La cuadratura del c¨ªrculo
Es f¨¢cil de imaginar cu¨¢l ser¨ªa la posici¨®n que adoptar¨ªan los diputados del PSOE si el PP presentara en el Congreso de los Diputados una proposici¨®n en favor del reconocimiento del llamado dise?o inteligente, ¨²ltima versi¨®n del creacionismo religioso que pretende cuestionar la validez de la evoluci¨®n. Dada la deriva integrista social y religiosa del PP no es una hip¨®tesis que rechazar en absoluto. Estoy convencido de que los diputados socialistas, incluidos aquellos adscritos al Partit dels Socialistes (PSC), no tendr¨ªan la m¨¢s m¨ªnima duda, har¨ªan una f¨¦rrea defensa de la ciencia y manifestar¨ªan claramente que la ideolog¨ªa y la pol¨ªtica no deben interferir en las cuestiones que son objeto del an¨¢lisis y el m¨¦todo cient¨ªficos.
Cuando no es as¨ª se corre el riesgo cierto de hacer el rid¨ªculo. As¨ª, en 1897 la C¨¢mara baja del Parlamento de Indiana aprob¨® por 67 votos a favor y ninguno en contra "una nueva verdad matem¨¢tica" que establec¨ªa que el n¨²mero pi val¨ªa exactamente 3,2. En el art¨ªculo de Ramon Pascual publicado en La Vanguardia el 7 de diciembre de 1998 se completa la historia: enterado del desaguisado, el matem¨¢tico C. A. Waldo pas¨® a informar a sus se?or¨ªas de que el n¨²mero pi es un n¨²mero irracional, con infinitas cifras decimales (de hecho se han calculado cientos de miles de ellas), como consecuencia de que, dado un c¨ªrculo cualquiera, es imposible escribir el lado de un cuadrado que tenga la misma superficie mediante n¨²meros racionales. En definitiva, la insolubilidad de la cuadratura del c¨ªrculo, que los ignorantes parlamentarios pretendieron resolver por v¨ªa legislativa. Los miembros de la C¨¢mara alta corrigieron el error.
Pues bien, el Congreso de los Diputados espa?ol se ha puesto exactamente a la misma altura que su correspondiente C¨¢mara de Indiana. Bien, no exactamente, ya que no todos los diputados votaron a favor de que el valenciano sea declarado idioma. No lo hicieron, entre otros, los de Converg¨¨ncia i Uni¨®, Esquerra Republicana e Izquierda Unida, que tambi¨¦n cuentan entre sus miembros a catalanes y valencianos.
La primera reacci¨®n ante la similitud de ambas decisiones ser¨ªa la de confiar en que los senadores de las Cortes Generales recibieran la informaci¨®n cient¨ªfica acad¨¦micamente contrastada (la pueden obtener de cualquier universidad del mundo, insisto, cualquier universidad) y corrigieran la barbaridad perpetrada por sus colegas diputados.
No lo creo posible, sin embargo, ya que, a diferencia del lejano acuerdo de 1897, los diputados espa?oles, del PP y del PSOE, estaban perfectamente informados en el momento de la redacci¨®n del texto y de su votaci¨®n. Tambi¨¦n eran conscientes de sus consecuencias. Por tanto, nada espero de ellos.
?Se imaginan la reacci¨®n de los parlamentarios espa?oles ante una declaraci¨®n del idioma argentino o de cualquier otra modalidad del castellano? Yo hubiera esperado la misma de los catalanes.
Hubiera resultado muy sencillo tener la claridad que recogen los estatutos de las universidades valencianas, contra los que una y otra vez se ha recurrido ante los tribunales y una y otra vez han sido confirmados por ellos, en el sentido de referirse a la lengua propia de los valencianos como la denominada acad¨¦micamente catal¨¢n y tradicionalmente valenciano. Una denominaci¨®n que siento fuertemente como m¨ªa y la de los m¨ªos.
Carles Sol¨¤ es consejero de Universidades, Investigaci¨®n y Sociedad de la Informaci¨®n.
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