Viaje hacia la muerte
A las decenas de cad¨¢veres de inmigrantes subsaharianos ahogados en las ¨²ltimas semanas en aguas del Atl¨¢ntico cuando intentaban ganar las costas canarias -45 de ellos en tan s¨®lo dos d¨ªas-, se a?adieron ayer los de otras 18 personas localizadas flotando en alta mar a 400 millas al sur de las islas. Esas cifras deber¨ªan bastar para reconocer la gravedad del problema humano planteado; pero es seguro que muchas m¨¢s habr¨¢n perdido la vida sin que sus cad¨¢veres hayan sido localizados, dado el largo trayecto que separa las costas de Mauritania, de donde procede ahora el mayor contingente migratorio africano, de las de Canarias.
Noticias de fuentes mauritanas hablan de cientos de miles de personas que han ido concentr¨¢ndose en ese mis¨¦rrimo pa¨ªs des¨¦rtico, procedentes del resto del continente, a la espera de una oportunidad para entrar en Europa a trav¨¦s de la ruta canaria. El viaje puede durar varias jornadas, dependiendo del estado de la mar, y el riesgo de naufragio es alto, dada la fragilidad de las embarcaciones, ahora m¨¢s grandes que las pateras que cruzan el Estrecho pero no m¨¢s seguras. El desplazamiento hacia Mauritania de las antiguas rutas de Argelia y Marruecos es consecuencia de la mayor vigilancia de estos pa¨ªses, en la vertiente sur del Mediterr¨¢neo y tambi¨¦n ahora en la costa del S¨¢hara Occidental, de la que part¨ªan hasta hace poco la mayor¨ªa de las embarcaciones con destino a Canarias.
Pero Mauritania, cuya renta per c¨¢pita ronda los 500 d¨®lares y cuyo aparato estatal es m¨ªnimo, no est¨¢ en condiciones de controlar ese flujo. Espa?a es consciente de ello, y de ah¨ª que la comisi¨®n interministerial reunida ayer en Moncloa para hacer frente a la emergencia (y a la solicitud de ayuda del Gobierno de Canarias, desbordado por la situaci¨®n) aprobase un plan urgente de cooperaci¨®n que hoy mismo ser¨¢ presentado a las autoridades del pa¨ªs africano.
Las medidas esenciales son la puesta a disposici¨®n del Gobierno mauritano de patrulleras que dificulten la salida de embarcaciones clandestinas, y la creaci¨®n en ese pa¨ªs de centros de acogida que permitan atender las necesidades b¨¢sicas de los inmigrantes. Tambi¨¦n se intentar¨¢ reactivar el acuerdo de readmisi¨®n suscrito en su d¨ªa con ese pa¨ªs; pero es seguro, a la vista de experiencias anteriores, que tal readmisi¨®n requerir¨¢ compensaciones -los inmigrantes ilegales proceden de terceros pa¨ªses- y que Espa?a no puede hacerse cargo en solitario de este problema.
Frente a tantos problemas imaginarios que ocupan a muchos pol¨ªticos, ninguno tan real como el planteado por esos cientos de miles de seres humanos dispuestos a morir en el intento; hay razones para esforzarse por evitar que se agrave d¨ªa a d¨ªa. Y es una cuesti¨®n que afecta no s¨®lo a Espa?a, sino a la Uni¨®n Europea.
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