Musulmanes y Occidente deben hablar en serio
?Es la controversia sobre las caricaturas danesas de Mahoma la prueba definitiva de que Samuel Huntington ten¨ªa raz¨®n con su teor¨ªa del "choque de civilizaciones"? No, porque las civilizaciones no pintan nada en el escenario de la pol¨ªtica mundial, ni libran ninguna guerra. En muchos lugares hay personas de distintas culturas que conviven en paz. La pol¨ªtica mundial es un asunto de los Estados y sus dirigentes, como siempre.
No obstante, esos dirigentes podr¨ªan hacer realidad el an¨¢lisis err¨®neo de Huntington si emprenden pol¨ªticas equivocadas que conviertan su teor¨ªa en una profec¨ªa autocumplida. Quienes exhortan a la guerra con Ir¨¢n desde Washington le hacen el juego a Osama Bin Laden y Al Qaeda, que desean la guerra de civilizaciones.
Pero esa guerra no es inevitable, en absoluto; es m¨¢s, hay que impedirla a cualquier coste. La ¨²nica pregunta es c¨®mo. El primer paso es frenar la escalada actual mediante el di¨¢logo. Decir esto significa suponer que los musulmanes est¨¢n interesados en dialogar, y hay que recordar que, en la escena pol¨ªtica mundial, fue Mohamed Jatam¨ª, entonces presidente de Ir¨¢n, quien, en 1998, propuso ante Naciones Unidas que 2001 fuera declarado "A?o del di¨¢logo entre las civilizaciones". Los espantosos sucesos del 11 de septiembre, de los que no fueron responsables ni Ir¨¢n ni Irak, confirmaron tr¨¢gicamente que esa iniciativa era urgente.
La reuni¨®n de la Asamblea General del 8 y 9 de noviembre de 2001 estuvo dedicada al di¨¢logo entre civilizaciones. Los delegados, muchos de Estados musulmanes, hablaron con voz un¨¢nime contra el choque de civilizaciones y la Asamblea aprob¨® una resoluci¨®n que inclu¨ªa una "Agenda Mundial para el Di¨¢logo entre Civilizaciones".
Sin embargo, en aquella sesi¨®n fue llamativa la ausencia del delegado estadounidense. El p¨²blico hab¨ªa quedado excluido por "motivos de seguridad", los medios estadounidenses no dijeron nada sobre el debate y los medios europeos casi no le prestaron atenci¨®n. De modo que la pregunta, quiz¨¢, no es si est¨¢n interesados los musulmanes en el di¨¢logo, sino si est¨¢ interesado Occidente.
Los llamamientos occidentales a que los musulmanes hagan una autocr¨ªtica no est¨¢n injustificados, y cada vez son m¨¢s los musulmanes que lo reconocen. Desde que unos 50 intelectuales ¨¢rabes elaboraran los tres "Informes sobre el desarrollo humano en el mundo ¨¢rabe" encargados por Naciones Unidas y la Liga ?rabe, nadie puede negar que el mundo ¨¢rabe se encamina a una crisis econ¨®mica, pol¨ªtica y social sin precedentes, estimulada por las malas pr¨¢cticas de gobierno, la superpoblaci¨®n, el fracaso de los sistemas educativos, el elevado gasto militar, el nepotismo, la corrupci¨®n y el desvergonzado enriquecimiento de las clases dirigentes.
Ahora bien, Occidente tambi¨¦n es responsable de esta situaci¨®n y debe hacer una reflexi¨®n sincera en ese sentido, en vez de limitarse a acusar al "islam". Los Estados y empresas occidentales han contribuido de manera negativa a muchos fracasos y abusos.
Hay que hacer un esfuerzo para identificar las causas profundas de lo que sucede en el mundo musulm¨¢n. Por ejemplo, en Occidente, muchos han llegado a la conclusi¨®n de que la indignaci¨®n de los musulmanes por las caricaturas de Mahoma la promueven los fundamentalistas que quieren aprovechar cualquier excusa para agitar la c¨®lera popular.
Es verdad que los islamistas radicales han encontrado en las caricaturas una confirmaci¨®n de la imagen de un Occidente violento e inmoral que sostienen desde hace tiempo. Como sucedi¨® con las im¨¢genes de tortura de Abu Ghraib, que mostraban una violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos y una humillaci¨®n deliberada de los musulmanes, los dibujos pueden utilizarse para avivar la ira de la poblaci¨®n.
Pero esa ira popular no podr¨ªa avivarse si Occidente no hubiera creado semejante polvor¨ªn pol¨ªtico. Cada d¨ªa, musulmanes de todo el mundo, desde Marruecos hasta Indonesia, ven las crueles acciones militares que se suceden en Afganist¨¢n, Irak, Palestina y Chechenia, y su indignaci¨®n es lo que alimenta estallidos como las protestas por los dibujos.
Resulta superficial, por tanto, que los comentaristas occidentales reaccionen a la controversia de los dibujos con la mera afirmaci¨®n de que es preciso defender la libertad de prensa. Es evidente que sin unos medios de comunicaci¨®n libres no puede haber democracia, pero no se debe utilizar la libertad de prensa para violar deliberadamente convicciones religiosas y producir im¨¢genes hostiles y estereotipadas, ni de los jud¨ªos, ni de los musulmanes, ni de los cristianos. La libertad de prensa exige que los derechos vayanacompa?ados de responsabilidades equiparables.
El epicentro de la confrontaci¨®n entre el islam y Occidente, por supuesto, es el conflicto palestino-israel¨ª. El logro de una soluci¨®n que contentara a las dos partes permitir¨ªa avanzar enormemente hacia la soluci¨®n de otros problemas, mientras que, por el contrario, sin una soluci¨®n en Palestina, es inevitable que el "choque de civilizaciones" resurja peri¨®dicamente en los pr¨®ximos a?os.
Desde la victoria de Ham¨¢s en las elecciones palestinas, Washington y sus aliados tienen una f¨®rmula muy clara: antes de hacer nada, Ham¨¢s debe reconocer el derecho de Israel a existir, renunciar a toda violencia y adherirse a todos los acuerdos internacionales existentes sobre la cuesti¨®n palestina. La postura de los palestinos es tambi¨¦n inflexible: antes de cualquier otro paso, Israel debe retirarse de todos los territorios ocupados, no efectuar ning¨²n ataque militar contra objetivos palestinos y cumplir todas las resoluciones de la ONU que ha ignorado hasta ahora.
El conflicto de Oriente Pr¨®ximo no es un problema de terrorismo sino un conflicto territorial, y debe resolverse en esos t¨¦rminos. La evacuaci¨®n de Gaza es un comienzo. Para que haya una paz duradera ser¨¢ preciso que hagan concesiones ambas partes, pero, sobre todo, la m¨¢s fuerte; e Israel, hoy, es la mayor potencia militar de Oriente Pr¨®ximo. En cuanto a Ham¨¢s, gan¨® las elecciones con la promesa de liberar al pueblo palestino de la pobreza, la corrupci¨®n y la ocupaci¨®n. ?Van a castigar las democracias a ese pueblo por haber llevado a cabo una elecci¨®n democr¨¢tica, tal como se les hab¨ªa pedido?
Tenemos, pues, que entablar un di¨¢logo serio y sin prejuicios; un di¨¢logo preventivo, en vez de la guerra preventiva. Vistas las crisis de los dibujos de Mahoma y las torturas en Abu Ghraib, resulta a¨²n m¨¢s importante que los occidentales no s¨®lo fomentemos valores como la libertad, la igualdad, la solidaridad, la democracia, los derechos humanos y la tolerancia, sino que vivamos de acuerdo con ellos.
En general, los musulmanes de la Uni¨®n Europea y Estados Unidos han reaccionado con cordura ante estos dolorosos sucesos y han tratado de ejercer una influencia moderadora sobre sus correligionarios de los pa¨ªses isl¨¢micos. Una de las muchas maneras de prevenir el choque de civilizaciones a escala local y regional ser¨ªa instaurar "consejos interconfesionales" en las ciudades. Estos consejos funcionan en Gran Breta?a, est¨¢n formados por representantes de las comunidades religiosas y abordan las cuestiones que afectan a las relaciones entre dichas comunidades y su vida en la sociedad. En situaciones de crisis, pueden servir de mediadores y evitar derroteros peligrosos.
Occidente lleva a?os defendiendo de boquilla la idea del di¨¢logo entre los musulmanes y los occidentales. Como ha vuelto a demostrarnos la controversia de los dibujos, ya no podemos negarnos a tomar la idea en serio. Ha llegado el momento de que ambas partes hablen sinceramente, de que reconozcamos nuestras diferencias al tiempo que buscamos un terreno com¨²n. Ser¨¢ la ¨²nica forma de que la desacertada teor¨ªa del choque de civilizaciones no se haga realidad.
Hans K¨¹ng es te¨®logo. Traducci¨®n del ingl¨¦s de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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