M¨¦xico 2006: entre la izquierda y la derecha
M¨¦xico vive hoy esa inquietante sensaci¨®n sustancial a la democracia: la incertidumbre pol¨ªtica. El resultado de la elecci¨®n del 2 de julio de este a?o no se puede anticipar ni est¨¢ predeterminado. En este 2006, como hace seis a?os, ser¨¢ el electorado el que decidir¨¢ libremente qui¨¦n gobernar¨¢ M¨¦xico. S¨®lo al cabo de la jornada electoral se conocer¨¢ el ganador. Y, sin embargo, la incertidumbre que se vive hoy es distinta a la del a?o 2000. Lo que est¨¢ en juego no es ya la naturaleza pol¨ªtica del r¨¦gimen, sino el modelo de desarrollo del pa¨ªs.
El triunfo de Vicente Fox inaugur¨® la alternancia en M¨¦xico. Hoy sabemos que la transici¨®n qued¨® saldada en lo fundamental con la reforma de 1996. Pero lo sabemos porque la alternancia en 2000 pudo ser procesada por dichas instituciones y porque fue respetada por el Gobierno del presidente Zedillo. Todav¨ªa en la ma?ana de aquella jornada electoral, al acudir a votar, el propio Fox dudaba de que fuese a ser as¨ª. No hab¨ªa plena certidumbre precisamente sobre el respeto al voto.
Hoy la situaci¨®n es bien diferente. Estamos ante la primera elecci¨®n ideol¨®gica en la historia moderna de M¨¦xico. A todo lo largo de la hegemon¨ªa priista, los cambios en la orientaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas fueron siempre generados por, y desde, el gobierno, y jam¨¢s estuvieron sujetos a la sanci¨®n del electorado. En los a?os noventa, el PRI se desplaz¨® del "nacionalismo revolucionario" al liberalismo. De hecho, para el 2000, el programa de gobierno del PAN hab¨ªa sido adoptado en lo fundamental por gobiernos del PRI. El objetivo central de la oposici¨®n hasta entonces hab¨ªa sido "sacar al PRI de Los Pinos".
En el 2006, lo que los electores decidir¨¢n ser¨¢ sobre diferentes proyectos de pa¨ªs. Es cierto que hoy la distancia entre la izquierda y la derecha es m¨¢s corta que la que los separaba en tiempos del comunismo real. Pero la distancia existe. Cuando Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, del PRD, plantea "primero los pobres", y Felipe Calder¨®n, del PAN, habla de "un pa¨ªs ganador", cada uno propone y opta por caminos distintos para M¨¦xico.
L¨®pez Obrador mira hacia dentro del pa¨ªs e incluso plantea el regreso de medidas proteccionistas. Para el candidato perredista, el avance hacia el desarrollo estriba en el Estado y la obra p¨²blica. Su propuesta de pol¨ªtica social se basa en transferencias directas a los m¨¢s pobres y en subsidios diversos. Por el contrario, Calder¨®n asume los retos de la globalizaci¨®n y plantea que la soluci¨®n reside en el mercado, al tiempo que hace ¨¦nfasis en una pol¨ªtica econ¨®mica que, fincada en el respeto al Estado de derecho y la productividad, genere empleos y eleve el bienestar.
De ah¨ª que L¨®pez Obrador sea un anatema no s¨®lo para la tecnocracia neoliberal y el nuevo empresariado, sino tambi¨¦n para una parte importante de la clase media que se ha avenido e, incluso, ha prosperado, con las pol¨ªticas del neoliberalismo. A su vez, Felipe Calder¨®n representa la continuaci¨®n, y quiz¨¢s la profundizaci¨®n, de un modelo econ¨®mico por el que amplios sectores de la poblaci¨®n, sobre todo los m¨¢s pobres, tienen buenas razones para impugnarlo y rechazarlo. En un contexto de enormes desigualdades socioecon¨®micas, esta din¨¢mica genera una polarizaci¨®n social sin precedentes en campa?as electorales.
Aun antes del inicio formal de las campa?as, el PAN y el PRI intentaron excluir a L¨®pez Obrador de la contienda a trav¨¦s de un proceso penal por desacato de una orden judicial. La amenaza de un movimiento social de protesta que podr¨ªa haber desembocado en confrontaciones de alcances impredecibles oblig¨® al Gobierno de Fox a recular. Finalmente no pas¨® nada, pero el episodio del "desafuero" dej¨® ver, desde entonces, los extremos a los que ambas partes estaban dispuestas a llegar y constituy¨® el primer signo de la polarizaci¨®n de esta elecci¨®n. La tensi¨®n permanece latente y en el ambiente se percibe la posibilidad de nuevos encontronazos en cualquier momento.
Roberto Madrazo, en el m¨¢s puro pragmatismo priista, ha insistido en la capacidad y la experiencia para gobernar m¨¢s que en un programa de gobierno. Su PRI no es el de las reformas neoliberales de los ochenta y noventa, porque ese PRI fue el que "entreg¨®" la presidencia al PAN. Pero tampoco es el PRI originario, estatista y proteccionista, que tanto resinti¨® el ascenso de la tecnocracia, pues buena parte de aquel PRI milita ahora en el PRD.
El PRI de Madrazo no es un partido ideol¨®gico, sino la suma de maquinarias pol¨ªticas locales, heterog¨¦neas, dis¨ªmbolas entre s¨ª, pero todas ellas perfectamente aceitadas para mantener el poder en sus bastiones. Esas maquinarias son las que han permitido al PRI seguir ganando la mayor¨ªa de las elecciones locales aun tras haber perdido la presidencia. Pero hasta ahora, esas maquinarias han sido incapaces de sumarle a Madrazo la intenci¨®n de voto de los electores independientes que son indispensables para conquistar la Presidencia, al tiempo que le han impedido forjar un programa coherente de gobierno.
Una encuesta reciente de Consulta Mitofsky (22 de febrero) ubica a L¨®pez Obrador en la delantera con el 39% de las intenciones de voto, seguido por Felipe Calder¨®n, con el 30%, y luego Roberto Madrazo, con el 28%.
Las encuestas sugieren que el PRD no obtendr¨ªa una mayor¨ªa ni en la C¨¢mara de Diputados ni en el Senado. No obstante, no parece imposible que si L¨®pez Obrador gana la elecci¨®n, pueda forjar esa mayor¨ªa. Una segunda derrota consecutiva en la contienda presidencial dejar¨ªa al PRI en una orfandad m¨¢s aguda. Entre las bases perredistas y las priistas existen claras afinidades. De su parte, L¨®pez Obrador ha mostrado habilidad y sagacidad pol¨ªticas. Estos ingredientes podr¨ªan abrir el espacio para constituir una mayor¨ªa legislativa. ?sta, que parece una buena noticia para el candidato perredista y la futura gobernabilidad del pa¨ªs, no lo es para sus adversarios ni para la din¨¢mica de las campa?as, ya que eleva los costos de una eventual derrota y alimenta a¨²n m¨¢s la polarizaci¨®n.
En la medida en que L¨®pez Obrador mantenga o aumente su ventaja en las encuestas, podr¨ªa moverse hacia el centro, moderando su discurso y abriendo espacios para una conciliaci¨®n nacional. Ahora bien, una ventaja firme puede llevar a sus contrincantes a radicalizar sus posiciones y a echar mano de estrategias negativas de campa?a. En ese escenario, la posibilidad de conciliaci¨®n se aleja. Si las encuestas muestran que la ventaja de L¨®pez Obrador se reduce, es posible que recurra, como lo ha hecho en el pasado, al expediente de denunciar un "complot" en su contra. A cuatro meses de la elecci¨®n, ninguno de estos escenarios implica grandes espacios para la b¨²squeda de acomodos entre una izquierda y una derecha que por primera vez se disputan, por la v¨ªa electoral, el control del gobierno y el futuro de la naci¨®n.
Leopoldo G¨®mez es doctor en Gobierno por la Universidad de Georgetown. Ha sido catedr¨¢tico en la Universidad de Brown y en el Instituto Tecnol¨®gico Aut¨®nomo de M¨¦xico (ITAM). Actualmente es vicepresidente de Noticias de Televisa.
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