Ahorro, crecimiento y pacto tecnol¨®gico
El autor urge a poner en marcha un plan de incentivos para invertir en I+D+i a largo plazo que implique a la banca, la Administraci¨®n local y auton¨®mica y los agentes sociales
Vivimos tiempos complejos para la econom¨ªa espa?ola. La sequ¨ªa que hemos padecido, la burbuja inmobiliaria y la debilidad del ahorro nacional -sobre todo el de las familias, que no llega a cubrir la amortizaci¨®n anual de sus pasivos financieros- es preocupante. Es verdad que el gasto en consumo y vivienda de las familias tiende a desacelerarse, pero el peligro de la burbuja inmobiliaria persiste y las cifras del tercer trimestre de la Contabilidad Nacional nos indican que la actividad en la construcci¨®n, lejos de desacelerarse, avanza con mayor ¨ªmpetu. De esto tenemos prueba fehaciente en nuestras costas mediterr¨¢neas. Me pregunto si el comportamiento de nuestras empresas constructoras responde a que anticipan el final del ciclo expansivo de la construcci¨®n y, por ello, aceleran su actividad antes de que lleguen las municipales y pueda cambiar el marco pol¨ªtico en el que han estado actuando.
El ahorro nacional empresarial, por su parte, es m¨¢s bien modesto. Pero esto no es necesariamente bueno pues las empresas espa?olas deber¨ªan de estar endeud¨¢ndose, por lo menos en los sectores que tienen m¨¢s futuro. En el sector exterior, las necesidades de financiaci¨®n, medidas por el d¨¦ficit por cuenta corriente, se han venido ampliando hasta el 7,6% del PIB en 2005, el mayor del mundo despu¨¦s del de Estados Unidos. Es normal que la fase expansiva del ciclo se traduzca, a corto plazo, en incrementos de precios y que, parte del vigor de la demanda se filtre hacia las importaciones ampliando el d¨¦ficit comercial. As¨ª fue durante la anterior fase expansiva 1986-92, y as¨ª est¨¢ ocurriendo ahora. Tambi¨¦n se podr¨ªa decir que el d¨¦ficit exterior no es un problema, siempre y cuando haya capitales espont¨¢neos que lo financien, pues as¨ª ocurri¨® en el periodo 1986-92. Pero hay algo que tampoco debemos olvidar: despu¨¦s del a?o 1992 vino la crisis de 1993.
Pero no seamos pesimistas e imaginemos que dentro de un a?o no ha pasado nada (?cruzo los dedos!), la burbuja inmobiliaria no habr¨¢ pinchado y el d¨¦ficit exterior no se habr¨¢ ampliado. Se nos dir¨¢ entonces que, despu¨¦s de todo, no son ¨¦stos los problemas fundamentales de nuestra econom¨ªa, es m¨¢s, algunas voces nos recordar¨¢n que el meollo de la cuesti¨®n se encuentra: por un lado, en el diferencial de inflaci¨®n que hemos ido acumulando desde la entrada en el euro y, por lo tanto, en el impacto negativo sobre la competitividad-precio de nuestras exportaciones; y, por otro, en la baja productividad del trabajo, que incide negativamente sobre los costes laborales unitarios y la competitividad-coste exterior. De cara a combatir el desequilibrio exterior -olvid¨¢ndonos, por un momento, de la competencia que nos llega desde China, etc¨¦tera- el panorama con el que se enfrenta el sector exterior no es muy alentador.
Pero ?qu¨¦ hay que hacer para combatir la inflaci¨®n? Nuestra pertenencia al euro y a la UE impone serias limitaciones a las pol¨ªticas de gesti¨®n de la demanda, luego el ¨¦nfasis habr¨¢ que ponerlo en las pol¨ªticas de oferta. Sin embargo -se nos dir¨¢-, no pasa nada: si mejoramos la productividad, problema resuelto. S¨ª, de acuerdo, pero no es tan f¨¢cil; en 2005 la productividad del trabajo ha crecido s¨®lo al 0,3% y, en a?os anteriores, lo ha hecho a tasas tambi¨¦n decepcionantes. ?A qu¨¦ se ha debido? Por una parte, a la alta creaci¨®n de empleo y, por otra, a que el empleo se ha creado sobre todo en los sectores de construcci¨®n y servicios y, por lo tanto, ha sido un empleo de baja calidad, que es lo mismo que decir de baja productividad.
Una segunda raz¨®n reside en la insuficiente acumulaci¨®n de capital f¨ªsico y tecnol¨®gico del modelo actual, cuando todos sabemos que es a partir de la mejora del capital f¨ªsico, humano y tecnol¨®gico, y de sus correspondientes vibraciones de productividad, de donde se nutre el crecimiento econ¨®mico. Por eso, lo l¨®gico ser¨ªa optar por ampliar la base tecnol¨®gica, fomentar el desarrollo cient¨ªfico de base y aplicado, y mejorar la calidad de la mano de obra. Si apostamos por este nuevo modelo, no podemos olvidar que las pol¨ªticas que favorecen la productividad y el desarrollo tecnol¨®gico tienen un fuerte componente territorial y, por lo tanto, exigir¨ªan acuerdos a todos los niveles de la administraci¨®n, no s¨®lo del Gobierno de Espa?a, sino tambi¨¦n de los gobiernos auton¨®micos, los municipios, los agentes sociales y los centros de investigaci¨®n y universidades.
Desgraciadamente sabemos muy poco sobre los planes del Gobierno de Espa?a y de los gobiernos auton¨®micos sobre el modelo que vamos a seguir. ?Se va a invertir en la mejora del sistema educativo y la formaci¨®n profesional? ?Se va a resucitar la pol¨ªtica tecnol¨®gica para pymes? ?Se van a impulsar los parques tecnol¨®gicos? Bueno, se dir¨¢ el amable lector, ?h¨¢ganse pues pol¨ªticas de oferta para combatir la inflaci¨®n y acompa?¨¦moslas de pol¨ªticas de I+D+i, y todo resuelto! ?Qu¨¦ f¨¢cil! ?No? Cierto, ser¨ªa estupendo. Pero hay un peque?o inconveniente: para aumentar la capitalizaci¨®n en capital f¨ªsico, humano y tecnol¨®gico de la nuestra econom¨ªa hace falta poder financiarla y, esto ¨²ltimo, implica m¨¢s ahorro. Como hemos visto al principio, las familias est¨¢n ampliando su endeudamiento para poder amortizar sus cr¨¦ditos, el ahorro del sector empresas es escaso y la financiaci¨®n exterior est¨¢ al l¨ªmite. S¨®lo nos queda el sector p¨²blico para aumentar el ahorro nacional y poder as¨ª financiar las pol¨ªticas de I+D+i. Mientras llega o no el ahorro p¨²blico, el Gobierno de Espa?a puede y debe crear el marco de innovaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico que necesita nuestra econom¨ªa e impulsar el binomio iniciativa p¨²blica-privada que invierta en pol¨ªticas de I+D+i y nos permita crecer de forma sostenible. Es urgente que Espa?a se dote a s¨ª misma de un pacto tecnol¨®gico con objetivos claros y medios financieros e incentivos suficientes para invertir a largo plazo -unos 20-25 a?os, que son los periodos habituales de maduraci¨®n en ciencia b¨¢sica y desarrollo tecnol¨®gico- en el que est¨¦n comprometidos la banca local, la administraci¨®n auton¨®mica y local y los agentes sociales. ?se es el reto y ¨¦se es nuestro futuro.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia y funcionario de la Comisi¨®n Europea en excedencia.
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