Zaplansconi
Me enchuf¨¦ el martes por la noche a la Rai Uno. Berlusconi y Prodi cara a cara, el debate entre el mal llamado Cavaliere y el bien llamado Profesore. Me pareci¨® un cambio de ambiente, un ventilarse.
El formato estricto, exigido por Prodi (que se tem¨ªa que el otro agarrara el micro y cantara Nel blu dipinto di blu), convirti¨® el programa en un asunto serio. Pero a m¨ª, desde el primer momento, me entr¨® un reconcome como si alguien me estuviera mojando una magdalena en el inconsciente. Romano Prodi fue muy riguroso, simp¨¢tico pero sobrio, e incluso severo en el planteamiento de su programa y de los cambios que necesita Italia. Verle era como reencontrarse con la vieja, querida y hoy vapuleada pol¨ªtica. No hizo sangre del otro, aunque bien saben los magistrados que persiguen a Berlusconi que hubiera podido. Puntualiz¨®, que m¨¢s no hac¨ªa falta: ir¨®nicamente comprensivo.
Pero el reconcome segu¨ªa en mi interior. Una especie de sentimiento de verg¨¹enza ajena que tengo muy v¨ªvido, pues lo he experimentado a diario durante los ¨²ltimos meses. Dios, ?qu¨¦ era?
Hasta que lo comprend¨ª. Era el choque est¨¦tico. Silvio Berlusconi, reci¨¦n taxidermizado e irrigado por rayos ultravioleta, convertido en un mu?eco de l¨¢tex parlante, con todo el trasplanter¨ªo capilar te?ido de caoba, con su sonrisa de rapsoda abri¨¦ndole el caoba semblante como si fuera un mel¨®n... Su forma de inflar el pecho como un domador de pulgas. ?A qui¨¦n me recordaba?
?Zaplana! ?Oh, es Zaplana! El vendedor de entelequias, el toma el dinero y corre de la pol¨ªtica, el turbio negociante convertido en ejemplo moral y defensor de las libertades gracias a formaciones pol¨ªticas que consideran su pa¨ªs un territorio urbanizable, una propiedad privada hereditaria. Tiempos ¨¦stos en que el mal tiene el aspecto de un viajante de peines para calvos.
Romano Prodi no hablaba para el espect¨¢culo, y el formato le favorec¨ªa. El otro estaba perdido, sin espacio ni tiempo para colar las ingeniosidades o bien chascarrillos, con los que camufla sus mentiras. C¨®mo me gustar¨ªa que ganara las elecciones.
Y c¨®mo desanima pensar que los Berlusconi y Zaplana de este mundo tienen admiradores que les compran la burra y encima se la tragan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.