La fr¨ªvola tentaci¨®n
Leo, fascinada, relatos de fumadores que, gracias a las recientes disposiciones gubernamentales, han hallado el impulso para abandonar el vicio. Benditos sean. Quien esto firma cumplir¨¢ en mayo, si los hados quieren, cuatro a?os sin darle al cigarrillo, lo cual, dada la larga historia de uso compulsivo del asunto, tiene mucho m¨¦rito y me hace resplandecer de orgullo.
Pero a m¨ª el Gobierno no me lo ha puesto m¨¢s f¨¢cil, sino m¨¢s dif¨ªcil. Ver¨¢n: en mayo har¨¢ cuatro a?os que mi principio de enfisema y yo nos despedimos del cigarrillo, y pese a lo duros que resultaron los dos primeros meses, e incluso el primer a?o, debo decir que mis pulmones y yo hemos mejorado, al menos aparentemente, y no tenemos la menor intenci¨®n de rendirnos. Mi paso del mundo de la fumadora activa al de la fumadora pasiva se produjo, por otra parte, sin v¨ªctimas. No perd¨ª la tolerancia ni la comprensi¨®n. En los caf¨¦s atestados de humo sonre¨ªa, compasiva, y lo m¨¢s que musitaba, cuando una esposa me ped¨ªa que adoctrinara a su esposo fumador, era: "ya se convencer¨¢ usted por s¨ª mismo, sobre todo si ve morir a alguien por culpa del tabaco". Luego, en casa, pon¨ªa la ropa a orear en el balc¨®n, me duchaba y me lavaba el pelo, y a otra cosa. Cuando alguien ped¨ªa permiso para fumar en mi propio sal¨®n, siempre se lo daba, y seguir¨¦ haci¨¦ndolo. "A cambio de que limpies los ceniceros y ventiles la habitaci¨®n antes de irte". Soy permisiva por naturaleza.
Mas parece que a bastantes ya ex fumadores, la prohibici¨®n les ha ido bien. Me alegro. En lo que a m¨ª respecta, en su nombre han sido pateados mis derechos a una reserva natural psicol¨®gica libre de alusiones al vicio. A ver: como fumadora pasiva, tengo piernas. Puedo apartarme de los lugares en donde se consumen cajetillas y m¨¢s cajetillas; puedo salir corriendo del taxi cuya tapicer¨ªa apesta. E incluso puedo quedarme dentro, y sentirme infinitamente mejor porque yo ya no pertenezco a la cofrad¨ªa de los l¨ªvidos que trasiegan gargajos. Hay algo, sin embargo, contra lo que no estaba preparada. Y es para los debates, las entrevistas, los sondeos, las informaciones, los editoriales, los comentarios que se colaron en mi hogar, qu¨¦ digo, en mi dormitorio, en mi cama, cada ma?ana del mundo desde que el periodismo agarr¨® la tem¨¢tica por los cuernos, en espera de que surgiera otra sobre la que echar los colmillos. Yo all¨ª, reci¨¦n amanecida, y la oraci¨®n gramatical que, con un poco de suerte, pod¨ªa recibirme era: "?Usted cree que debe permitirse fumar en los restaurantes?". O bien: "?Va a decrecer el beneficio en los bares si se proh¨ªbe fumar?". O: "?Podr¨¢n los quioscos de prensa seguir vendiendo tabaco?". Cielos, hac¨ªa a?os que volv¨ªa a acercarme a los quioscos s¨®lo a por la prensa y sus productos promocionales de temporada, cada d¨ªa m¨¢s completos. Hab¨ªa hallado un perfecto sustitutivo en las mu?ecas enanas coleccionables, o en las tacitas de porcelana china, o en la camiseta de Victoria Beckham. De repente, gracias al guirigay, record¨¦ lo f¨¢cil que hab¨ªa sido pedir un par de cajetillas junto con los peri¨®dicos. Paralelamente, una gran campa?a publicitaria nos informaba, tuteando -iba dirigida a los j¨®venes, aunque hoy d¨ªa tutean hasta en las residencias para ancianos-, de la nueva marca de cigarrillos a bajo precio que ya estaba inundando el mercado.
De una forma u otra, he escuchado m¨¢s veces los verbos fumar y su ant¨®nimo -no fumar-, as¨ª como los compuestos prohibir fumar y su ant¨®nimo -permitir fumar-, conjugados en diversos tiempos, durante los ¨²ltimos meses, que a lo largo de la que fue una vida de abyecta fumadora compulsiva. Y no s¨®lo eran los verbos. Tambi¨¦n los sustantivos m¨¢s temibles: tabaco, cigarrillos, estancos, m¨¢quinas expendedoras. Fumador, fumadora. Ex fumador, ex fumadora. Se ha hablado incluso de marcas, de guerra entre marcas, aunque ¨¦stas me niego a reproducirlas aqu¨ª. De rebajas, de contrabando, de colas en los estancos espa?oles, en la frontera con Francia, para hacerse con el alijo de tabaco a buen precio.
Menos mal que ahora ya s¨®lo hablan de la gripe aviaria.
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