La legitimidad de las reformas, en cuesti¨®n
DE MODO CRECIENTE se multiplica una nueva l¨ªnea de cr¨ªtica a la acci¨®n del Gobierno: la que entiende que le falta legitimidad para tomar medidas -medidas que al mismo tiempo son calificadas como "radicales"- porque la victoria electoral del 14 de marzo de 2004 fue excepcional por sus circunstancias (el efecto de los atentados terroristas de tres d¨ªas antes y la reacci¨®n de la ciudadan¨ªa ante la utilizaci¨®n de la mentira como arma pol¨ªtica por parte del PP). Seg¨²n los defensores de esta tesis, los ciudadanos no avalaron tanto el programa electoral socialista como el castigo a los que no dijeron la verdad. Una especie de voto en negativo.
Esa cr¨ªtica no es exactamente de la misma familia de la que, directa o subliminalmente, no reconoce el resultado electoral: se habr¨ªa producido una apropiaci¨®n espuria del poder por parte de ZP y hay que volver al estado de cosas anterior al 11-M. ?sta es el origen de la crispaci¨®n que vivimos, pero ambas aportan teor¨ªa a la hip¨®tesis de Espa?a como sociedad escindida.
En el haber, el crecimiento, la reducci¨®n del paro y el super¨¢vit. En el debe, la inflaci¨®n, el d¨¦ficit exterior y la tasa de empleo temporal. Lo mejor, la ley de dependencia. Lo que no cambia, el modelo de desarrollo
Lo m¨¢s curioso, si no se entiende ¨²nicamente como arma ideol¨®gica, es la consideraci¨®n de que la acci¨®n gubernamental de ZP es, en buena parte, una pr¨¢ctica radical que lleva a situaciones irreversibles, y que es ¨¦sta, y no la tensi¨®n sobrevenida por no aceptar la p¨¦rdida del poder en las urnas, la causante de la crispaci¨®n y del aumento de la divisi¨®n entre los ciudadanos.
Es dif¨ªcil de sustentar
esa radicalidad en las materias socioecon¨®micas, que son de las que trata esta columna. El balance de mitad de la legislatura es bastante positivo en todo lo que se refiere a la ciudadan¨ªa social (Marshall): se amplia el Estado de bienestar al introducir en el mismo el denominado cuarto pilar, la Ley de Dependencia. Alrededor de 1,1 millones de ancianos (el colectivo m¨¢s afectado por la pobreza relativa, seg¨²n datos recientes del Instituto Nacional de Estad¨ªstica) y discapacitados necesitan ayuda para las actividades cotidianas, y casi dos millones de ciudadanos m¨¢s requieren de alg¨²n servicio externo para desenvolverse. Tambi¨¦n forma parte de esa s¨ªntesis la Ley de Igualdad, que establece una cierta discriminaci¨®n positiva a favor de la mujer, dado que el mercado no corrige las desigualdades de origen, o el reconocimiento de las pensiones para los ni?os de la guerra. Estas pol¨ªticas pueden considerarse parte integral del socialismo de los ciudadanos que figura en los textos, tan citados como poco le¨ªdos, de Philip Pettit (del que acaba de publicarse en Espa?a un nuevo libro, Una teor¨ªa de la libertad).
En cuanto al balance econ¨®mico, la pol¨ªtica seguida ha sido una continuaci¨®n, en lo b¨¢sico, de la aplicada por el PP. En este sentido, los socialistas se han sumado a la ola de la coyuntura y la han mejorado. Su principal m¨¦rito es no haberse equivocado. En su haber figura un crecimiento del PIB del 3,4% (muy superior al de nuestro entorno), una cifra de paro del 8,7% (muy poco por encima de la media europea) y el primer super¨¢vit de las cuentas p¨²blicas de toda la democracia en el a?o 2005. Ello no significa que estemos en un c¨ªrculo virtuoso: en el debe de las cifras tambi¨¦n est¨¢ una inflaci¨®n del 4% (1,8 puntos por encima de la de la UE o 1,7 puntos mayor que la de la zona euro), un d¨¦ficit exterior hist¨®rico por su amplitud (el d¨¦ficit corriente asciende al 7,6% del PIB, muy por encima del escandaloso d¨¦ficit de EE UU) o el porcentaje de empleo temporal m¨¢s alto de nuestro alrededor (superior al 33%).
Si las cosas van bien, ?para qu¨¦ cambiar? Porque as¨ª se le exigi¨® al PP y as¨ª se dec¨ªa en el programa electoral del PSOE: hay que cambiar el modelo de crecimiento, sustentado en la construcci¨®n y en el consumo interno. Poco se ha hecho para este cambio. Las empresas deben recuperar capacidad de libertad econ¨®mica frente al arbitrismo de los poderes p¨²blicos: pero la forma en que se ha llevado el asunto de las OPAS sobre Endesa, o las interferencias ante el intento de la constructora Sacyr de controlar el BBVA, no inducen al optimismo tampoco en este terreno.
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