Hacia una feminizaci¨®n del catalanismo
"Como mujer, no tengo pa¨ªs. Como mujer, mi pa¨ªs es el mundo", dec¨ªa Virginia Woolf. La cita de la c¨¦lebre escritora inglesa hac¨ªa referencia a la exclusi¨®n hist¨®rica que han sufrido las mujeres en la vida social, pol¨ªtica y p¨²blica, y a la poca valoraci¨®n que ha tenido su trabajo, cosa que no quiere decir que no hayan trabajado tanto o m¨¢s que los hombres. Woolf no sent¨ªa, como mujer, que perteneciese a ning¨²n pa¨ªs concreto. Sin duda, se hubiese identificado con un pa¨ªs que la hubiese incluido como mujer, la hubiese valorado por s¨ª misma y le hubiese pedido su opini¨®n sin que tuviera que luchar por darla.
Es un sano ejercicio que los conceptos, las ideas, se vayan cuestionando peri¨®dicamente. El revisionismo hist¨®rico es frecuentemente utilizado en el mundo anglosaj¨®n. En estos momentos en que se est¨¢ discutiendo si se debe incluir el t¨¦rmino naci¨®n en el nuevo Estatuto, vale la pena tener en cuenta que su significado, quiz¨¢ mas importante que el t¨¦rmino mismo, no se ha revisado suficientemente. Posiblemente este debate no interes¨® durante el largo periodo del pujolismo que presentaba el nacionalismo catal¨¢n como un concepto pol¨ªtico intocable.
El nivel de democracia, cultura y desarrollo lo indica el grado de igualdad de oportunidades y trato que tienen sus mujeres
?Pero qu¨¦ es realmente el catalanismo hoy? Despu¨¦s de las importantes migraciones durante el siglo XX desde diferentes zonas del Estado, hoy en d¨ªa un porcentaje alto de la poblaci¨®n es catal¨¢n, de segunda o de tercera generaci¨®n. Con las nuevas migraciones, empieza a haber cada vez m¨¢s catalanes de primera generaci¨®n. Pero como el debate sobre el catalanismo no ha estado suficientemente abierto a redefiniciones, como tampoco lo ha estado el debate en el caso espa?ol, realmente no se ha incluido en el concepto toda esa diversidad cultural, en absoluto. En cambio, Catalu?a, como otras comunidades nacionales occidentales que han sufrido alg¨²n tipo de colonizaci¨®n (Irlanda, Canad¨¢, Australia), se ha definido por oposici¨®n m¨¢s que por su esencia. En el caso catal¨¢n lo prueba la existencia de publicaciones relativamente recientes, como No s¨®c espanyol o Catalanof¨°bia, del recientemente desaparecido Ferrer Giron¨¨s. O el debate de si la historia que se muestra en los libros de texto es nacionalista. Sobre todo el catalanismo se ha definido como un concepto hegem¨®nicamente masculino. Por poner algun ejemplo, recientemente se ha presentado un libro, L'endem¨¤ de la independ¨¨ncia, en que 10 escritores, todos hombres, describen c¨®mo se imaginan Catalu?a el d¨ªa despu¨¦s de una hipot¨¦tica proclamaci¨®n de independencia. A ninguna mujer le puede interesar c¨®mo ser¨ªa esa realidad que excluye la experiencia y el pensamiento de las mujeres. En cualquier pa¨ªs de la Uni¨®n Europea ser¨ªa inconcebible elaborar un libro de 10 autores sin ninguna mujer, como lo ser¨ªa impulsar un partido de hombres, como apunta que ser¨¢ el nuevo Ciutadans de Catalunya, que est¨¢ impulsado por 10 hombres y ninguna o pocas mujeres.
Creo que ser¨ªa importante entrar profundamente en el debate de la esencia del catalanismo y plantearla como un concepto abierto e inclusivo. Especialmente abierto a las mujeres, que en la historia del catalanismo han tenido una presencia escasa y en muchos casos inexistente. Las comparaciones son ¨²tiles y, en este sentido, el caso irland¨¦s, que tanta importancia tuvo en la historia del catalanismo, es ilustrativo de lo que no deber¨ªa ser. A principios del siglo XX, e incluso antes, muchas fueron las mujeres irlandesas que lucharon por la independencia de Irlanda e incluso arriesgaron sus vidas, como la conocida escritora Maud Gonne y la condesa Mankievich. Pero cuando Irlanda consigui¨® la independencia, en 1921, parad¨®jicamente, las mujeres quedaron excluidas de las nuevas instituciones pol¨ªticas. Encima, sus derechos se vieron anulados: aborto, divorcio, derechos laborales, igualdad de trato en el trabajo. La llegada al poder del tan idealizado pero fundamentalista cat¨®lico Eamonn de Valera signific¨® el exilio de escritoras y el sufrimiento de las irlandesas, que pasar¨ªan a vivir en un periodo largo de tinieblas. Esto s¨®lo cambi¨® en 1990, cuando precisamente una mujer, Mary Robinson, lleg¨® a la presidencia de la Rep¨²blica. Entonces tambi¨¦n empez¨® a florecer la econom¨ªa irlandesa. Ahora es un buen momento para que las mujeres tomen la palabra en el debate del catalanismo y se oigan sus voces para explicar qu¨¦ catalanismo desean. Posiblemente ser¨¢ un concepto inclusivo, m¨¢s flexible, m¨¢s diverso y m¨¢s abierto. El catalanismo surgi¨® como reacci¨®n y defensa de un ataque que hab¨ªa llegado de lo que hab¨ªa sido metr¨®poli de un imperio, como tantos otros, con sus defectos, pero tambi¨¦n con sus virtudes, de las que podr¨ªamos optar por aprender m¨¢s y no continuar rechazando sistem¨¢ticamente. Precisamente por su origen, el catalanismo deber¨ªa construir un mundo pac¨ªfico, no de oposici¨®n, ni de reacci¨®n o de copia. Orgulloso de su lengua catalana, pero sin excluir el castellano, que es una realidad cultural y ling¨¹¨ªstica tambi¨¦n catalana, y otras lenguas que vayan incorpor¨¢ndose en una sociedad, como las dem¨¢s, cada vez m¨¢s multicultural. Ser¨¢ un proceso largo, pero lo importante es que empiece ahora y que las mujeres sean igualmente protagonistas. Una de las grandes intelectuales de hoy, Gayatri Spivak, que recientemente estuvo en Barcelona, se refiere a la clase subalterna, las mujeres entre otros colectivos, como un grupo apartado de movilidad social o pol¨ªtica al que, de forma directa o indirecta, se quiere silenciar. Lo que indica el nivel de democracia, desarrollo y cultura de una sociedad es el grado de igualdad de oportunidades y trato que tienen sus mujeres. S¨®lo entonces habremos vencido restos de franquismo y de ignorancia. S¨®lo entonces, como mujeres seremos parte de un pa¨ªs.
Irene Boada es periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.