catalunya de la Generalitat a los invitados les esperaba un aperitivo. Ignoro c¨®mo acab¨® la fiesta y si los del bus, de vuelta a casa, terminaron cantando, o si sencillamente se echaron a dormir, reventados de tanto comer. Una cosa s¨ª es cierta: Osona Cuina ofrece calidad y adem¨¢s sabe venderla, que no es poco.
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