Un d¨¦ficit vertiginoso
La evoluci¨®n del comercio exterior es un indicador evidente de los desequilibrios de fondo en la econom¨ªa espa?ola. Produce v¨¦rtigo comprobar que el d¨¦ficit comercial equivale al 7,7% del PIB y ha crecido 2,6 puntos en los ¨²ltimos dos a?os; que el saldo comercial deficitario est¨¢ al mismo nivel que el de EE UU, si bien con menos facilidades de financiaci¨®n; que un tercio de este aumento se debe a la subida del precio del petr¨®leo, debido a la inquietante dependencia del crudo que sufre la econom¨ªa espa?ola; y que el d¨¦ficit por cuenta corriente est¨¢ ya en el 7,6% del PIB, empujado no s¨®lo por el agujero comercial sino tambi¨¦n por la p¨¦rdida paulatina de rentabilidad del mercado tur¨ªstico, que recoge cada vez m¨¢s turistas pero ingresa cada vez menos por lo que compran en Espa?a, y el crecimiento de los pagos netos por rentas de inversi¨®n provocado por el endeudamiento exterior.
La conclusi¨®n es que Espa?a tiene un grave problema de competitividad. No es de extra?ar si se tiene en cuenta que desde que se puso en marcha el euro la econom¨ªa espa?ola ha presentado siempre una tasa de inflaci¨®n superior a la media de sus vecinos. No hay expectativa real de que este diferencial vaya a desaparecer, ni siquiera a reducirse de forma notable, en los pr¨®ximos trimestres. Hoy, debido a la tasa de inflaci¨®n registrada en febrero (4%), es de 1,8 puntos. Eso significa que los productos espa?oles son menos competitivos, tanto dentro como fuera; y que, por tanto, no s¨®lo se venden menos en el exterior sino en el interior. Los ciudadanos espa?oles acuden cada vez m¨¢s a productos importados. La falta de competitividad ahonda el agujero exterior de forma implacable y cierra la puerta al cambio de patr¨®n de crecimiento, basado durante los gobiernos de Aznar en el consumo y en la construcci¨®n, pero que deber¨ªa fundamentarse en la ganancia de cuota de mercado en el exterior.
Que el d¨¦ficit exterior sea indoloro, puesto que se financia con facilidad, no reduce la gravedad del s¨ªntoma. El primer tratamiento es que las autoridades econ¨®micas acepten que se trata de un problema grave por la p¨¦sima tendencia que revela; el segundo, que incluso si se admite que no existen remedios a corto plazo, se adopten las disposiciones pol¨ªticas y presupuestarias que cambien el modelo econ¨®mico en mercados decisivos -como el tur¨ªstico- hacia producciones con mayor especializaci¨®n y valor a?adido; y por ¨²ltimo, que se act¨²e de una vez por todas en los mecanismos de formaci¨®n de precios. Si lo desea, el Gobierno tiene tarea abundante y dif¨ªcil en el coste descontrolado de la energ¨ªa o en la especulaci¨®n exorbitante en los mercados agr¨ªcolas.
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