Igualdad de horario
El debate sobre la igualdad de horario en los centros docentes de educaci¨®n primaria parece que est¨¢ sublevando a algunos sindicatos. No es f¨¢cil alcanzar a comprender las razones a esta oposici¨®n si lo que se quiere es defender una ense?anza p¨²blica de calidad. La cr¨ªtica de algunos de estos sindicatos amenaza con debilitar una de las alianzas en defensa de la educaci¨®n p¨²blica m¨¢s s¨®lida y duradera que ha existido; la de los sindicatos con las federaciones y asociaciones de padres y madres de alumnos.
Hay quienes se oponen a la sexta hora argumentando que no se ha demostrado que los resultados escolares mejoren con una hora de m¨¢s. Esta afirmaci¨®n, sin m¨¢s, es imprecisa y ambigua y debe ser matizada. De entrada porque lo que hoy tenemos en este pa¨ªs no es s¨®lo un debate sobre las cualidades de una hora m¨¢s en la educaci¨®n primaria, sino que la cuesti¨®n de fondo desde la perspectiva de la equidad social del sistema educativo es c¨®mo corregir la enorme diferencia que se da entre quienes van a la escuela privada concertada y los que van a la p¨²blica. Afirmar que una hora de m¨¢s no mejora el rendimiento podr¨ªa llegar a ser cre¨ªble, pero lo que no es sostenible desde la raz¨®n es que no se acepte que entre los alumnos que reciben la sexta hora y los que no la reciben no hay diferencia. ?Hay alguien que pueda sostener sin enrojecer que una diferencia de m¨¢s de 1.000 horas entre los que las reciben y los que no, es insignificante?
El sistema educativo tiene muchos defectos, pero no es razonable pensar que una distancia tan acentuada en las horas que realiza el sistema p¨²blico y el concertado en la educaci¨®n primaria no es relevante. La cantidad no hace la calidad, pero la diferencia entre cantidades -es decir, lo mucho de m¨¢s que unos tienen con referencia a otros- afecta y de lleno a la calidad. No hace falta tener muchas luces para alcanzar a comprender este razonamiento. El problema de la equidad educativa no es una cuesti¨®n de cifras absolutas, sino relativas. Y si una hora m¨¢s podr¨ªa no ser relevante en s¨ª misma, lo es, y mucho, cuando eso establece diferencias entre los que la tienen y los que no la tienen.
Los grandes retos educativos los tenemos en la educaci¨®n secundaria. Pero no es menos cierto que es en la primaria donde se aposentan las bases para la adquisici¨®n de unos h¨¢bitos y habilidades que despu¨¦s ser¨¢n fundamentales para acceder a un proceso de aprendizaje, ya sea en los institutos o en las ense?anzas superiores. Menospreciar las necesidades que la educaci¨®n primaria tiene hoy no es tampoco razonable desde la l¨®gica de igualdad de oportunidades.
No se puede tampoco argumentar contra la sexta hora -como algunos tambi¨¦n hacen- con la afirmaci¨®n de que la mayor estancia del alumnado en el centro va en detrimento de la acci¨®n educativa de las familias. Es evidente que la familia debe replantearse la funci¨®n educadora, pero el problema de la despreocupaci¨®n familiar por la educaci¨®n de los hijos no tienen su soluci¨®n ni se va a ver gravemente da?ada por el hecho de que los hijos est¨¦n una hora m¨¢s en el centro educativo.
Ser¨ªa muy interesante que los sindicatos pudieran abordar todo este debate sin quedar anclados exclusivamente en lo que se supone que son los intereses de los trabajadores de la educaci¨®n. Los ense?antes deben mejorar sus condiciones, como aspiran a hacerlo todos los trabajadores, pero lo que es de dif¨ªcil digesti¨®n dadas las circunstancias de dualizaci¨®n entre la ense?anza p¨²blica y la privada y de p¨¦rdida de calidad en las que se encuentra el sistema educativo en Catalu?a, es que el debate sobre el Pacto Nacional para la Educaci¨®n sea recibido simplemente como un ataque a los intereses de los trabajadores de la ense?anza.
Hasta donde alcanzo a comprender el anuncio hecho por el Gobierno catal¨¢n, la sexta hora va acompa?ada de un crecimiento de la plantilla suficiente y adem¨¢s se introduce en un momento en que los profesores van a reducir en dos horas su dedicaci¨®n en el aula en los pr¨®ximos a?os. No veo en este punto ning¨²n elemento que ataque los intereses de los trabajadores de la educaci¨®n. Es evidente que la incorporaci¨®n de la sexta hora obligar¨¢ a modificar algunos aspectos en el quehacer diario de las escuelas. Pero de este debate hasta el momento se ha escuchado muy poco. La sexta hora puede acarrear, si no se dan coordenadas precisas, un riesgo de alguna descoordinaci¨®n de todo el equipo de maestros. Estas, y otras similares, son las cuestiones que se deber¨ªan abordar para garantizar que la sexta hora no genere disfunci¨®n en los centros. Sin embargo, estas cuestiones no han aparecido hasta ahora.
El futuro de la equidad en educaci¨®n pasa inevitablemente por consolidar un Servicio P¨²blico Educativo. Equiparar las ofertas y las obligaciones de los centros educativos es imprescindible para garantizar la igualdad de derechos y de oportunidades para nuestros hijos. El futuro de la educaci¨®n no se puede limitar a la sexta hora, pero no puede renunciar a ella. Hay que abordar con claridad, por ejemplo, c¨®mo la escuela concertada asume sus obligaciones sin ning¨²n tipo de discriminaci¨®n hacia determinados alumnos y a la vez c¨®mo ¨¦stas le son reconocidas con una financiaci¨®n ajustada. La l¨ªnea para el servicio p¨²blico de educaci¨®n y el resto hay que trazarla entre los que creen que la educaci¨®n es un servicio y los que creen que puede ser un negocio. Tan peligroso es para la educaci¨®n p¨²blica la visi¨®n empresarial como la corporativista.
Jordi S¨¢nchez es polit¨®logo.
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