V¨ªctimas sin justicia
Junto a la iglesia de San Francisco de Zaramaga alguien hab¨ªa escrito con sangre la palabra "JUSTICIA" y hab¨ªan puesto un zapato, unas piedras y dos trozos de rama formando una peque?a cruz. La intervenci¨®n policial con gases lacrim¨®genos y armas de fuego para disolver una asamblea de trabajadores en una iglesia hab¨ªa provocado una tragedia aquel 3 de marzo de 1976: dos obreros asesinados directamente en el lugar de los hechos, cuatro heridos muy graves, de los cuales tres morir¨ªan, m¨¢s de sesenta heridos graves, la mitad con heridas de bala, y cientos de heridos leves.
Vitoria, que durante dos meses hab¨ªa visto nacer y crecer un poder obrero que cuestionaba de ra¨ªz el dominio patronal y el entramado jur¨ªdico institucional a su servicio, mostraba al mundo el rostro mas brutal de la dictadura franquista sin Franco. Quisieron dar un escarmiento porque nuestra fuerza era imparable, la represi¨®n nos fortalec¨ªa, tem¨ªan que lo que estaba pasando se generalizase y no pod¨ªan permitir que nuestra lucha pusiese en peligro sus planes de reforma. Sin embargo, la respuesta de la clase obrera -m¨¢s de cien mil personas en los funerales del d¨ªa 5, m¨¢s de medio mill¨®n en huelga en Euskal Herria el d¨ªa 8- y las condenas y movilizaciones en el Estado y en el mundo impulsaron de forma decisiva la conquista de las libertades que hoy tenemos.
Los trabajadores alaveses quer¨ªamos m¨¢s jornal, en contra del decreto de congelaci¨®n salarial, exig¨ªamos que la negociaci¨®n se hiciera al margen del sindicato vertical, con los representantes que hab¨ªamos elegido directa y democr¨¢ticamente, y reclam¨¢bamos mejores condiciones de trabajo. Las asambleas diarias, la coordinaci¨®n de las empresas, la participaci¨®n de miles de j¨®venes y mujeres, la defensa de los trabajadores mas comprometidos, reclamando la readmisi¨®n de despedidos y la libertad de detenidos, configuraron una experiencia inolvidable. Adem¨¢s, se superaron los topes salariales, se reconocieron las asambleas y los representantes de los trabajadores, se readmiti¨® a los represaliados, se potenciaron las asociaciones de vecinos frente a los primeros ayuntamientos democr¨¢ticos, se impuls¨® la negociaci¨®n colectiva en todos los ¨¢mbitos y aument¨® la conciencia y organizaci¨®n obreras.
El mismo mes de marzo se unificaba la oposici¨®n antifranquista y en abril se impon¨ªa la celebraci¨®n del primer congreso de un sindicato obrero, el de la UGT, siendo su primera decisi¨®n, por unanimidad, la de exigir la libertad de los cuatro delegados por ?lava al Congreso, presos en Nanclares y Carabanchel, y la de los dem¨¢s trabajadores detenidos tras el 3 de marzo. Poco despu¨¦s desaparec¨ªa el sindicato vertical, se legalizaban los sindicatos de clase y los trabajadores se organizaban masivamente para defender sus intereses.
Sin embargo, contradictoriamente, los dirigentes obreros fueron perdiendo la iniciativa pol¨ªtica, renunciaron a la ruptura democr¨¢tica, pactaron que los costos de la crisis econ¨®mica recayeran principalmente sobre los trabajadores, aceptaron una ley de punto final que corr¨ªa un tupido velo sobre cuarenta a?os de franquismo y legitimaron un d¨¦ficit democr¨¢tico responsable de que hoy, treinta a?os despu¨¦s, no haya ni verdad ni justicia, para ninguna de las v¨ªctimas del franquismo. Un contexto de impunidad porque no existe, de hecho o de derecho, responsabilidad penal de los autores de violaciones de los derechos humanos, ni tampoco responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria. Por eso, la Asociaci¨®n de V¨ªctimas y Familiares de V¨ªctimas 3 de Marzo de 1976 ha visto sistem¨¢ticamente rechazados sus recursos y ha tenido que acudir a instancias internacionales.
El modelo de olvido pactado en nuestro pa¨ªs es ¨²nico en el mundo. Nada que ver con lo ocurrido en Alemania, Italia o Portugal. En Argentina se declararon inconstitucionales las leyes de punto final y obediencia debida que proteg¨ªan a los responsables de violaciones de derechos humanos durante el ¨²ltimo r¨¦gimen militar. Modelos similares se siguieron en El Salvador, Guatemala o Uruguay y, por fin, se est¨¢ consiguiendo sentar en el banquillo a un dictador como Pinochet.
La masacre del 3 de marzo fue en abuso y un crimen contra el derecho internacional y las v¨ªctimas fueron privadas de justicia, de reparaci¨®n y del derecho a contar con recursos efectivos para hacer valer sus derechos. Negar la verdad y la justicia afecta de modo sustancial al derecho a obtener reparaci¨®n. Y s¨®lo afirmando el derecho a saber -que comprende el reconocimiento de la verdad, el deber de recordar para protegerla de las tergiversaciones de la historia y el deber de conservar los archivos- se garantiza la memoria colectiva respecto de los cr¨ªmenes del pasado, tal y como acaba de establecer el informe de Amnist¨ªa Internacional Poner fin al silencio y la injusticia.
Jos¨¦ Arturo Val del Olmo es miembro de las Comisiones Representativas del 3 de Marzo y autor del libro 3 de marzo, una lucha inacabada. Agust¨ªn Plaza Fern¨¢ndez es miembro de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del 3 de Marzo.
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