?Una m¨¦dium o un genio?
Si usted, caballero, quiere impresionar a una se?orita a la que le guste el arte, d¨ªgale si sabe qui¨¦n invent¨® el arte abstracto. Y cuando ella le diga "Kandinsky", por ejemplo, d¨ªgale que todo es relativo, pues existi¨® una mujer sueca, Hilma af Klint, que en 1906 ya estaba haciendo lo mismo, si no mejor. Si usted, se?orita, quiere hacer algo similar para ligar con un caballero a quien le guste el arte, ni lo intente, pues ser¨¢ ¨¦l quien le dar¨¢ las lecciones a usted por m¨¢s zopenco que ¨¦ste sea y usted ya haya sobrepasado los cuarenta.
Pero yendo a lo nuestro, Hilma af Klint naci¨® en Suecia en 1862, y al morir, en 1944, leg¨® 1.000 pinturas y dibujos, adem¨¢s de 124 manuscritos in¨¦ditos, con la voluntad expresa de que no pod¨ªan publicarse hasta 20 a?os despu¨¦s de su muerte. Su obra no se vio por primera vez hasta 1986, en la gran exposici¨®n titulada The spiritual in art: Abstract painting 1890-1985 en el Los Angeles County Museum of Art, y ahora puede verse en el Irish Museum of Modern Art en la exhibici¨®n 3 x abstraction: new methods of drawing. Hilma af Klint, Emma Kunz and Agnes Martin, abierta hasta el 26 de marzo. Los espectadores comprendieron entonces que estaban ante un verdadero descubrimiento: sus formas puras y biom¨®rficas estaban fechadas en 1906 y una serie de cuadrados de colores puros sobre un fondo blanco, en 1916. ?Hab¨ªa que incluirla a partir de ahora entre los pioneros de la abstracci¨®n?
Hilma af Klint se hizo miembro de la Sociedad Teos¨®fica de Estocolmo en 1879, y en 1882 estudi¨® en la Academia de Bellas Artes. Hacia 1896 form¨® un grupo, con cuatro mujeres m¨¢s (s¨®lo una de ellas pintora), llamado Las Cinco, un grupo en realidad espiritista en la que ella operaba como m¨¦dium. Lo interesante de esta historia es que en estas sesiones Klint realiz¨® numeros¨ªsimos dibujos autom¨¢ticos mucho antes de que los surrealistas exploraran esta pr¨¢ctica. Una parte de estos dibujos son abstracciones gestuales, similares a las surrealistas o a las del tachismo de la posguerra del siglo XX; en 1907 aparecen c¨ªrculos conc¨¦ntricos coloreados que hoy nos recuerdan a Delaunay o a Calder, en una espl¨¦ndida gama de amarillos, rosas, blancos y azules.
Aunque es evidente que la abstracci¨®n no la invent¨® una sola persona, sino que la idea y su necesidad estaban "en el aire" (Arthur Dove, Kupka, Serge Charchoune, Theo van Doesburg, Marsden Hartley y Giorgia O'Keeffe tambi¨¦n realizaron abstracciones muy tempranamente), la diferencia entre Kandinsky y Klint, por ejemplo, es que mientras para el ruso se trataba de un proceso sumamente racional y teorizado, para Klint sus pinturas constitu¨ªan "tan s¨®lo" representaciones de lo inefable, y no obras art¨ªsticas aut¨®nomas. Nunca pretendi¨®, tampoco, ser ella misma quien las hiciera, sino que, seg¨²n cuenta en sus escritos, le eran transmitidas por "gurus", "gu¨ªas" o "l¨ªderes". Sin embargo, calificarla de na?f tambi¨¦n ser¨ªa una exageraci¨®n para alguien cuyo arte evolucion¨® y atraves¨® crisis; no estamos frente a una pastorcilla de Lourdes.
Su ideario fue el de la teosof¨ªa, una doctrina muy en boga a finales del siglo XIX y que influy¨® en muchos otros grandes artistas del momento, Kandinsky y Mondrian incluidos. Klint fue al principio una gran seguidora de las ideas de Madame Blavatsky, la fundadora de la Sociedad Teos¨®fica, quien afirma que tres esp¨ªritus habitan en el interior de cada ser humano: el de los elementos, radicado en el cuerpo terrenal; el astral, radicado en su alma, y el divino. Este ¨²ltimo es una suerte de rayo infinitesimal que procede de la Luz Espiritual del mundo. Muchos puntos de esta doctrina eran muy afines al budismo y al hinduismo; la teosof¨ªa cre¨ªa en la transmigraci¨®n de las almas y en la reencarnaci¨®n de los cuerpos.
En sus obras, Hilma af Klint utilizaba frecuentemente s¨ªmbolos geom¨¦tricos -la esfera, el tri¨¢ngulo o la cruz- similares a los empleados en los libros del m¨ªstico alem¨¢n Jakob B?hme (l575-1624), muy difundido a principios del siglo XX. En 1908 conoci¨® a Rudolf Stirner, fundador de la antroposof¨ªa, al que le ense?¨® sus pinturas. En 1920, Hilma af Klint pudo ir a Dornach (Suiza ) a visitar a Stirner en su Goetheanum. Las ideas del fil¨®sofo, que hablaba de "formar im¨¢genes incluso cuando no existen objetos que despierten nuestros sentidos", pero que tambi¨¦n advert¨ªan de la exageraci¨®n y el peligro de creer que se puede pintar el mundo espiritual directamente, causaron una profunda crisis en la artista, quien dej¨® de pintar durante dos a?os. M¨¢s tarde volvi¨® con frecuencia a Dornach, y pint¨® siguiendo las teor¨ªas antropos¨®ficas. La dualidad fue uno de sus temas fundamentales en sus pinturas y escritos; Klint cre¨ªa, por ejemplo, que los sexos est¨¢n intercambiados en el plano astral. En 1916, en sus series Parsifal, pint¨® unos sorprendentes cuadrados con colores puros (semejantes a los del ruso Casimir Malevich) con palabras escritas a los lados; mientras que otras obras de este periodo muestran c¨ªrculos con segmentos negros, simbolizando las religiones: budismo, juda¨ªsmo, cristianismo, etc¨¦tera. Lo que impresiona hoy en d¨ªa es la fuerza pl¨¢stica y la belleza de estas producciones inconscientes, cuyo ¨²ltimo significado est¨¢ a¨²n por descubrir.
vcombalia@terra.es
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