?Leer atrofia la vagina?
Ha presentado Anna Caball¨¦ su Una breve historia de la misoginia en el paraninfo de la Universidad Complutense de la calle de San Bernardo y vemos que este excelente libro contradice el refr¨¢n que afirma que lo que mal empieza mal acaba. Una breve historia comienza con un barbarismo en el t¨ªtulo: ese Una inicial es un anglicismo que calca, para mal, el a short history (breve historia, en ingl¨¦s s¨ª con el art¨ªculo indeterminado a -una-). Pero en espa?ol decimos breve historia de la materia que sea, sin art¨ªculo, y este uso est¨¢ avalado por docenas de t¨ªtulos que as¨ª empiezan. Y, por haber le¨ªdo recientemente una entrevista del novelista norteamericano Bret Easton Ellis publicada en EL PA?S, en la que citaba la novela Middelmarch, de George Eliot, como una de sus cinco novelas preferidas de la historia de la literatura, la compr¨¦ porque, desde 1868 -o sea, desde tres a?os antes del inicio de la publicaci¨®n de la novela en prensa en entregas bimensuales-, ten¨ªa esta adquisici¨®n pendiente.
Me habr¨ªa encantado asistir a la presentaci¨®n del libro de Anna Caball¨¦, profesora de literatura espa?ola e hispanoamericana en la Universidad de Barcelona. Pero, por ser muy escrupuloso con el cumplimiento de mis deberes religiosos, entre asistir a la presentaci¨®n de un libro o vibrar con el sacrificio de la santa misa, siempre renuncio a los libros, por buenos que sean, y asist¨ª, con el mayor fervor, a la emisi¨®n televisiva de la Liga de Campeones que compet¨ªa en horario con esta autora catalana. El cielo -y el velazque?o cielo de Madrid, claro- premi¨® mi buena acci¨®n porque, en el descanso del Barcelona-Chelsea, ech¨¦ una ojeada a la magn¨ªfica introducci¨®n de Pilar Hidalgo a Middlemarch y le¨ª las demencias que circulaban contra la mujer en el Reino Unido de la ¨¦poca de Mary Ann Evans -que, por el desprecio por la capacidad intelectual de las mujeres, firmaba sus obras con el seud¨®nimo de George Eliot- como aperitivo de lo que me esperaba en Una breve historia de la misoginia que re¨²ne docenas de textos mis¨®ginos de nuestra literatura. Predominan los delirios de varones pero tambi¨¦n algunas mujeres son inmortales por sus disparates.
Por las fechas en que el cura Merino asestaba una pu?alada en el costado a nuestra reina Isabel II en el Sal¨®n de Columnas del Palacio Real, el Reino Unido era regido por la insigne reina Victoria. Como escribe Pilar Hidalgo, en una ¨¦poca de tan salvaje represi¨®n como la victoriana, la doctrina de una "esfera separada" para las mujeres alcanzaba la sublime categor¨ªa de revelaci¨®n divina. Las grandes figuras de la medicina brit¨¢nica de la ¨¦poca, para afilarse el cerebro, se frotaban el cr¨¢neo todas las ma?anas con lija del 8 fabricada en Manchester y, como pont¨ªfices romanos expertos en leer las v¨ªsceras de las aves, les auguraban la atrofia de los ovarios y la esterilidad a las mujeres que comet¨ªan el crimen de leer y pensar, dos actividades propias exclusivamente de varones.
Con el rigor cient¨ªfico de Galileo que alucinar¨ªa de placer al contemplar el maravilloso Plano Esquem¨¢tico de la Red de Metro -un t¨ªtulo c¨®mico: ese esquem¨¢tico es redundante (en la idea de plano ya est¨¢ impl¨ªcito el esquematismo)- editado por la Comunidad de Madrid, Pilar Hidalgo nos recuerda que, obviamente, en aquel alegre contexto brit¨¢nico, los cr¨ªticos literarios, haciendo un alarde de derroche de sesos, sosten¨ªan que las obras de las mujeres eran inevitablemente inferiores a las de los hombres. Estas opiniones, que suenan a arcaicas y, por tanto, superadas en nuestros d¨ªas, siguen vigentes hoy d¨ªa como demuestra, con algunos datos de historiadores de nuestra literatura, Anna Caball¨¦ en Una breve historia de la misoginia.
Para hacer frente a estas opiniones de los m¨¦dicos victorianos del Reino Unido, que eran, por ejemplo, aproximadamente las mismas que por aqu¨ª gastaba, unos a?os m¨¢s tarde, el ilustre doctor Gregorio Mara?¨®n que da nombre a ese c¨¦lebre hospital de la calle de Doctor Esquerdo, en el Centro Cultural Blanquerna de la Generalitat de Catalunya, la ilustre doctora Anna Veiga inaugura el pr¨®ximo jueves, 23 de marzo, el ciclo Biodebates Ciencia Biom¨¦dica a Debate. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia dec¨ªa el prehist¨®rico catecismo del padre Astete y doctores tiene tambi¨¦n Catalu?a especializados en ciencia biom¨¦dica que vienen, a lo largo de tres meses, a extirparnos la ignorancia en el Centro Cultural Blanquerna con sede en Alcal¨¢, 44.
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