El guionista social
Las historias de Paul Laverty son la pasta con la que el director brit¨¢nico Ken Loach ha elaborado ya seis de sus pel¨ªculas. De Laverty es ahora el gui¨®n de un nuevo estreno, 'Cargo': el infierno de la insolidaridad a bordo de un barco. Por Lola Huete Machado.
"Un barco atraca en Las Palmas con cuatro polizones muertos. El carguero transportaba cacao desde Costa de Marfil hasta Turqu¨ªa (...). 'Esta operaci¨®n ha supuesto un enorme coste para la compa?¨ªa', afirma la aseguradora (?). Al menos 32 polizones han sido hallados en puertos espa?oles desde 2000". La noticia se public¨® el pasado 23 de febrero. Y es f¨¢cil imaginar a Paul Laverty -guionista habitual de los filmes del director brit¨¢nico Ken Loach, con el que ha hecho, entre otros, La canci¨®n de Carla (1996), Mi nombre es Joe (1998), Pan y rosas (2000), Felices diecis¨¦is (2002, premio al mejor gui¨®n en Cannes), S¨®lo un beso (2004) y The wind that shakes the barley (rodada en Irlanda y a punto de salir del horno)- sentado ante el escritorio en su casa del madrile?o barrio de Lavapi¨¦s con sus ojos claros y penetrantes fijos en el diario y dici¨¦ndose: "Ah¨ª est¨¢, de nuevo ese drama frecuente, que nadie parece querer ver".
Africanos que desean alcanzar Europa, un mundo m¨¢s pr¨®spero. Nada nuevo... Pero Laverty, nacido en Calcuta hace 48 a?os, de madre irlandesa y padre escoc¨¦s, y criado en el ambiente de Glasgow -"f¨¢bricas de hierro enormes, feo aquello"-, le vio otra cara al asunto cuando hace m¨¢s de una d¨¦cada se top¨® con una noticia similar a la mencionada: ?c¨®mo es que los africanos no se empe?an en llegar a bordo de grandes barcos con igual insistencia con que cruzan el Estrecho en patera o saltan la valla en Melilla o Ceuta? ?Ser¨¢ que?? Polizones que son descubiertos, a los que se apresa e inmoviliza, a los que el buque est¨¢ obligado a devolver a su pa¨ªs; polizones fantasma que el mar se traga? Y aqu¨ª paz (ni burocracia, ni retenciones, ni gastos) y despu¨¦s gloria.
De ah¨ª surgi¨® la idea para un gui¨®n que ya es estreno y se titula Cargo, el deb¨² tanto en el g¨¦nero de la ficci¨®n como en el largometraje de Clive Gordon, autor de impresionantes documentales, como The unforgiving o The betrayed, sobre atrocidades contra los derechos humanos cometidas en lugares como Serbia o Rusia. "Comenc¨¦ a investigar, encontr¨¦ muchos m¨¢s casos y me horroriz¨® descubrir que la raz¨®n podr¨ªa ser econ¨®mica: si un capit¨¢n llega con polizones a un puerto europeo, las multas son alt¨ªsimas", dice Laverty, taza de caf¨¦ en mano, sentado en la cocina de la productora Morena Films. Este hombre podr¨ªa pasar por introvertido o t¨ªmido, pero le encanta hablar, hilvanar historias, detenerse en ellas, bordarlas? Bastan segundos para apreciarlo. Tantos como para adivinar, si no lo supi¨¦ramos ya, que es escoc¨¦s. Parece un estibador sin cuerpo (est¨¢ delgad¨ªsimo) y sin puerto, en este Madrid de la calle Fernando VI, tras despojarse del gorro de lana con el que se protege la cabeza casi desnuda.
El capit¨¢n Brookes (Peter Mullan, protagonista de otro filme de Loach, Mi nombre es Joe) y su tripulaci¨®n, entre ellos el espa?ol Luis Tosar, viajan a bordo del Gull, pura chatarra marina; un carguero tan deprimente y desesperado como sus habitantes. Incluidos los fantasmas de la bodega. "Record¨¦ un dicho marinero atribuido a Ibsen: cuando un viaje resultaba angustioso o accidentado, los navegantes se dec¨ªan entre s¨ª: 'Llevamos un cad¨¢ver en la carga".
Un buque solo en alta mar. Marineros devastados por la brutalidad. Y una situaci¨®n concreta en la que probar su ¨¦tica y su moral. Eso es Cargo. "Los secretos, en especial los que nos culpan, se enconan en la conciencia? Hacemos cuanto podemos para negarlos, pero al final se abre una grieta y aparecen. Eso es lo que le pasa a Brookes", dir¨¢ luego el guionista al presentar la pel¨ªcula al p¨²blico en el festival de Sundance.
Es Laverty de piel transparente, de mirada viva, ir¨®nico, r¨¢pido en la respuesta, de risa estruendosa, futbolero (del Celtic de Glasgow, claro) y musical: nombra en un momento dado -al citar a los m¨¢s de mil millones de personas que sobreviven con menos de dos d¨®lares al d¨ªa, al hablar de desesperanza- al cantante norteamericano Woody Guthrie, a sus letras pol¨ªticas por las que se pasean emigrantes, irlandeses, chinos? "?l dec¨ªa eso de 'about all a human being is, anyway, is just a hoping machine'. Todo ser humano es una m¨¢quina de esperanza? ?Uf!, la furia y la necesidad de cambiar? S¨ª, se puede. Poco a poco, con amigos, vecinos, familia, sindicato, con tu manera de vivir?".
Le encantan sus hijos. Y esto se podr¨ªa probar cient¨ªficamente porque ambos le brotan en la conversaci¨®n constantemente. Igual que entra y sale, sin citarla nunca por su nombre, la directora Ic¨ªar Bolla¨ªn, a quien llama "mi compa?era" -que le apoya, le corrige; que sabe de la profesi¨®n; que qu¨¦ suerte-, a la que conoci¨® en 1995 en el rodaje de Tierra y libertad, donde Laverty hizo de brigadista internacional: "Pero cabr¨®n', le dije a Ken, 'pero si actuar no es lo m¨ªo. Lo pasamos tan bien?".
Y le fascinan las palabras. Porque llegan al alma de la gente, dice. Por eso desea dominarlas a toda costa, en su significado real y oculto, en giros y l¨ªneas rectas? As¨ª que el castellano es para ¨¦l de efecto tan triste como pueda serlo una cebolla: sus capas son su mayor martirio privado. "Hay un nivel de comprensi¨®n y expresi¨®n que nunca alcanzas. Siempre necesitas cinco frases para expresar tu pensamiento. Es lo que llamo la ruta tur¨ªstica de las palabras".
Las historias de Laverty son siempre pol¨ªticas -"alg¨²n d¨ªa me encantar¨ªa hacer una comedia, s¨ª, y escribir una novela, s¨ª; lo har¨¦, pero ya sabes lo que es organizarse y hacer planes con ni?os?"-. Tratan de conflictos sociales, del paro y sus consecuencias demoledoras, de integraci¨®n o no, de racismo, de la violencia cercana, real, cotidiana, tantas veces inadvertida, soterrada y negada: "No era mi intenci¨®n enfocarme en este tema. A m¨ª mismo me sorprende a veces la violencia que se esconde en mis textos y en mis personajes. Es verdad que odio la banalizaci¨®n que se hace de ella en muchos filmes, eso de convertirla en algo est¨¦tico, bello, romantizarla, hacerla coreograf¨ªa? Lo de la slowmotion, las balas entrando en el cuerpo, ?uf!, esa idea resulta muy peligrosa. Claro que a¨²n peor es sacarla de su contexto?".
Cargo lo plantea. ?Hasta d¨®nde puede llegar uno en un momento dado? ?Qu¨¦ podr¨ªa llegar a hacer ¨¦l por sus hijos, por ejemplo? "Responder a eso es f¨¢cil: por los hijos, cualquiera podr¨ªa hacer cualquier cosa. M¨¢s dif¨ªcil es si la raz¨®n de mi violencia es que estoy sin trabajo, malhumorado, he perdido a mi pareja, hay hambre a mi alrededor? No s¨¦. O est¨¢s inmerso en un ambiente terriblemente masculino, alcoholizado, como sucede en algunos bares en Glasgow, por ejemplo. ?La violencia es parte del ser humano? ?Incluso si vives en un lugar con buena arquitectura, llevas a tus ni?os a un buen cole, disfrutas de buena comida? No s¨¦. Todo afecta. Por eso soy socialista. Creo que compartir nuestro talento para resolver problemas comunes es la mejor manera de vivir. Mejor al menos que acumular dinero y? Yo viv¨ª 18 meses en Los ?ngeles despu¨¦s de Nicaragua, y fue incre¨ªble. Las casas con jardines estilo Disney? Un coreano perdido que buscaba una direcci¨®n un d¨ªa, llam¨® a una verja y le pegaron dos tiros". Otra de sus frases en Sundance sobre Cargo: "Podemos hacer como las gaviotas, destrozarnos unos a otros, o podemos decir no y cuidarnos".
Dice que es un filme complicado. Muy ambicioso. "Quer¨ªamos mostrar el barco, lo encontramos, rodamos en ¨¦l de verdad en alta mar; documentar la claustrofobia, la fuerza del mar, esa solitud, ese territorio sin testigos, donde nadie te ve o te juzga por lo que haces".
Ya se ve que le preocupa a Laverty lo que sucede en el mundo y en Escocia, en general, y en la calle, acera o bar de su barrio, en particular: "?Uf, Lavapi¨¦s, con ni?os, es tan complicado?!". Por eso, naturalmente, desemboca en el tema estrella: las caricaturas sobre Mahoma que han originado protestas y muertos en pa¨ªses ¨¢rabes donde la gente ni siquiera las ha visto. "Algo as¨ª no podr¨ªa estallar si no fuera por el contexto de guerra e injusticia, de pobreza e hipocres¨ªa? Es abono para que la chispa encienda. Y la situaci¨®n me recuerda a Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, cuando se organizan guerras entre los anchoextremistas y los estrechoextremistas, los que quieren abrir el huevo por su parte m¨¢s ancha o m¨¢s estrecha. ?Uf, est¨¢s pasando hambre, pas¨¢ndolo mal, y debates sobre la forma de abrir los huevos?!".
Lo que le sorprende es que lo de las caricaturas parezca m¨¢s importante que lo ocurrido en Hong Kong en la pasada cumbre de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. "Eso s¨ª que es un desastre para los pobres. Estados Unidos habla de mercado libre, todos hablamos. Se dan millones de d¨®lares en subsidios a los granjeros y se aplasta a los campesinos del mundo". Eso tambi¨¦n sale en Cargo. Le preguntan al poliz¨®n occidental (Daniel Bruhl, famoso por Good bye, Lenin): "?Has pensado por qu¨¦ nunca has comido una tableta de chocolate africano?". ?Lo hemos pensado?
"Imag¨ªnate", sigue Laverty, "yo podr¨ªa ser norteamericano". Y eso le inquieta. Por el estilo de pol¨ªtica del Gobierno de EE UU, m¨¢s que nada. "Somos seis hermanos, la vida de mi familia fue accidentada. Muchos de mis antepasados emigraron a EE UU con la hambruna de la patata. Tengo primos hasta en Brooklyn; all¨ª vive uno que parece que es m¨¢s Bush que nadie, que cree eso de 'somos los buenos'. ?Uf, las circunstancias de la vida? son tan arbitrarias!".
Un ejemplo es su relaci¨®n con el cine. Fue casual. Empez¨® en Nicaragua, donde trabajaba de abogado para una ONG: "Secuestraron a un sacerdote y nos encontramos con los de la Contra para mediar. ?Eran chavales de 16 a?os! Hablabas con ellos. De la II Guerra Mundial, no sab¨ªan; de Hitler, tampoco? ?Ni?os b¨¢rbaros financiados por la CIA, ni?os que secuestraban ni?os! Una violencia extrema. Y anoche, al ver al ex embajador Negroponte en la tele, tan poderoso, tan proviolencia? Cuando lo vives de cerca no puedes olvidarlo. Recuerdo que luego encontr¨¦ a ex sandinistas y contras trabajando juntos para paliar los efectos de la guerra, y dec¨ªan: 'Cuando mat¨¢bamos, nos llegaban millones de d¨®lares, y ahora que intentamos construir la paz, no nos dan nada".
Al regresar de Nicaragua ten¨ªa necesidad casi f¨ªsica de contarlo todo. "As¨ª que mand¨¦ mi historia a varios directores. S¨®lo Ken se interes¨®. Naci¨® La canci¨®n de Carla". Y hasta ahora. "Es verdad que ¨¦l coincide con mis inquietudes, pero nunca sabes c¨®mo vas a trabajar con alguien hasta que no lo haces. ?l conf¨ªa en mi instinto, me deja buscar historias. Yo conf¨ªo en ¨¦l. Es como un hombre del Renacimiento. Sabe de todo: f¨²tbol, m¨²sica, historia? Y no pontifica. Ha vivido tanto. Fascina o¨ªrle hablar de los a?os sesenta, setenta, ochenta?, de ahora". Cuando no ruedan se a?oran. Seis trabajos en com¨²n, uno en nevera, otro en preparaci¨®n.
Todos los escritos de Laverty menos uno se han materializado en cine. "Ese uno est¨¢ enterrado. Comet¨ª errores". ?Cu¨¢l es el secreto de un buen gui¨®n? "No hay", dice. "La historia de partida es la base, el coraz¨®n. Como en arquitectura: si los cimientos no aguantan, argumento, personajes, todo se derrumba. Me han ofrecido escribir guiones comerciales, pero no". ?Sus obras deben tener mensaje? "No, los mensajes son para las cartas. El cine busca tener eco en sus tres dimensiones, plantear contradicciones". Para ¨¦l hay sequ¨ªa de buenos guiones, no s¨®lo en Espa?a. No es experto y no quiere pontificar: "Se tiende a trabajarlos poco, a construir personajes estereotipados, a obviar el mundo del que se habla. Le pasa incluso a Woody Allen, al que respeto mucho, en Match point. Porque los ricos no son est¨²pidos; tienen una vida estimulante, con planes y aventuras? El estereotipo es el mayor enemigo de un buen gui¨®n".
Eso s¨ª, cuando encuentra la historia que busca, asegura, es como un perro con hueso: "Estoy eternamente con ella, embebido; me documento, intento entender ese mundo. Escribir no es lo fundamental, sino esa preparaci¨®n". Y luego, de lo imaginado, la mitad fuera? "S¨ª, en cine todo puede cambiar. Y no se trata s¨®lo del presupuesto, sino de la sensibilidad del director, de encontrar el actor que encaje? Y tienes que estar preparado para renunciar a situaciones y personajes. Sucedi¨® con Liam, en Mi nombre es Joe; se qued¨® ah¨ª y luego lo recuper¨¦. Tengo tres o cuatro voces ah¨ª que est¨¢n como llam¨¢ndome, y al final tienes que sacarlas adelante".
Como muchos otros cineastas y artistas, Laverty se manifest¨® contra la guerra de Irak y tras los atentados del 11-M en Madrid. "Nunca lo olvidar¨¦. Vivimos cerca de Atocha; ese d¨ªa, paseando, descubrimos la famosa tienda de tel¨¦fonos. Me acuerdo de las mentiras de? ?c¨®mo se llamaba el portavoz del Gobierno? Recuerdo la furia de la gente, la cacerolada. Mi conexi¨®n con Espa?a es ahora m¨¢s profunda. Admiro a una poblaci¨®n que se volc¨® tanto. Quiz¨¢ s¨ª, quiz¨¢ sea porque los espa?oles no tienen la violencia tan romantizada, saben que guerra representa miseria?". ?Para cuando una historia espa?ola? "Si yo escribiera en castellano ser¨ªa una tortura", se r¨ªe. "Ni en 40 a?os podr¨ªa". Dice que su hijo Lucas, de cinco, juega ya con expresiones y le toma el pelo. Y a Liam, de dos, le envidia: tendr¨¢ dos lenguas, dos culturas. "Me siento como los padres de esos ni?os de Glasgow, paquistan¨ªes con acento local". Y s¨ª, mira y ve mucho sobre lo que podr¨ªa escribir.
Pero de alg¨²n modo, Laverty a¨²n no ha podido abandonar a sus polizones. Varios d¨ªas despu¨¦s de esta entrevista env¨ªa un art¨ªculo de The Guardian (14 de febrero): "Siete polizones, despu¨¦s de ser descubiertos, fueron condenados a morir haci¨¦ndoles saltar al mar durante la noche. De alg¨²n modo, cinco lograron sobrevivir". Y pudieron contarlo.
'Cargo' se proyecta en cines de toda Espa?a.
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