Cita con la parodia

La comedia par¨®dica ha ofrecido a lo largo de la historia del cine unos cuantos ejemplos de imaginativos y hasta brillantes ejercicios de gracia no del todo pasajera.

Es el caso de pel¨ªculas como El jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974), Aterriza como puedas y Top secret (codirigidas por Jim Abrahams y los hermanos Zucker en 1980 y 1984). Sin embargo, m¨¢s habituales son los casos de burlas presididas por la ramploner¨ªa creativa y la obviedad. Salvo en momentos aislados, la saga de Scary Movie (en unos meses tendremos la cuarta entrega) est¨¢ marcada por las se?as de identidad de este olvidable segundo grupo, al que desde ya hay que a?adir a Date movie, mofa de las comedias rom¨¢nticas con la que Friedberg y Seltzer, guionistas de la trilog¨ªa de Scary Movie, se independizan de su saga estrella para ponerse tambi¨¦n detr¨¢s de la c¨¢mara.

Mi gran boda griega, Amor ciego y Los padres de ¨¦l (y de ella) son la base program¨¢tica general de una pel¨ªcula que, al rev¨¦s que otras, cuanto m¨¢s nauseabunda se pone, m¨¢s efectividad tiene. Aun as¨ª, ¨¦sta s¨®lo llega en un par de ocasiones en esta pel¨ªcula (la alita de pollo entre los dientes, la bola de pelos con sudor), que, de puro exageradas y grotescas, resultan socarronas.

Adem¨¢s, parodiar Amor ciego, que ya tiene numerosos elementos par¨®dicos, resulta poco menos que imposible. De modo que dos chistes salvables no parece mucho bagaje para un filme con una realizaci¨®n tan paup¨¦rrima que en el montaje final se han tenido que incluir cortinillas que logren unir formalmente extractos y secuencias imposibles de ensamblar de modo ortodoxo.