Los Balcanes, Europa y nosotros
1. La muerte de Milosevic le permite escapar del veredicto del Tribunal de La Haya, pero es una ocasi¨®n para analizar uno de los periodos m¨¢s sombr¨ªos de la Europa poscomunista: el desmembramiento de Yugoslavia. El papel de los gobiernos europeos fue tan triste en este episodio, que se dieron por buenos los m¨¢s absurdos apa?os -hablar de paz ser¨ªa excesivo- con tal de poder mirar a otra parte. El resultado es que a estas alturas el Estado yugoslavo ha sido sustituido por una serie de Estados, simulacros de Estado y proyectos de Estado que han convertido la antigua federaci¨®n en un mosaico de nichos ¨¦tnicos en que los ciudadanos viven sometidos al virus nacionalista y con licencia para odiar al vecino.
Milosevic representa uno de los modelos de las transiciones del Este: la metamorfosis del poder comunista en militarismo nacionalista, es decir, la alianza entre lo rojo y lo pardo. El enemigo deja de ser de clase para convertirse en ¨¦tnico, pero la t¨¦cnica de dominaci¨®n de las masas persiste: exaltaci¨®n de la superioridad de lo propio -el orgullo serbio- y construcci¨®n de una relaci¨®n paranoica con el entorno. El tama?o, la potencia, el petr¨®leo y la capacidad nuclear de Rusia hacen que raramente se haya establecido el paralelismo entre Milosevic y Putin. Los gobernantes rusos demostraron una particular predilecci¨®n por Milosevic; su familia y algunos de sus colaboradores han sido acogidos en Mosc¨² y no se sabe hasta d¨®nde llegan las terminales de los negocios del clan. Rusia escogi¨® a Serbia como aliado en la pugna con Occidente por las ¨¢reas de influencia. Pero, m¨¢s all¨¢ de esta complicidad, todas las distancias guardadas, el modo en que Putin ha construido su sistema autoritario, en su viaje desde el KGB al nacionalismo imperial ruso, con Chechenia como ba?o de sangre legitimador, pertenece a esta misma l¨®gica de conversi¨®n del totalitarismo comunista en un autoritarismo de corte fascistoide, apoyado en la neutralizaci¨®n de las instituciones y de las pr¨¢cticas democr¨¢ticas -empezando por la libertad de expresi¨®n- y en un control directo de las fuerzas determinantes del poder econ¨®mico. Las dimensiones de uno y otro pa¨ªs, de uno y otro poder, han hecho que Milosevic acabe creando un r¨¦gimen de car¨¢cter familiar, tinglado de una banda mafiosa, y que Putin haya construido un sistema olig¨¢rquico autoritario, en el que nadie puede moverse sin la connivencia del Kremlin, pero los dos casos tienen un inevitable aire de familia. La diferencia es que la pretensi¨®n de Milosevic de liderar la unidad de Yugoslavia desde su autoritarismo fracas¨® y, en cambio, Putin ha conseguido incrementar hasta l¨ªmites insospechados su poder sobre la federaci¨®n rusa. La diferencia es que los Estados Unidos y la OTAN se atrevieron con Milosevic cuando Kosovo, y que ni EE UU ni Europa han plantado cara, ni siquiera en t¨¦rminos diplom¨¢ticos, por Chechenia. Pura cuesti¨®n de relaciones de fuerzas.
2. Los Balcanes salen menos en los peri¨®dicos que en la d¨¦cada de los noventa, pero siguen teniendo casi todos los problemas por resolver. La independencia de Montenegro, ¨²ltimo ap¨¦ndice de la Gran Serbia, es un episodio m¨¢s de esta especie de apoteosis del multiculturalismo. Cuando la condici¨®n de origen, los rasgos ¨¦tnicos y culturales, se convierten en factor primordial de nuestras identidades y, por tanto, en coartada sobre la que construir presuntos derechos colectivos, se acaba de esta manera: encerrados en los placeres de la endogamia en estado de perpetua paranoia con los vecinos y de guerra permanente con los que resistieron a la limpieza ¨¦tnica (el enemigo interior). Es lo que ocurre cuando se olvida el imperativo categ¨®rico kantiano, que me permito enunciar para esta ocasi¨®n siguiendo la reformulaci¨®n de Ralph Dahrendorf: "Obra de tal modo que tu m¨¢xima de acci¨®n pueda ser considerada el principio de una sociedad que aplica universalmente el derecho".
Por m¨¢s que se prefiera olvidarlo, el fracaso balc¨¢nico ha marcado profundamente a la Uni¨®n Europea, como dram¨¢tica prueba de la incapacidad de definir verdaderas pol¨ªticas conjuntas. All¨ª se acumularon muchos asientos en el debe de los gobernantes europeos: el error -compartido con Estados Unidos- de apostar inicialmente por Milosevic; la pugna de intereses en la zona entre Francia (Mitterrand ve¨ªa en Milosevic el gran gendarme serbio de la puerta de Oriente), Alemania e Inglaterra; la impotencia ante las masacres perpetradas ante la mirada impasible de las tropas de las Naciones Unidas; la absurdidad de medidas adoptadas como la partici¨®n de Bosnia; y, en general, la incapacidad de impedir la guerra, que condujo a la intervenci¨®n militar de Estados Unidos. Una verdadera cadena de desprop¨®sitos de la que nunca han dado cuenta los gobiernos europeos. Y que han dado como resultado final una situaci¨®n muy precaria en la que muchos criminales de guerra a¨²n andan sueltos, los ciudadanos viven con pocas garant¨ªas democr¨¢ticas y sometidos a fuertes presiones de discursos excluyentes y, en cualquier momento, pueden aparecer nuevos brotes de violencia.
3. Del fracaso europeo al rid¨ªculo hispano. En los ¨²ltimos d¨ªas, el ex presidente Aznar ha llegado a decir que la aprobaci¨®n del Estatuto de Catalu?a pod¨ªa abrir un proceso de balcanizaci¨®n de Espa?a. No estar¨ªa de m¨¢s que Aznar repasara la historia del desmembramiento de Yugoslavia. Entre otras cosas, aprender¨ªa algo elemental: quienes crearon las condiciones para el incendio y despu¨¦s pusieron el fuego fueron precisamente Milosevic y Serbia. Es una historia, perfectamente documentada, de reconstrucci¨®n de una mitolog¨ªa nacional que romp¨ªa cualquier equilibrio anterior e impon¨ªa la dominaci¨®n de Serbia sobre las dem¨¢s partes. Fueron en Macedonia las primeras manipulaciones lanzadas por Milosevic para provocar los enfrentamientos, sobre los que ¨¦l deb¨ªa construir, a sangre y fuego, su autoridad. Despu¨¦s de decenas de miles de muertos, la fantas¨ªa quebr¨®. Naturalmente, abierto el fuego del conflicto ¨¦tnico no faltaron, en los distintos territorios de la ex Yugoslavia, los emuladores -a veces, viejos compadres comunistas de Milosevic- que respondieron con el mismo juego de la exaltaci¨®n-exclusi¨®n-paranoia. Y vimos estragos en otros lugares, por ejemplo, en la Croacia de Tudjman, donde tambi¨¦n reinaba el principio de limpieza ¨¦tnica. Yugoslavia se fue fragmentando y Milosevic se qued¨® solo y llev¨® a Serbia a un callej¨®n sin salida, bombardeada por Estados Unidos y la OTAN y profundamente dividida. La dificultad para enraizar el nuevo r¨¦gimen pol¨ªtico es la mejor prueba de la enorme confusi¨®n y desmoralizaci¨®n que Milosevic llev¨® a Serbia.
Ante esta realidad, cabe preguntarse sobre el sentido de la demag¨®gica afirmaci¨®n de Aznar. ?Est¨¢ advirtiendo de un peligro o se est¨¢ proponiendo como candidato al papel de Milosevic con guante de seda?
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