Atrapados por el ingenio
En los ¨²ltimos a?os se han ido acumulando las referencias y las interpretaciones que ligan el trabajo de Chema Madoz a ciertos movimientos art¨ªsticos de la vanguardia del siglo XX, especialmente con el surrealismo, y en menor medida con el dada¨ªsmo. Da la impresi¨®n de que se trata de un denodado esfuerzo por conferir artisticidad, mediante la acumulaci¨®n de parentescos y referencias visuales, a una obra que se mueve preferentemente, y cada vez en mayor medida, en unas coordenadas de cierto clasicismo fotogr¨¢fico. Poco tienen que ver sus im¨¢genes con la formulaci¨®n surrealista del objeto, con el automatismo morfol¨®gico de Esculturas involuntarias de Brassai, con las que se podr¨ªa establecer un absoluto contrapunto, con el desvelamiento de la polisemia de los objetos, o con la extra?eza po¨¦tica de Man Ray.
CHEMA MADOZ. 2000-2005
Fundaci¨®n Telef¨®nica
Gran V¨ªa, 28. Madrid
Hasta el 21 de mayo
Desde un punto de vista formal, su trabajo remite a los presupuestos de la Nueva Objetividad, a una est¨¦tica cl¨ªnica de fondos neutros, blanco y negro, toma frontal y absoluta legibilidad, que otorgan a la presencia del objeto todo el protagonismo de la imagen. Donde Brassai postulaba convertir lo real en fant¨¢stico por la visi¨®n, Madoz convierte lo fant¨¢stico en real a partir de un registro fotogr¨¢fico asentado en unas claves de objetividad y claridad. Por este procedimiento, ese cat¨¢logo de objetos cotidianos transformados, separados del mundo que los define y convertidos en esculturas ef¨ªmeras, que constituye lo mejor de su obra, se nos presenta en toda su simplicidad, con una quietud melanc¨®lica y la atracci¨®n ¨ªntima de lo que pese a todo reconocemos como cercano. Es f¨¢cil as¨ª trasvasar algo de nuestra experiencia personal a esos objetos con los que mantenemos una estrecha relaci¨®n cotidiana.
El peque?o formato que
durante a?os utiliz¨® para presentar sus im¨¢genes, provocando un claro juego de escalas, consegu¨ªa construir perfectamente esa proximidad ¨ªntima. Y ah¨ª es donde se encuentra lo mejor de esta muestra, en esa pared que muestra doce im¨¢genes de peque?o formato, perfectamente homog¨¦neas y alineadas. O en un grupo de ocho fotograf¨ªas con un mismo elemento, piedras de formas redondeadas, que permiten ver la idea de serialidad y tipolog¨ªa que subyace en buena parte de su obra.
Pero parece que la tendencia dominante en esta exposici¨®n es el gran formato y con ello no s¨®lo se resiente gravemente el trabajo de Chema Madoz, que se convierte en anodino e innecesariamente espectacular, sino que el propio montaje expositivo se muestra irregular y tremendamente desordenado a consecuencia del baile de formatos en la pared.
A ello hay que a?adir, adem¨¢s, que en esta ocasi¨®n el artista ha presentado algunas obras francamente flojas. Especialmente dos bloques con notas musicales y tableros de ajedrez como tema unificador, en los que se ha dejado llevar por la facilidad que le ofrece el marcado grafismo de dichos elementos. Desde luego poco aportan a la persistente y consolidada trayectoria del autor. Convertidas progresivamente en meras paradojas visuales y gui?os, no es extra?o o¨ªr decir a alg¨²n espectador en la sala, como yo mismo pude escuchar, "en ¨¦sta no lo pillo".
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