Un esfuerzo de generaciones

Probablemente mientras se afeitaba ante el espejo una ma?ana, al ministro de Trabajo se le encendi¨® una bombilla. Al llegar a su despacho decidi¨®, con toda modestia, "empezar una revoluci¨®n social" (EL PA?S, 5 de marzo de 2006). As¨ª se sigue escribiendo la historia. Lo ¨²nico que est¨¢ haciendo el ministro con el proyecto de Ley de Igualdad es llevar al Congreso una m¨ªnima parte de las reivindicaciones que las mujeres llevan d¨¦cadas proyectando, debatiendo y defendiendo. A ¨¦l le interesa cuidar al electorado, y a los sindicatos, cualquier cambio que se introduce v¨ªa negociaci¨®n colectiva, es decir, que les refuerza.

El d¨ªa que pol¨ªticos, sindicatos (y articulistas progresistas, etc¨¦tera) dejen de presentar como propias las ideas que las mujeres llevan tanto tiempo defendiendo, el d¨ªa que en vez de hacerse ellos la foto citen, con nombres y apellidos, a las mujeres que en Espa?a y en Europa han investigado y denunciado hace d¨¦cadas lo que ellos ahora nos explican (pero sin errores; se?or Caldera: por el mismo trabajo, mujeres y hombres no perciben el mismo salario); el d¨ªa en que el ministro negocie la Ley de Igualdad con las organizaciones de mujeres que llevan a?os pidi¨¦ndola; el d¨ªa en que, al presentar la ley, dedique, en una entrevista de una p¨¢gina, al menos ?una l¨ªnea! a recordar el esfuerzo ingente de tantas generaciones de mujeres feministas para explicarnos (tambi¨¦n a ¨¦l y a su partido) lo que ahora es tan f¨¢cil ver, a honrar su inteligencia, su fuerza y su valor, ese d¨ªa s¨ª que se habr¨¢ iniciado una revoluci¨®n.